martes, 15 de junio de 2010

La versatilidad del ‘riesling’


La variedad elegida para esta nueva entrega de Cepa a cepa es la más fina y mejor conocida de las variedades de uva blanca de Alemania. En efecto, la riesling determina como ninguna otra la imagen de Alemania, ya que está considerada como la perla de la viticultura germana. Las mejores cepas de dicha variedad crecen en muchos de los viñedos del país centroeuropeo y hoy en día el riesling es sinónimo de calidad y garantía de autenticidad.

Es una de las variedades foráneas que más me entusiasman como sumiller por su gran diversidad de aromas y variedad de sabores, lo que la hace muy fascinante a la hora de los maridajes, capítulo que comentaré más adelante.

No hay que dudar que Alemania tiene suerte en el cultivo de la riesling por su clima óptimo, con regiones muy frescas. Actualmente, esta uva se cultiva en más de 19.000 hectáreas. Al ser un clima continental, con veranos calurosos e inviernos fríos, la uva madura muy lentamente, lo que da como resultado una enorme variedad y complejidad de sabores. Los expertos coinciden en resaltar la importancia que tiene la ubicación de muchos de los viñedos en la región montañosa de los Vosgos, al este del río Rin (Rhein, en alemán). Dichos viñedos se concentran en una estrecha franja, que corre en dirección norte-sur, proporcionando un buen equilibrio entre las temperaturas, el drenaje y la insolación. De ahí la excelente calidad de la uva.


Por supuesto que todo este conjunto de aromas y sabores aterriza con una garantía de bajas graduaciones alcohólicas, un gran brillo de sabor y una sorprendente riqueza aromática. La mayoría de los vinos que he podido catar elaborados con esta variedad me han parecido siempre muy expresivos y elegantes, con sabores que van desde el limón hasta la miel, pasando por el melocotón. La riesling nos deleita tanto a través de vinos secos como con los naturalmente dulces. Y, por supuesto, con el delicadísimo vino de hielo.

Resulta especialmente interesante el trabajo que realizan conjuntamente los enólogos Luis Armero, afincado en Felanitx, y Christoph Hammel, de la localidad alemana de Kirchheim/Weinstrabe. Uno de sus vinos es el Armero-Hammel 07 Cuvee I, blanco elaborado con la variedad autóctona mallorquina premsal y las alemanas riesling y scheurebe. Entre los vinateros mallorquines que trabajan esta variedad foránea, destaca también Miquel Gelabert, con su Blanc Sa Vall.

La uva riesling permite un gran abanico de estilos para el sumiller y está considerada como una versátil acompañante de numerosos platos. Uno de mis maridajes preferidos y que a simple vista puede resultar sorprendente es la tradicional sobrasada mallorquina con una copa de riesling. La grasa de la sobrasada unida a la untuosidad del riesling hace que el embutido no resulte amargo ni aceitoso en boca. Todos los aromas terpénicos (pertenecientes a la uva) de dicha variedad quedan acentuados, lográndose un matrimonio dulce-salado muy elegante. El paso por boca es limpio y arrastra todo el excedente de grasa, invitando a probar otro bocadito.

Otro de los platos que les sugiero que prueben con un trago de riesling es el popular salteado de espárragos trigueros. La untuosidad de la variedad atenúa el punto amargo de los brotes y pasa a resaltar tanto los sabores herbáceos del espárrago como la frescura de la uva. Como ven, es una variedad para relajarse e ir descubriendo sus virtudes.

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