Energéticamente el desayuno debe ser más importante que la cena ya que nos prepara para el inicio del día, por tanto casi todas las calorías del desyauno las vamos a quemar durante la mañana. Lo contrario ocurre en la cena, donde después viene un período de baja actividad y el organismo apenas consume esas calorías.
De ahí la importancia de desayunar bien y cenar con cuidado si queremos perder peso. Un desayuno escaso va a hacer que al poco tiempo sintamos mucho apetito y en la siguiente comida podamos cometer un exceso calórico. Y una cena copiosa va a propiciar que almacenemos en forma de grasa los nutrientes que sobran.
En dietas de adelgazamiento no hace falta reducir el desayuno a un té y una pieza de fruta, con eso es imposible que tiremos toda la mañana, a no ser que antes de la comida principal a mediodía hagamos una o dos colaciones con más alimentos: sandwich, galletas o similar.
Al igual, debemos de restringir las calorías de la cena, que es donde nos solemos pasar más, quizás porque es la última comida del día y la hacemos sin prisa y con mucha hambre arrestrada de toda la jornada. Pero no caigamos en el error de suprimir la cena, es una comida más que nos ayuda a obtener nutrientes y balancear la dieta. Sí puede ser de ayuda no cenar muy tarde y hacerlo un par de horas o tres antes de irnos a la cama.
Recuerda que perder peso es cuestión de tener un balance energético negativo: gastar más de lo que ingerimos. El desayuno y la cena son dos comidas claves que nos pueden dar un buen empujón, pero no lo van a hacer todo. Es imprescindible complementar con un programa de ejercicio físico.
De ahí la importancia de desayunar bien y cenar con cuidado si queremos perder peso. Un desayuno escaso va a hacer que al poco tiempo sintamos mucho apetito y en la siguiente comida podamos cometer un exceso calórico. Y una cena copiosa va a propiciar que almacenemos en forma de grasa los nutrientes que sobran.
En dietas de adelgazamiento no hace falta reducir el desayuno a un té y una pieza de fruta, con eso es imposible que tiremos toda la mañana, a no ser que antes de la comida principal a mediodía hagamos una o dos colaciones con más alimentos: sandwich, galletas o similar.
Al igual, debemos de restringir las calorías de la cena, que es donde nos solemos pasar más, quizás porque es la última comida del día y la hacemos sin prisa y con mucha hambre arrestrada de toda la jornada. Pero no caigamos en el error de suprimir la cena, es una comida más que nos ayuda a obtener nutrientes y balancear la dieta. Sí puede ser de ayuda no cenar muy tarde y hacerlo un par de horas o tres antes de irnos a la cama.
Recuerda que perder peso es cuestión de tener un balance energético negativo: gastar más de lo que ingerimos. El desayuno y la cena son dos comidas claves que nos pueden dar un buen empujón, pero no lo van a hacer todo. Es imprescindible complementar con un programa de ejercicio físico.
Fuente: vitonica.com
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