sábado, 21 de agosto de 2010

Con ojos argentinos

Una gran compañía química mundial como Dupont está enfocando todos sus cañones hacia la biotecnología y la producción de alimentos, como sus ejes conductores para las próximas décadas. Se trata de una empresa de envergadura como pocas, que facturó el año pasado U$ 26.000 millones y tiene 58.000 empleados, famosa por su peso desde 1802 en el negocio de la pólvora y en la invención del teflón, la lycra y el nylon, entre otros productos.

Que una compañía así se enfoque primariamente en la producción de alimentos y la agricultura muestra cuáles serán algunas de las demandas centrales del mundo de los próximos años y cuáles los sectores estratégicos. Esa visión sirve para evaluar las tendencias de largo plazo en el agro. Clarín Rural recorrió laboratorios, centros de investigación y campos experimentales de la compañía, hace pocos días, en el Estado de Delaware, en EE.UU..

Wilmington, una ciudad de menos de 100.000 habitantes, en Delaware, sobre la costa este del país, cobija a la sede mundial de la compañía. Aquí se estableció la familia Dupont en 1802 y comenzó con la pólvora. Y aquí sigue hoy, pero con un foco totalmente distinto.

Tanto es así que el rubro que más aportó a los 26.000 millones de dólares en ventas del 2009 fue el de agricultura y nutrición, con algo más de 8.000 millones. Por su parte, de los 1.400 millones de dólares que invirtió en 2009 en investigación y desarrollo, 50% fue en temas vinculados a la producción de alimentos.

George Poe, responsable global de operaciones de la compañía, comentó a Clarín Rural que, siguiendo la historia de aquellos inventos revolucionarios, quieren ser la compañía de ciencia más dinámica del mundo. “Cuando un país prospera, lo primero que la gente aumenta es el consumo de alimentos. Y eso es lo que está pasando en buena parte del mundo. Pero el incremento debe venir por la productividad, porque la cantidad de tierra no puede expandirse mucho más”, indicó.

“Debemos apuntar a más rendimiento y calidad. Mejor protección de los cultivos y flexibilidad y nuevas herramientas para el manejo de la resistencia”, agregó. Y puntualizó que creen que una de sus importantes fortalezas es que a su negocio de producción de cultivos suman (como pocas compañías en el mundo) otro de semillas (Pioneer), lo que les permite ver desafíos y soluciones de manera integral.

En Argentina, Dupont lanzó recientemente su marca de semillas Arvales, con la que pretende pisar fuerte en maíz y que se maneja de manera independiente al negocio de Pioneer en nuestro país, aunque ambos tengan acceso al germoplasma que aquí se desarrolla.

Mark Thompson, manager corporativo de Investigación, que trabaja en uno de los centros de investigación de Dupont cercano a Wilmington, indicó a Clarín Rural y a un importante grupo de productores, técnicos referentes y representantes del INTA, AACREA y AAPRESID que visitaron la compañía, que una de las últimas divisiones que crearon es la de biociencias aplicadas, que combina el conocimiento en productos agrícolas, biotecnología y nuevos descubrimientos en otras áreas, para obtener productos que están tanto en los autos como en la medicina, por ejemplo. El denominado BIO-PDO es uno de esos casos: se trata de un polímero que se elabora a partir del maíz y que se puede usar en alfombras, cosméticos y detergentes.

Adriana Tomas, una bióloga argentina recibida en la universidad de Córdoba que luego de su doctorado en patología vegetal en Kansas se quedó a trabajar en EE.UU. y ahora lo hace en Dupont/Pioneer, dijo que la compañía es número uno del mundo en clonación de genes, que luego se pueden expresar en algún producto biotecnológico. Y que están trabajando para incorporarlos principalmente en maíz, pero también en soja.

Apuntó principalmente a eventos de tolerancia a sequía, eficiencia de uso de nitrógeno y mayor rendimiento. Algunos de sequía permiten evitar pérdida de rendimiento cuando la falta de agua es transitoria, sobre todo en períodos como floración y llenado de grano. A esto están apuntando con productos transgénicos y también con técnicas de mejoramiento tradicional, con genes nativos.

En soja, dijo Tomas, oriunda de Río Cuarto, la mayoría de los productos en desarrollo son para proteger al cultivo, por ejemplo de roya, esclerotinia o insectos, aunque otros aportarán aceites con alto contenido oleico, en prelanzamiento ya en esta campaña en EE.UU..

Daniel Ploper, director de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, de Tucumán (uno de los invitados), evaluó que le llamó la atención todo lo que está en “la cocina” en materia de desarrollos biotecnológicos. “De los 28 eventos transgénicos en soja que serán liberados de aquí a 2020, la mitad pertenecen a Dupont/Pioneer”, detalló el científico. Y agregó que “de los 28 eventos, 12 tienen que ver con calidad industrial y características nutricionales, mientras que los restantes 16 se refieren a características agronómicas, como resistencia a insectos, herbicidas y enfermedades”. De todas formas, Ploper tiró un baldazo de realidad cuando puntualizó que “algunos de esos materiales genéticos, sobre todo los que estén en soja y trigo, difícilmente lleguen al país mientras no se resuelva un mecanismo para que los obtentores puedan cobrar por la propiedad intelectual de sus desarrollos”.

Cerca de allí, en Newark, Delaware, están los laboratorios Stine-Haskell, de Dupont, donde la jefa de Desarrollo Global de productos para la protección de cultivos, Julia Wheeller, destacó las características de Rynaxypyr, al que definió como “el más seguro insecticida en el mercado”.

Roberto Peralta, especialista en plagas y profesor de la Universidad Católica de Córdoba, presentó en ese centro de investigación, frente a importantes ejecutivos de Dupont, los ensayos llevados a cabo en su provincia con Coragen, el insecticida cuyo principio activo es, justamente, el Rynaxypyr.

Indicó que el producto tiene una alta persistencia y que registraron que provoca la muerte de los insectos plagas aún hasta 41 días después de aplicado, aunque, obviamente, con una mortandad decreciente a partir del momento de aplicación. Wheeler, por su parte, también habló del Cyazypyr, al que definió como un primo cercano del Rynaxypyr, que será lanzado en EE.UU. hacia fines del 2012, pero que se está evaluando en Argentina desde hace 2 años. Apunta fuerte a especialidades como frutas de pepita y carozo, aunque se están haciendo pruebas en las sojas de Las Pampas.

Más allá de detalles técnicos, lo que quedó en claro en Delaware, el Estado más antiguo de EE.UU., es que el negocio agropecuario tiene un gran futuro. Y que vendrá repleto de tecnologías que habrá que conocer bien para incorporar las que mejor se ajusten a cada sistema de producción, en busca de mayor productividad.

Inconfundible acento cordobés

Uno de los temas en los que trabajó y trabaja fuerte Dupont, a través de su semillera Pioneer, es el Mal de Río Cuarto, que tantos estragos ha causado en los maíces de la Argentina en varias campañas. En ese punto, entre otros, se ha enfocado la bióloga argentina Adriana Tomas, justamente oriunda de Río Cuarto, que hace muchos años vive en Estados Unidos y es empleada de esta compañía.

La importancia que aquí le otorgan a este problema lo marca, entre otras cosas, el hecho de que las investigaciones se llevaron a cabo en conjunto entre los centros que la compañía tiene en Pergamino, aquí en Delaware, en el estado de Iowa (pleno Cinturón Maicero estadounidense) y en Hawai, además de la colaboración de especialistas en la misma Río Cuarto.

Sobre resistencia, arena y carne

Mark Van Gessel es especialista en malezas resistentes de la Universidad de Delaware. En el campo experimental de esa casa de estudios, en la localidad de Georgetown, mostró los ensayos que llevan a cabo, con la colaboración de Dupont, sobre resistencia a la aplicación de varios productos y sobre diversas malezas, como rama negra, inclusive en soja.

Marcelo Carmona, fitopatólogo de la UBA que participó de la delegación argentina que visitó la región, consideró que es muy importante el compromiso en el monitoreo de la resistencia, ya sea en hongos, malezas o plagas.

“Así se puede tener un seguimiento real del comportamiento de los insecticidas y otros productos, para detectar a tiempo posibles complicaciones. Creo que esto debería hacerse más en Argentina”, indicó.

Por su parte, Van Gessel trazó, además, un panorama de lo que sucede en la agricultura de este Estado.

Aquí, toda la producción de maíz se convierte en carne, principalmente de pollo, por lo cual tienen que “importar” cereal de los vecinos.

En esta zona, el principal cultivo es el maíz, seguido por la soja y el trigo. Y los suelos son extremadamente arenosos, por lo cual requieren de lluvias muy frecuentes, por su baja capacidad de almacenamiento de agua. No es casual que 40% de la superficie de maíz tenga riego (los pivotes se ven por todos lados).

Fuente: clarin.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina