viernes, 23 de mayo de 2014

Beneficios de la pera para la salud

Conocida desde tiempo inmemorial, la pera (Pirus comunnis) tuvo su origen en el oeste asiático y fue cultivada por egipcios, griegos y romanos. Hay restos arqueológicos del tercer milenio a. C que así lo atestiguan.

En China, la pera –lo mismo que el peral– es un símbolo de longevidad, a la vez que la sutilidad de sus flores sugiere la fragilidad. En los sueños, la pera tiene un significado típicamente erótico al tratarse de una fruta dulce y jugosa que evoca la sensualidad.

Existen numerosas variedades, con sabores y colores diferentes. Es una fruta de todas las estaciones, pero no se conserva bien, aunque guardada en la nevera dura varios días.

Es una de las frutas mejor toleradas por el organismo y la menos alergénica. Cuando está madura es generalmente muy digestiva. De ahí el dicho popular: «peras, cuantas quieras».

La pera es refrescante y nutritiva, aporta minerales y oligoelementos (cobre, magnesio, manganeso, yodo y sobre todo potasio), vitaminas y enzimas. Aunque es una fuente apreciable de vitamina C, se necesita comer cuatro o cinco para satisfacer el requerimiento diario de una persona. Un par de piezas cubren alrededor del 10% de las necesidades diarias de ácido fólico y de vitamina E.

Rica en levulosa

Esta fruta constituye una fuente de energía rápida. Una pera (150 g) aporta aproximadamente unas 70 calorías, la mayor parte de las cuales se encuentran en forma de azúcares, pero debido a la presencia de levulosa es muy bien tolerada por los diabéticos. También es rica en fibra insoluble y soluble (este último tipo en menor cantidad, aunque se encuentra en mayor proporción en la pera desecada).

Respecto a otros fitocomponentes, hay una cierta proporción de ácidos orgánicos y taninos, de acción astringente y antiinflamatoria.

Propiedades medicinales

Las virtudes de la pera pueden enumerarse diciendo que es un alimento diurético, uricolítico (disuelve el ácido úrico), depurativo, laxante, remineralizante, estomáquico, astringente y sedante. De manera que su uso estará indicado sobre todo en los siguientes casos: reumatismo, gota, artritis, estrés, anemia, diarrea, obesidad e hipertensión arterial.

La pera es de fácil y rápida digestión cuando está tierna y madura. Quienes tengan un aparato digestivo algo delicado, pueden tomarla cocida. Pierde así, no obstante, gran parte del contenido vitamínico, aunque no los minerales e hidratos de carbono.

La pera ejerce una suave acción astringente y evita la putrefacción y flatulencias intestinales, típicas por ejemplo de la colitis.

La pera favorece además la eliminación de ácido úrico a través de la orina. Tiene asimismo un efecto alcalinizante de la sangre, lo que la hace indicada en dietas depurativas, contribuyendo a neutralizar el exceso de residuos tóxicos propios de una dieta rica en productos de origen animal.

También está indicada en el caso de exceso de peso. En efecto, cuando se desea eliminar grasa o combatir una retención acuosa, la pera es un alimento muy conveniente. En primer lugar por su bajo contenido calórico y en segundo lugar por su elevado poder diurético (mayor eliminación de agua a través de la orina).
Además, es conocido el efecto hipotensor de la pera por su acción estimulante de la formación de orina, lo cual ha sido científicamente comprobado. Ello se debe a la casi nula presencia de sodio (que retiene agua, aumentando el volumen y la presión de la sangre) y a su elevado contenido en potasio (125 mg por 100 g), con efecto contrario.

Fuente: cuerpomente.es

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