El modelo australiano, es sin duda, un caso de estudio para todos los países exportadores del Nuevo Mundo. Con "pros y contras", el gran crecimiento de Australia en los últimos 25 años muestra que "muchas cosas" se hicieron bien. Por esto durante la próxima edición del Foro Internacional Vitivinícola, que se realizará en el Auditorio Angel Bustelo el 2 de septiembre, expondrá Kym Anderson, un experto australiano, sobre las perspectivas de esta industria como un caso de estudio, mostrando las debilidades y fortalezas del modelo que catapultó sus exportaciones.
"Australia hoy exporta más de dos tercios de su producción (en 1980-84 era el 2 por ciento) y es el cuarto exportador en importancia, luego de Francia, Italia y España. La gran expansión de los viñedos que permitió este crecimiento ha resultado en una expansión superior a las ventas, definiendo una alta acumulación de stocks.", describe Anderson.
"El crecimiento -continuó- de las plantaciones de viñedo a partir de la década de 1990 en Australia primero y luego en otros países del Nuevo Mundo ha dado lugar a una producción que crece mucho más rápido que el consumo de vino en el hemisferio Sur. Inicialmente el crecimiento del producto fue impulsado por las perspectivas de crecimiento de las exportaciones a expensas de los consumidores llamados "baby boomers" que llegaron a edad de beber y los supermercados se convirtieron en un mercado importante para las ventas de vino al por menor. Sin embargo, la expansión en los mercados de exportación ha sido temporalmente interrumpida por la recesión a ambos lados del Atlántico Norte.
El experto sostiene que la crisis ha ocasionado una sobreoferta de vinos, por lo tanto, "el exceso de oferta mundial se ha traducido en un importante declive reciente de los precios de la uva y el vino y en los valores de los activos de viñedo y bodega en Australia, Nueva Zelanda y otros lugares".
Cuando se le pregunta por el mercado de Estados Unidos, uno de los principales destinos de los vinos fraccionados argentinos, Anderson indicó que "una reciente evaluación del impacto de los cambios demográficos previstos en los Estados Unidos durante las próximas dos décadas sugiere que el consumo de vino no crecerá mucho más rápido que la población general. La investigación concluye que las ventas de vino podrían aumentar de 280 millones de cajas de 9 litros en 2009 a alrededor de 400 millones en 2030. La investigación de James Lapsley también cree que los productores en el Valle Central de California, como los de las zonas calientes de regadío de Australia, están en problemas por el aumento de temperaturas y los precios del agua que hacen que sea difícil competir con los proveedores más pobres países del hemisferio Sur".
Después de la caída de las exportaciones de vino australiano, la siguiente pregunta es que pasará el negocio del vino en ese país. Anderson indicó que "hay razones para ser cautelosamente optimistas sobre el futuro de la industria del vino australiano. La recuperación no será fácil y no puede ser tan rápida como el resurgimiento de su caída a mediados de 1980. Ciertamente, importantes ajustes serán necesarios realizar en muchos de los jugadores del mercado. Sin embargo, si hay una voluntad de seguir invirtiendo para el largo plazo (en vez de sólo enfocarse en la declaración trimestral a los accionistas), y si el espíritu de colaboración anterior dentro de la industria puede ser re-vigorizado, un retorno a niveles normales, por lo menos de la rentabilidad, debería ser posible".
Biografía- Kym Anderson es Profesor en la Escuela de Economía de la Universidad de Adelaide.
- Director fundador del Wine Economics Research Centre de la Universidad de Adelaide.
- Director fundador del Centre for International Economic Studies, de la Universidad de Adelaide.
- Posee un PHD en Economía y Desarrollo del Comercio Internacional de la Universidad de Stanford, un M.A. de la Universidad de Chicago, un M.Ec de la Universidad de Adelaide y un B.Ag.Ec de la Universidad de Nueva Inglaterra.
- Es Vicepresidente de la American Association of Wine Economist y está asociado al Robert Mondavi Institute Center for Wine Economist, entre otros.
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