martes, 27 de mayo de 2014

El 80% de los argentinos no ingiere la cantidad recomendada de lácteos

Aunque resulte paradójico, en este país en el que la vaca llegó incluso al estatus de ícono artístico se toma poca leche y se consume una cantidad insuficiente de sus productos derivados. El déficit podría privar de los efectos benéficos de estos alimentos no sólo en la niñez y la adolescencia, sino a lo largo de toda la vida.

Tales son las conclusiones a las que llegó la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) basándose en estudios locales e internacionales, que sugieren que un consumo adecuado de lácteos no sólo ayuda a formar huesos fuertes, sino que brindaría compuestos que en los últimos cinco años se asociaron con una disminución en el riesgo de enfermedades inflamatorias crónicas sistémicas, como la diabetes tipo II, la hipertensión y las cardiopatías.

"Los argentinos tomamos menos productos lácteos de lo que deberíamos -sintetizó el doctor César Casávola, presidente de la SAN, durante una pausa de la 1» Jornada Internacional de Productos Lácteos y Nutrición Humana, organizada en la Universidad Católica Argentina-. En la consulta diaria uno ve que estamos plagados de mitos, como por ejemplo que la leche impide la cicatrización de las heridas..."

Según recomendaciones internacionales, para satisfacer nuestras necesidades, el consumo promedio por habitante debería ser de alrededor de un gramo de calcio por día (880 mg, en promedio, con variaciones de acuerdo con la edad). Sin embargo, según explica el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), "hoy, si se distribuyera todo el calcio disponible, apenas si se cubriría el 60%".

El estudio "Patrones de consumo de lácteos y calcio en la población argentina", realizado por Cesni en cinco ciudades y sobre 1500 personas, indica que los lácteos aportan en nuestra dieta habitual el 68% del calcio total. De los 634 mg diarios que ingerimos, 410 provienen de los lácteos y 224, de otros alimentos, como las frutas secas, los pescados con espinas (anchoas, por ejemplo) o el brócoli.

"El trabajo indica que dos de cada tres adultos no consumen las dos porciones de lácteos recomendadas por las guías alimentarias de nuestro país, y nueve de cada 10 adolescentes y siete de cada 10 escolares no alcanzan a consumir las tres porciones aconsejadas -puntualiza Carmuega-. En consecuencia, tres de cada cuatro escolares y nueve de cada 10 adolescentes y adultos no cubren el consumo recomendado de calcio."
En el país se producen más de once mil millones de litros de leche, pero se consumen alrededor de 8500 millones. Si se quisiera compensar con lácteos los déficits de calcio obtenido de otros alimentos, este último número debería ascender a 10.000 millones.

Si bien este micronutriente es primordialmente necesario durante la niñez y la adolescencia, los efectos de su carencia se expresan más tarde. "El esqueleto de un recién nacido tiene 25 gramos de calcio; el de una mujer adulta, 1 kg -ilustra Carmuega-. Esta diferencia en la composición ósea refleja la cantidad de este elemento que debe ser absorbida de la dieta durante la etapa de crecimiento. Por eso, hay quienes dicen que la osteoporosis debería ser considerada una carencia infantil que se manifiesta en la vida adulta."

Aunque el pico de la masa ósea al que llegaremos está determinado genéticamente en un 80%, queda un 20% en el que se puede actuar a través de la alimentación y de la actividad física. "Cuando hay muy bajo consumo de calcio (o sedentarismo extremo, o anorexia nerviosa en la adolescencia), por cada desvío estándar que disminuyo del promedio de la población duplico la posibilidad de tener fracturas en la menopausia -precisa la doctora Beatriz Oliveri, investigadora del Conicet, endocrinóloga y especialista en metabolismo óseo-. Se vio que si uno les da calcio a chicos que tienen muy baja ingesta, mejora la masa ósea, pero si el consumo es normal, no mejora. También se mostró que es mejor ingerir el calcio en los lácteos que en suplementos. Y que, para la salud de los huesos, tan importante como el calcio es la actividad física y tener buenos hábitos de vida: no fumar, no tomar alcohol y bebidas colas en exceso, y no hacer dietas muy restrictivas."

¿Cómo llevar esto a la práctica? Los médicos sugieren desayunar con leche, comer un snack con yogur y agregarle queso a la comida. "Que nadie dude de que la leche de madre es el mejor alimento por debajo de los dos años -concluye Carmuega-. Pero a partir de allí, en lo que hoy coincidimos es en que los lácteos no sólo satisfacen las necesidades de calcio, sino que también reducen el riesgo de otros cuadros frecuentes."

Tomar leche de otra especie

Hay médicos que plantean que después del destete la leche es innecesaria, ya que los humanos somos los únicos que tomamos leche de otra especie. Sin embargo, para la doctora Beatriz Oliveri, "Los trabajos que hay son positivos para el consumo de lácteos". Según Carmuega, "Hoy, la intolerancia a un vaso de leche es muy baja; nuestra flora tiene la capacidad de digerir y absorber la lactosa, y ésta ejerce efectos favorables sobre el microbioma bacteriano intestinal"

Fuente: lanacion.com.ar

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