"En la Argentina, la vitivinicultura ha pasado por distintas etapas
en los últimos treinta años", explica un informe de Fundación
Mediterránea, que destaca que, "con la devaluación del 2002 y estando
preparados para competir con el mundo, se produjo una explosión exportadora del sector, ganando mercados en el mundo".
Esto permitió que los vinos argentinos pasaran de representar menos del 2% del mercado mundial -allá por el 2001-, a mostrar un share cercano al 4% durante los años 2009 y 2010.
Sin embargo, el informe elaborado por el analista Jorge Day, subraya
que "actualmente, en contexto de problemas de competitividad de origen
cambiario, la situación se ha complicado debido a que los costos internos se han elevado significativamente, afectando la rentabilidad del sector vitivinícola".
De este modo, la participación en el comercio mundial, se achicó al 3,5%.
Según datos brindados por Wines of Argentina, entidad responsable de la promoción del vino nacional en el mundo, las exportaciones no exhiben su mejor rostro en este 2013.
De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles, las ventas al mundo de vino fraccionado y a granel y mosto, totalizaron 332,4 millones de litros entre enero y octubre, lo que implicó una caída del 18% respecto del mismo período del año pasado.
Esta floja performance también repercutió en la generación de divisas: en dicho lapso, las exportaciones sumaron u$s919 millones, lo que significó una variación negativa de casi 6%.
A la hora de analizar el comportamiento de los envíos al exterior en función del formato, se observa que los vinos fraccionados en botella -que representan el 45% del total-, cayeron levemente, con una baja de apenas 1,1%.
En tanto, el vino a granel, el fraccionado en tetrabrick y aquellos exportados en otro tipo de envases (como bag in box), experimentaron fuertes derrumbes que fueron del 21% al 37%.
Incluso, tampoco se salvó del mal año el vino espumante, que en períodos anteriores se había mostrado muy dinámico, de la mano de verdaderas tasas chinas de crecimiento.
Entre enero y octubre se exportaron 3 millones de litros de espumante, lo que representó un descenso del 16%.
A la hora de analizar el comportamiento de los 10 principales mercados para el vino argentino, según los datos de WOfA, apenas 3 mostraron un incremento durante los diez primeros meses del año, en tanto que los 7 restantes exhibieron caídas.
Los países que continuaron traccionando al vino nacional con mayores importaciones fueron Estados Unidos -número uno en el ranking-, Reino Unido (4to. puesto) y México (6to. puesto).
En tanto, las mayores caídas corrieron por cuenta de Brasil, Suiza y Suecia.
Costos internos, el talón de Aquiles
Según el informe de Fundación Mediterránea, entre los años 2002 y 2012, las exportaciones de vino fraccionado argentino se sextuplicaron en montos y se triplicaron en cantidades exportadas.
"Que los montos exportados hayan aumentado más que sus cantidades es claramente una señal de mayores precios en dólares, los que se duplicaron en el periodo", recalcan.
En este escenario, hacen especial hincapié en el problema de los costos crecientes en dólares.
"Desde el año 2007, los costos unitarios han crecido a un mayor ritmo. En el término de cinco años, los precios de exportación del vino fraccionado han aumentado un 62% en dólares, mientras que el costo unitario argentino lo ha hecho al 90%", alertan.
A este problema, desde Fundación Mediterránea suman otros factores que están jugando en contra de las ventas al mundo de vino argentino:
• Retenciones a las exportaciones: actualmente están en el 5% del monto exportado.
Resulta una carga importante dado que ese porcentaje se paga sobre el
precio total de vino y también sobre otros insumos (botella, corcho,
cápsula, etc.). "Esto afecta negativamente a la rentabilidad del sector", aseguran.
• Falta de mano de obra para cosechar: a nivel
industrial, no hay problemas con la disponibilidad de personal, pero sí
se nota a nivel agrícola. Este hecho, según Fundación Mediterránea, se
explica por el riesgo que percibe el posible trabajador de perder los beneficios de los programas asistenciales, en caso de aceptar un trabajo. "Ante la dificultad para encontrar personas que puedan cosechar, aumenta aún más el costo laboral", destacan.
• Restricciones para importar: en las últimas dos
décadas, las bodegas en Argentina incorporaron tecnologías importantes,
que le permitió lograr una mayor presencia en los mercados y se evitó la
caída precipitada del mercado interno. "En este sentido, las restricciones para importar, establecidas por el Gobierno nacional, no contribuyen", sentencian desde la consultora.
• Transporte: dentro de éste, se pueden mencionar los costos de llevar el vino desde su lugar de elaboración hasta los puertos,
y los de hacer todo el trámite en aduanas. En los primeros se resaltan
los inconvenientes de una infraestructura vial no tan apropiada (estado
de rutas, falta de doble vía, los costos salariales del sector
transporte) y los de la inseguridad (que obliga a contratar empresas de
vigilancia de los camiones transportadores). En los segundos, está el
alto costo aduanero. De hecho, según relevamientos del Banco Mundial y
comparando con los principales exportadores de vinos, Argentina tiene los costos aduaneros más altos del mundo luego de Sudáfrica.
A modo de conclusión, desde Fundación Mediterránea aseguran que "es
un sector con alto potencial, en condiciones de competir con vinos
franceses, californianos y chilenos. Sin embargo, en la actualidad, la vitivinicultura nacional se halla en un contexto adverso:
costos crecientes en dólares, un mundo que se desacelera, presión
impositiva record, y con finanzas gubernamentales en problemas, que
genera demoras en la devolución de impuestos al exportador".
© Por J.D.W. - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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