Los interiores del Palacio Potala, la casa auténtica del Dalai Lama, hace un tiempo que están “vacíos” debido a la ocupación China. La ciudad de Dharamsala, en la India, es desde hace años el refugio de los exiliados budistas, incluyendo al Dalai Lama, y por ello, un creciente destino turístico de gran valor espiritual y simbólico.
Dharamsala está situado en un valle en la zona de las montaña Dhauladar, en India. Sobre la zona alta de la ciudad, se encuentra la zona llamada McLeod Ganj,
a unos 1.700 metros de altura, en medio de un paisaje de bosques, el
área elegida por los refugiados tibetanos para su exilio, luego de la
autorización por parte del Primer ministro indio. La zona, es escenario
de decenas de monasterios, templos y escuelas, una reproducción a escala
de la ciudad de Lhasa, o mejor dicho, de su estilo.
Por supuesto que el turismo es un caudal importante de ingresos tras años de fama forzada en Dharamsala.
La llegada del Dalai Lama ha marcado un antes y un después en lo que era una tranquila aldea de montaña.
En la actualidad, Dharamsala contrasta con las ciudades del entorno
por su ambiente tibetano extrapolado desde los territorios del Himalaya anexados
por China. La ciudad en lo alto, posee una tranquilidad apropiada
siendo un centro espiritual budista. Pero lo curiosos es como un paraje
relativamente irrelevante hasta la llegada del Dalai Lama, es hoy un
poblado pequeño, pero multicultural, lleno de gente que llega desde
todas partes del mundo.
Dharamsala se encuentra en el sector Indio del
Himalaya, a unas 12 horas en autobús desde Nueva Delhi. En ella podremos
entrar en contacto con la religión budista, visitar sus templos y
monasterios, y con algo de suerte, presenciar el retorno del Dalai Lama
de algunos de sus viajes, cuando toda la ciudad se viste acorde a la
celebración.
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