Hablar de Monte Carlo es hacerlo también del Principado de Mónaco, una ciudad donde más del 80% de los ciudadanos que en ella residen son extranjeros, y donde tan solo unos 5.000 se consideran auténticos monegascos.
No obstante, este bello lugar ofrece a sus visitantes infinidad de posibilidades para el ocio, el deporte y la gastronomía, donde el famoso Alain Ducasse es punto y aparte.
Cuando oímos hablar de Monte Carlo, un pequeño rincón del sur de Europa ubicado entre la Costa Azul y la Riviera italiana, o lo que es lo mismo, algunos llegamos a pensar que se trata de un destino que está más allá de nuestras posibilidades, algo que probablemente sea cierto. Sin embargo, merece la pena visitarlo para que seamos nosotros mismos quienes lo podamos juzgar.
La historia del Principado de Mónaco revela lo disputado que fue este territorio por algunas de las principales potencias europeas a través de los siglos. Sus antiguos habitantes pertenecían a la familia que provenía de Portus Monoeci, de ahí su actual nombre "Mónaco", un viejo puerto que Hércules construyó bajo el promontorio del territorio conocido como “La Roca”. Siglos después, los Grimaldi se apoderaban de este lugar haciéndose pasar por simples monjes.
Y, hablando de “La Roca” o Le Rocher, el barrio más lujoso de la ciudad, hay que decir que ofrece estrechas y pintorescas callejuelas, plagadas de simpáticos y agradables restaurantes donde poder saborear una cocina de corte francés, o internacional, íntima bajo el calor de las velas, a un precio muy asequible. Aquí, también se encuentran los inmuebles más caros de Monte Carlo, cerca de 43.000.000 de euros (1.250 millones de las antiguas pesetas) es lo que habrá que pagar por una vivienda de 300 metros cuadrados si queremos vivir en este pequeño paraíso. Porque claro, vivir junto a la morada del Príncipe Rainiero III tiene un precio.
Pasear por la zona antigua de la ciudad, rodeados de viejas murallas, hará que conozcamos este bonito rincón de Mónaco. Además, sobre la marcha, podemos admirar el relevo de la Guardia de los Carabineros, que se realiza diariamente en la Plaza del Palacio a las 11:55, en punto.
Un poco más alejado del centro se halla el Jardín Botánico, un exótico y preciado tesoro para esta ciudad en cuyo interior se puede contemplar una amplísima flora subtropical, con siete mil variedades de plantas centenarias procedentes de México, o algunos árboles africanos que llegan a medir hasta quince metros de altura.
Fue el Príncipe Alberto I quien dotó a Mónaco de los elementos necesarios para darle un carácter todavía más moderno, mandando construir el Museo Oceanográfico, que es uno de los más completos del mundo en su especialidad. Un verdadero santuario que estuvo dirigido por uno de los oceanógrafos de renombre más populares del mundo, el Comandante Jaques Cousteau. Este Museo Oceanográfico es uno de los más emblemáticos y sobresalientes de la ciudad. Una construcción que se erige sobre un acantilado del litoral monegasco, dominando el mar Mediterráneo, y destinado a los “Creadores de la Verdad Científica”.
Este Museo es el más antiguo del mundo y uno de los más emblemáticos y sobresalientes de esta ciudad. Entre los mil y un detalles con los que cuenta el Oceanográfico de Mónaco, merece especial atención su Acuario, uno de los más espectaculares de Europa, con cerca de 4.500 peces, distribuidos en 90 estanques panorámicos. Y, en la planta baja encontramos la zona dedicada a la oceanografía zoológica, más conocida como “Sala de la Ballena”, y que está coronada por el esqueleto de un cetáceo de más de 20 metros de longitud. Dicho Museo que permanece abierto todo el año, acostumbra a recibir a más de un millón de visitantes anualmente. A pesar de los problemas de espacio que existen en el Principado, la bahía de Larvotto, donde se encuentra, ha sido declarada parque natural, por lo que está muy protegida a todos los niveles.
Pero, esto no es más que una de las mil atracciones que nos ofrece la ciudad ya que, cada día podemos ver espectáculos y exhibiciones de todo tipo, con manifestaciones de la talla del Gran Premio de Formula I, que se viene celebrando desde 1929, en el mes de mayo, al Gran Prix de Tenis, pasando por las diferentes Regatas de Vela y Motor que se desarrollan con frecuencia en su hermosa bahía. En definitiva, que este pequeño territorio que no sobrepasa los 2 kilómetros cuadrados de extensión, ofrece infinidad de posibilidades para amenizar la estancia de quienes lo visitan.
Desde siempre, la cocina monegasca, con especialidades francesas e italianas, ha sido una pasión en el Principado. Los platos a base de pescado y marisco, junto a los de la nueva cocina, merecen la pena. Uno de los diez mejores restaurantes del mundo es el “Le Louis XV”, con tres estrellas de la primera edición de la guía Michelin, y se encuentra en el Hotel de París. Se trata además de uno de los restaurantes más lujosos y famosos de Europa, y está regentado por el prestigioso Chef Alain Duccase. El mencionado restaurante cuenta con una bodega, con más de 100 años de historia, en donde se guardan algo más de 300.000 botellas entre vinos blancos y tintos, champañas y otras bebidas.
Cuando oímos hablar de Monte Carlo, un pequeño rincón del sur de Europa ubicado entre la Costa Azul y la Riviera italiana, o lo que es lo mismo, algunos llegamos a pensar que se trata de un destino que está más allá de nuestras posibilidades, algo que probablemente sea cierto. Sin embargo, merece la pena visitarlo para que seamos nosotros mismos quienes lo podamos juzgar.
La historia del Principado de Mónaco revela lo disputado que fue este territorio por algunas de las principales potencias europeas a través de los siglos. Sus antiguos habitantes pertenecían a la familia que provenía de Portus Monoeci, de ahí su actual nombre "Mónaco", un viejo puerto que Hércules construyó bajo el promontorio del territorio conocido como “La Roca”. Siglos después, los Grimaldi se apoderaban de este lugar haciéndose pasar por simples monjes.
Y, hablando de “La Roca” o Le Rocher, el barrio más lujoso de la ciudad, hay que decir que ofrece estrechas y pintorescas callejuelas, plagadas de simpáticos y agradables restaurantes donde poder saborear una cocina de corte francés, o internacional, íntima bajo el calor de las velas, a un precio muy asequible. Aquí, también se encuentran los inmuebles más caros de Monte Carlo, cerca de 43.000.000 de euros (1.250 millones de las antiguas pesetas) es lo que habrá que pagar por una vivienda de 300 metros cuadrados si queremos vivir en este pequeño paraíso. Porque claro, vivir junto a la morada del Príncipe Rainiero III tiene un precio.
Pasear por la zona antigua de la ciudad, rodeados de viejas murallas, hará que conozcamos este bonito rincón de Mónaco. Además, sobre la marcha, podemos admirar el relevo de la Guardia de los Carabineros, que se realiza diariamente en la Plaza del Palacio a las 11:55, en punto.
Un poco más alejado del centro se halla el Jardín Botánico, un exótico y preciado tesoro para esta ciudad en cuyo interior se puede contemplar una amplísima flora subtropical, con siete mil variedades de plantas centenarias procedentes de México, o algunos árboles africanos que llegan a medir hasta quince metros de altura.
Fue el Príncipe Alberto I quien dotó a Mónaco de los elementos necesarios para darle un carácter todavía más moderno, mandando construir el Museo Oceanográfico, que es uno de los más completos del mundo en su especialidad. Un verdadero santuario que estuvo dirigido por uno de los oceanógrafos de renombre más populares del mundo, el Comandante Jaques Cousteau. Este Museo Oceanográfico es uno de los más emblemáticos y sobresalientes de la ciudad. Una construcción que se erige sobre un acantilado del litoral monegasco, dominando el mar Mediterráneo, y destinado a los “Creadores de la Verdad Científica”.
Este Museo es el más antiguo del mundo y uno de los más emblemáticos y sobresalientes de esta ciudad. Entre los mil y un detalles con los que cuenta el Oceanográfico de Mónaco, merece especial atención su Acuario, uno de los más espectaculares de Europa, con cerca de 4.500 peces, distribuidos en 90 estanques panorámicos. Y, en la planta baja encontramos la zona dedicada a la oceanografía zoológica, más conocida como “Sala de la Ballena”, y que está coronada por el esqueleto de un cetáceo de más de 20 metros de longitud. Dicho Museo que permanece abierto todo el año, acostumbra a recibir a más de un millón de visitantes anualmente. A pesar de los problemas de espacio que existen en el Principado, la bahía de Larvotto, donde se encuentra, ha sido declarada parque natural, por lo que está muy protegida a todos los niveles.
Pero, esto no es más que una de las mil atracciones que nos ofrece la ciudad ya que, cada día podemos ver espectáculos y exhibiciones de todo tipo, con manifestaciones de la talla del Gran Premio de Formula I, que se viene celebrando desde 1929, en el mes de mayo, al Gran Prix de Tenis, pasando por las diferentes Regatas de Vela y Motor que se desarrollan con frecuencia en su hermosa bahía. En definitiva, que este pequeño territorio que no sobrepasa los 2 kilómetros cuadrados de extensión, ofrece infinidad de posibilidades para amenizar la estancia de quienes lo visitan.
Desde siempre, la cocina monegasca, con especialidades francesas e italianas, ha sido una pasión en el Principado. Los platos a base de pescado y marisco, junto a los de la nueva cocina, merecen la pena. Uno de los diez mejores restaurantes del mundo es el “Le Louis XV”, con tres estrellas de la primera edición de la guía Michelin, y se encuentra en el Hotel de París. Se trata además de uno de los restaurantes más lujosos y famosos de Europa, y está regentado por el prestigioso Chef Alain Duccase. El mencionado restaurante cuenta con una bodega, con más de 100 años de historia, en donde se guardan algo más de 300.000 botellas entre vinos blancos y tintos, champañas y otras bebidas.
Fuente: cartavariada.com
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