La
llegada del verano es un momento óptimo para incorporar hábitos
saludables que permiten el descenso de peso, en especial tras los
clásicos excesos alimentarios que se cometen en las Fiestas. Las altas
temperaturas, los días más largos y las vacaciones son una buena
combinación para dedicar más atención a comer bien y hacer actividad
física, dos aliados para bajar de peso.
Movete chiquita, movete
No
se trata de ayunar ni de "matarse" en el gimnasio. De hecho, ambas
conductas serían peligrosas, ya que podrían llevar a una
descompensación. Lo ideal es adoptar medidas que pueden continuarse en
el tiempo, tales como hidratarse bien (bebiendo seis o más vasos de agua
al día), evitar las comidas grasosas, preferir los vegetales y frutas, y
moverse, siempre en forma inteligente.
Las
"olas de calor" no son excusa para quedarse quieto: una caminata diaria
de 30 minutos a paso medio o rápido, muy temprano o a la noche, es todo
lo que hace falta para mantenerse activo pese a las altas temperaturas,
y sin poner en riesgo la salud. Correr bajo el rayo del sol es
contraproducente, pero también lo es sentarse hasta que termine el
verano. También es importante tomar mucho líquido antes, durante y
después de hacerlo y, sobre todo, no salir en ayunas, porque está
comprobado que así se pierde masa muscular y no grasa. Todo ejercicio
aeróbico es útil: caminar, correr, trotar, nadar, bailar, andar en
bicicleta, entre 30 y 60 minutos por día, todos los días.
Menú bajas calorías, a la carta
En
cuanto a la alimentación, el verano es una ocasión excelente para
"hacerse amigo" de las frutas y verduras. Es época de frutas
refrescantes como la sandía, el melón, el durazno, que proporcionan
vitaminas, minerales, azúcares saludables y líquido en forma natural.
Las ensaladas, condimentadas con aliños de limón o vinagre o aceto y
hierbas, son uno de los platos ganadores de esta temporada: son frescas,
aportan nutrientes beneficiosos y tienen pocas calorías. Lo más
calórico de una ensalada es el aceite: se recomienda no excederse de una
cucharada sopera por comida.
En
relación a las carnes, una porción del tamaño de la palma de una mano
por día, a la plancha, a la parrilla o al horno, escapando de las
frituras y de los cortes grasos, es lo ideal. Los almidones como una
papa o batata, o cereales como el arroz o el trigo, aún en forma de
pastas, ocupando medio plato, tiene un rol como aportador de energía, en
una de las comidas del día.
Con
respecto a las bebidas, lo ideal es que sean sin azúcar agregada, y sin
alcohol. Beber una cerveza fría puede ser refrescante, pero suma gran
cantidad de calorías que pueden evitarse simplemente optando por agua
fresca, con o sin gas.
Y
si para descansar de la cocina toca comer afuera, esto no es excusa
para excederse en la ingesta: en la actualidad, todos los restaurantes
ofrecen opciones saludables, desde ensaladas y vegetales al vapor hasta
carnes grilladas. Es preciso evitar los postres cremosos, las frituras y
las salsas con alta densidad calórica.
Cada
persona debe elegir su estilo de vida saludable, que se refleje en cada
aspecto de sus actividades cotidianas. Bajar de peso sin cambiar de
"chip" en lo que hace a la alimentación y el ejercicio va a llevar a un
"efecto rebote" en la mayoría de los casos. En cambio, introducir pautas
sencillas y eficaces para el manejo de peso permite lograr resultados
duraderos.
Por
el doctor Silvio Schraier, médico especialista en nutrición,
ex-Presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, director de la
Carrera de Médicos Especialistas en Nutrición de la Facultad de Medicina
de la UBA.
Foto: Getty
Fuente: entremujeres.com
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