El nuevo escenario de la industria vitivinícola argentina nos da la
opción de recorrer nuestro país de la mano de los más deliciosos
sabores, enmarcados por los mejores paisajes. Después de este breve
paseo literario, vas a querer salir corriendo a conocer más sobre esta
nueva tendencia que se impone como una alternativa turística.
El panorama vitivinícola argentino cambió favorablemente en las
últimas dos décadas, con un resultado más palpable en el inicio de este
milenio. La reconversión de esta centenaria industria comenzó en los 90,
con importantes cifras invertidas destinadas a las grandes e históricas
bodegas que, poco a poco, fueron cambiando su fisonomía. El aporte de
tecnología, la optimización y el mejoramiento en los viñedos y el arribo
de técnicos extranjeros comenzaban a cambiar el paisaje. Rápidamente,
los grandes toneles fueron reemplazados por pequeñas barricas de roble,
las tradicionales prensas verticales por modernas y costosas de
funcionamiento neumático, el acero inoxidable comenzó a convivir con las
históricas piletas de mampostería, la viña encontró la provisión de
agua en sistematizados medios de riego y muchísimos cambios más fueron
los primeros pasos en la gestación de un “nuevo vino argentino”.
Contemporáneos a estos procesos en los establecimientos tradicionales,
nuevos actores entraron a escena: fueron decenas de bodegas de diversos
estilos y dimensiones que nacieron y comenzaron a cohabitar en el
prometedor universo vitivinícola argentino.
Pero estos cambios se
vieron reflejados no solo en las mejoras en la calidad y diversidad de
nuestros vinos, sino que también dieron lugar al surgimiento de una
nueva tendencia: el enoturismo o turismo enológico.
El paisaje por delante del vino
A
menos de una hora del emblemático Cerro de la Gloria –en el centro de
la capital cuyana-, ya nos encontramos en puntos neurálgicos para
disfrutar de los mejores vinos y magníficas bodegas. Hablar de paisajes
paradisíacos en Mendoza o en Argentina en general, suena grandilocuente y
a veces, reiterativo. Pero en este caso es imposible utilizar otro
adjetivo: la vista de los viñedos y demás frutales, los caminos
circundados por interminables líneas de álamos con sus colores
anaranjados de primavera y la cordillera inmóvil y magnánima observando
de cerca los ciclos de la naturaleza, nos hace imaginar que, de existir
el paraíso, bien podría tener semejanza con este paisaje. Y si a esta
postal le sumamos que el terroir cumple con todas las
condiciones para generar una viña ideal para elaborar vinos de alta
calidad junto a modernas instalaciones y altísimo nivel profesional,
pues el deleite estará asegurado.
Dos bodegas, dos momentos, dos estilos
A
unos 40 kilómetros hacia el este, transitando la ruta 7 (o acceso
este), al límite del departamento de Maipú, se llega a una de las pocas
bodegas 100% argentina y familiar: Familia Zuccardi. Es una de las mejor dispuestas para la recepción del turista.
En
paralelo a la bodega y a la fábrica de aceite de oliva, se encuentra la
Casa del Visitante, una empresa dentro de la gran empresa. Reconocida
mundialmente y galardonada como uno de los mejores establecimientos
gastronómicos dentro de una bodega, tiene una galería de arte, un
restaurante con una propuesta y espacios acordes al más alto nivel
gastronómico y toda una diversidad de actividades: volar en globo
aerostático con una copa de espumante en mano, paseos en bicicleta o en
cuatriciclos por los viñedos, cosechar uva o aprender a cocinar son
algunas de las opciones irresistibles de realizar. Lindero a la fábrica
de aceite, se encuentra Pan & Oliva, con una identidad más informal,
donde el protagonista es, indudablemente, el aceite de oliva. En 2014,
Casa del Visitante, fue galardonada con el Certificado de Excelencia de
Tripadvisor. Una visita a Familia Zuccardi y a todos sus servicios nos
demandara una jornada completa.
Si la idea es salir de la gran
ciudad más hacia la tarde, un excelente rumbo es tomar la ruta 40 hacia
el sur (o acceso sur) hasta su cruce, donde se reinicia la ruta 7 y
dejarnos guiar por la dirección del sol. Por allí, en Alto Agrelo
(Departamento de Lujan de Cuyo) nos encontraremos con Bodega Séptima.
Flamante y moderna, este establecimiento forma parte del grupo español
Codorniu. Y aquí, los galardones se los llevan los atardeceres. Una
actividad periódica, los días jueves entre los meses de noviembre y
abril: todo ocurre en la cara oeste de la bodega, en su gran terraza
modernamente ambientada con mesas y livings, buena música y mucha
cordialidad, y el más irremplazable de los recursos: la puesta del sol
sobre la cordillera y los viñedos recibiendo esas últimas gotas de
luminosidad de la jornada. Y así recibimos la noche, con un tapeo, copas
de espumante Maria de Codorniu y el DJ activando bajo el cielo
estrellado. Una vez más, Mendoza, su gente y sus empresas, nos dejan
hechizados.
Recuerdos imborrables
Enumerar
las distintas opciones de turismo enológico argentino es material
bibliográfico. Solamente en Mendoza, nos espera Valle de Uco, con
grandes emprendimientos como el Grupo Clos de los Siete o Salentein con
su exclusiva posada, y múltiples propuestas más. Aun más al sur, llegar a
San Rafael, luego de una jornada de rafting por el Atuel, donde es
imposible no sorprenderse con la joven bodega Algodón.
Y si de
Argentina toda se trata, fantástica (y linda) es Salta con su Cafayate,
antiguo y folclórico, pintoresco y remozado. Donde los fieles cardones
atestiguan el esfuerzo de sus viñas creciendo y madurando a más de 2.000
metros de altura.
O por qué no optar 2.000 kilómetros más al sur
de los Valles Calchaquíes, el deleite será de la mano de las modernas
bodegas patagónicas.
Recuerdos imborrables, placeres culinarios,
vinos únicos (y a su vez distintos), bodegas lujosas, modernas y siempre
cordialidad, servicio y entrega son las características del ya
establecido turismo enológico argentino. Sin dudas, destinos para
conocer y repetir.
Por Raymundo Ferraris, coordinador académico de Gato Dumas Escuela de Sommeliers,
que se aboca a la enseñanza de vinos, espirituosas y cocktelería.
Incluye un piso propio en el centro académico de Recoleta (Av. Córdoba
1751), una Tecnicatura en Sommellerie y un amplio set de capacitaciones.
Foto: Thinkstockphotos
Fuente: entremujeres.com
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