Es más, está considerada la perla de la vinicultura alemana. “Puede decirse sin más que Alemania es la patria del Riesling, ya que aproximadamente el 60% de toda la uva Riesling del mundo crece en viñedos alemanes”, dice Ernst Büscher, del Instituto Alemán del Vino (DWI).
Con su larga tradición –su mención como casta de vino blanco se remonta al siglo XV-, la uva Riesling ha dado una decisiva impronta a la vitivinicultura alemana. A través de su cultivo en viñedos de monasterios, la uva Riesling puso acentos en la cultura del vino alemán ya a partir del siglo XVII. El Riesling alemán es hoy sinónimo de calidad con garantía de autenticidad, ya que las mejores cepas Riesling crecen en viñedos alemanes.
“La diversidad de terruños en las zonas de cultivo garantiza una gran variedad de sabores, lo que conforma la fascinación del Riesling alemán”, resalta Ernst Büscher. Y a ello a pesar de que —o quizás justamente por ello— Alemania es en cuanto a vinicultura un país limítrofe.
Las regiones de cultivo clásico de Riesling en Alemania se hallan en los confines septentrionales de las franjas de cultivo de vino en el mundo, en torno a los 50° de latitud. Esa ubicación es simultáneamente muy favorable para la uva Riesling, que prefiere zonas más bien frescas. Hoy en día la uva Riesling es cultivada en más de 19 mil hectáreas -la quinta parte de las tierras dedicadas al viñedo en Alemania.
En las regiones vitivinícolas alemanas marcadas por un clima continental con veranos calientes e inviernos fríos, la uva Riesling madura lentamente, no culminando el proceso sino a partir de mediados de octubre hasta fines de septiembre. El resultado de ese largo periodo de maduración es una gran variedad de sabores.
Esa vasta gama de aromas garantiza también con bajas graduaciones alcohólicas una gran brillantez de sabor y fina riqueza de aromas.
El fuerte de ese tipo de uva blanca son sus multifacéticos sabores desde el limón y el durazno (melocotón) hasta las dulces mieles. A ello se agrega la singular combinación de ácidos y extracto, que hace disfrutar de todas las graduaciones de dulzor, destacando simultáneamente su brillantez.
La uva Riesling permite la expresión de numerosos estilos, estando considerada por ello un versátil acompañante de platos. Desde los secos hasta los naturalmente dulces, desde el sencillo vino de mesa hasta las especialidades y también como delicado vino de hielo… el Riesling es siempre un gozo.
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