martes, 5 de octubre de 2010

Portugal, tierra de buen vino


Portugal, que está ahí mismo, tan visitado como desconocido, posee una riqueza vinícola de enorme magnitud y creciente presencia internacional digna de prestarle atención

Los vinos portugueses comparten con los españoles iguales inicios tartésicos, romanos y monacales para, a partir del siglo XII, consumada la independencia nacional, seguir caminos propios aunque similares, no en vano las geografías se continúan y complementan: aquí y allí el Miño, el Duero, el Tajo y el Guadiana cumplen sus papeles de principales ríos irrigadores, insoladores y vitalizantes.

Y actualmente también comparten, si bien en el caso portugués con cierto retraso, la conquista del presente y la proyección de futuro: la revolución de selección y modernidad que transformó por completo nuestras viñas y bodegas durante las dos últimas décadas del pasado siglo ofrece ya excelentes resultados a lo largo y ancho del hermano país atlántico.

Naturalmente quedan fuera de estas líneas los universales generosos de Oporto y Madeira, y el magnífico moscatel de Setúbal, protagonistas de otras historias y otras trayectorias; las presentes líneas pretenden llamar la atención sobre unos tintos, blancos y rosados merecedores de crecientes atenciones, degustaciones y aplausos por lo más florido de la crítica mundial: Portugal, uno de los diez países con mayor extensión de viñedo, y mayor producción, exportación y consumo, en cuestiones de calidad y originalidad avanza firme y acertada.

«Los vinos portugueses poseen personalidades y características únicas gracias a sus variedades y modos; la uva ramisco de Colares, por ejemplo, que al crecer sobre arena se libró de la filoxera, aporta matices únicos», -nos comenta Ceferino Cimadevilla, presidente de la Asociación Asturiana de Sumilleres.

Un dao puede añadirle brillos a la mejor fabada, igual que una chopa agradecerá la presencia frutal de un alvarinho o un alenquer, un chuletón de carne roxa dará lo mejor de sí mismo generosamente regado por un douro o un buçaco: el buen gusto no conoce fronteras ni exclusividades.

Minho.

La región ocupa el extremo noeste del país, entre los cursos bajos del Miño y del Duero, y produce blancos ligeros y populares a partir de uvas loureiro, treixadura, arinto o avesso recogidas en fase prematura de maduración, aunque los aristócratas son los Alvarinho monovarietales.

Tras-os-Montes.

Blancos y tintos gratos, sencillos, afrutados, equilibrados, propios de una naturaleza dura y cambiante que combina características atlánticas y mediterráneas en la remota esquina nororiental que el Duero sapara de Zamora por las profundas hoces de Los Arribes. Tres DOC esenciales son Chaves, Valpaços y Planalto Mirandés.

Douro.

Comparte terrazas de suelo pobre y abrupto con el Oporto por los interiores montañosos que taja el Duero y fija capital en Peso de Régua. Regada por las mismas aguas que los Ribera y los Toro, sus sobresalientes tintos, especialmente aptos para reservas y garrafeiras, llevan touriga, de gran potencia fenólica, y roriz o tempranillo, barroca y cao.

Bairrada.

Ocupa una franja del noroeste que baja de las sierras de Buçaco y Caramulo y por Coimbra llega a la costa de Aveiro. Aparte de tintos intensos y tánicos que pasan un mínimo de dieciocho meses en bodega, y de blancos dorados y florales, elabora los espumosos portugueses de mayor fama.

Alentejo.

Región colindante con la Extremadura española que cubre sus planicies y sierras de olivos y alcornoques. Prioriza tintos con cuerpo y carácter de envejecimiento agradecido. Hay ocho subregiones: Portalegre, Borba, Redondo, Reguengos, Vidigueira, Évora, Granja Amareleja y Moura. La trincadeira ejerce de casta principal.

Dão.

La atraviesa el río que le da nombre en el centro septentrional de Portugal, exactamente la Beira Alta. Sus vinos, mayoritariamente tintos con la touriga nacional de casta preferida, presentan corpulencias y complejidades que el envejecimiento mejora.

Ribatejo.

Se sitúa a lo largo del río “Tejo” desde el inicio de su estuario, e incluye las ciudades de Tomar, Abrantes y Santarem. Región amplia con seis subregiones -Almeirim, Santarem, Cartaxo, Chamusca, Coruche y Tomar-, abunda en blancos y tintos suaves y aterciopelados pero dotados de buena estructura y graduación.

Estremadura.

Mira para la costa Atlántica desde el norte de lisboa, y se subdivide en las DOC Alenquer, con blancos especialmente apreciados; Arruda y Alcobaça, con blancos cítricos y tintos delicados; Torres Vedras, con tintos envejecidos justamente alabados; y Óbidos, que a los pies de la amurallada y monumental ciudad produce tintos y blancos suaves y de intenso perfume.

Terras do Sado.

Desde las planicies del río Sado a Setúbal y la sierra de La Arrábida, suma la importante subregión de Palmela y tiene en la uva Periquita su casta reina. Los vinos, intensos de color, aroma y sabor en su juventud, envejecen con riqueza y temperancia.

Algarve.

Coincide con la región de igual nombre que ocupa la franja sur del país, y aunque el volumen de alcohol suele superar el trece por ciento ofrece blancos y tintos afrutados y refrescantes que casan bien con sus largos y concurridos veranos.

ALGUNAS PARTICULARIDADES PORTUGUESAS

Castas.

Predominan numerosas uvas autóctonas de sonoros nombres que aseguran personalidades rotundas: trincadeira, touriga, tinta roriz (tempranillo), tinta barroca, tinta bastardinha, castelão francês, baga, aragonez, agua santa, rabo de ovelha, rabo de lobo, alfrocheiro, cão, periquita, cornifesto, lusitano, zé do telheiro, nevoeiro, padeiro de basto, mulata, carreira de burros, dona joaquina, dedo de dama, catao de moça, pé comprido...

Garantías de procedencia.

El ‘Vinho de Qualidade Produzido em Região Determinada (V Q P R D)’ se dubdivide en “Denominação de Origem Controlada o DOC” e IPR - Indicação de Proveniência Regulamentada (IPR), equivalentes a nuestras DO y a nuestros ‘Vinos de la Tierra con Indicación Geográfica’. El ‘Vinho Regional’ autoriza un porcentaje de uva foránea y variar los procesos: enólogos importantes prefieren moverse en este espacio menos reglamentado.

Tipos.

En tintos, los ‘Reserva’ tendrán una maduración mínima en bodega de veinticuatro meses, con al menos un tercio de ese tiempo en barrica, mientras que los ‘Garrafeira’, término que precisamente significa bodega -y ‘garrafa’ botella- deberán madurar entre treinta y seis y cuarenta y ocho meses, pasando dos tercios del tiempo en barrica y un tercio en botella.
En blancos, los ‘Reserva’ madurarán entre seis y doce meses, con la mitad de ese tiempo en barrica, y los ‘Garrafeira’ entre doce y dieciocho meses de igual manera.

Vinhos da casa.

En muchos restaurantes de zonas vinícolas el vino de la casa responde a tal concepto: resulta bastante habitual que los hosteleros posean viñas y bodegas y en comidas sin grandes trascendencias, pero que representan una opción agradable y económica para el consumidor.

Fuente: devinos.blogspot.com

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Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina