Algunos datos de cosas que me encantan de Singapur: 99% de sus hogares tienen acceso a Internet banda ancha, los billetes, en vez de tener próceres en la parte de atrás tienen por ejemplo jóvenes en pupitres con una universidad al fondo, la educación es la obsesión de ese país.
Toda la población debe ser bilingüe, su idioma oficial es el inglés pero también deben aprender alguno de los siguientes idiomas: mandarín, tamil o malayo, dependiendo del origen de los padres.
En Singapur toman mucho en cuenta la meritocracía, que además se aprende desde los primeros grados de primaria. Tienen campañas en los medios de comunicación para atraer a los mejores estudiantes a la carrera docente, que además están muy bien remunerados, su salario se asemeja al de los ingenieros.
La gastronomía en Singapur es un ejemplo de diversidad, influenciada por la cocina Malasia, China, Indonesia, India y occidental debido a que es un país fundado por los británicos. Mucho del turismo gira en torno a la gastronomía. La mayor parte de los ingredientes son importados (como casi todo en Singapur).
Una curiosidad que siempre captó mi atención fueron los 12 años que pasaron en Singapur sin poder comer chicle. Prohibido en 1992, principalmente por 3 razones: el costo de despegarlos de las calles de la ciudad, el costo de arreglarle los dientes a los habitantes y por último hacían que los trenes no pudieran ser 100% puntuales porque se atascaban en las puertas de los vagones. Todavía hay restricciones en este punto: tienes que tener un certificado, únicamente pueden consumir chicles por razones medicinales (nicorette por ejemplo) y se consigue es en las farmacias.
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