Trajo Colón de Islas Canarias, en su segundo viaje las zocas, raíces de caña de azúcar, sin imaginar que con ellas sustituiría al oro que vinieron buscando en esta isla, llamada Cipango por sus aborígenes. En memorando a los Reyes Católicos, escribió: “Las cañas de azúcar unas poquitas que se pusieron han prendido”.
Las condiciones climáticas de nuestro país: sus fértiles tierras, sus aguas y sol, hicieron posible que crecieran los plantíos alrededor de los cacicazgos indios, naciendo de este modo la caña de azúcar cubana.
La cunyaya, aparato indígena, se cuenta como el primer instrumento empleado para extraer el guarapo (jugo de caña). A este le sucedieron trapiches, tirados por fuerza animal (caballos y bueyes), ingenios con fuerza hidráulica (poderosos equipos de agua) y por último, los centrales.
La mano de obra aborigen fue sustituida por los negros esclavos traídos de Africa, resultando un factor importante en el desarrollo de la industria azucarera. Ya en el año 1539, en una Real Orden de Carlos V se relacionaban varios productos de la industria cañera: azúcar blanco, cuajado y purificado, azúcar refinado, espumas, reespumas, caras, cogullos clarificados, mieles y remieles.
El padre Jean Baptiste Labat observó que “los salvajes, los negros y los pequeños pobladores de la isla ”fabrican una bebida fuerte y brutal a partir del guarapo de caña, que los alegraba y reponía de sus fatigas. Es de esa bebida fermentada de la que se tiene conocimiento en Europa a principios del siglo XVIII, conocimiento que llega entre otras vías por corsarios y piratas, agentes comerciales de esta bebida, entre los que se destaca Francis Drake, que dejó castellanizado un trago popular, el draque, fundamentalmente a base de aguardiente.
El aguardiente, que para los cubanos significa aguardiente de caña, identificado en esa forma en las Antillas, Colombia, Honduras y México, es un producto obtenido de la fermentación y destilación de las mieles de caña de azúcar, se destaca por su transparencia y agradable aroma, y forma parte importante del proceso de fabricación de los rones cubanos.
En 1791, Cuba se convierte en el monopolio de las exportaciones de azúcar hacia Europa, como consecuencia de la revuelta de los esclavos en Haití, que motivaron la destrucción de los ingenios azucareros.
A inicios del siglo XIX, con la introducción de la máquina de vapor, los cañaverales y las roneras se multiplican por todo el país. En 1837, se implanta el ferrocarril en Cuba y se imponen una serie de avances tecnológicos, algunos de ellos vinculados con los alambiques, que obligaron a la metrópoli española a adoptar medidas que favorecieron el desarrollo de las exportaciones de Cuba en la industria azucarera.
A partir de la introducción de nuevas tecnologías que provocan cambios en el proceso de fabricación, nace en Cuba el Ron Ligero convirtiendo al ron en una bebida de gran calidad, con delicado bouquet y agradable al paladar, convirtiéndose en parte de la vida cotidiana en Cuba.
Se cuentan en La Habana, Cárdenas, Cienfuegos y Santiago de Cuba las principales fábricas del nuevo ron, producen marcas que distinguen rones de calidad que trascienden al mundo: San Carlos, Bocoy, Matusalem, Havana Club, Arechabala y Bacardi. Los empresarios criollos incorporan las botellas en serie sustituyendo con ellas las artesanales, elemento que facilita el aumento de sus producciones.
En La Habana, se destaca la Destilería Santa Cruz, asentada en la localidad que le da nombre y que surge a partir de una aldea de rústicos ranchos de pescadores inicialmente, que intensificó su comercio y en 1899 llegó a ser nombrado Ayuntamiento Santa Cruz del Norte, es una región que disfruta de los beneficios del clima y de la cercanía al mar, logrando de sus áreas cañeras productos de alta calidad.
De las destilerías San Lino, en Cienfuegos, se exportaba un producto que por su calidad ganó un lugar en los salones del Moulin Rouge.
Cárdenas, de aldea pasó a villa y rápidamente a ciudad por su posición geográfica, convirtiéndose en una vía natural de salida de la producción azucarera y una rica zona industrial con modernas fábricas, entre ellas la fundada por Don José Arechabala, emigrante vasco, que dió origen al ron que como marca se distingue por su apellido y al ron Havana Club, marca líder de los rones de Cuba en la actualidad.
La Compañía Bacardí, presidida por Don Facundo Bacardi Massó, emigrante español que llega a Cuba en 1830, se destaca en ese período como exportadora de ron cubano.
Al desatarse la Guerra de los Diez Años, (1868-1878) se produce una crisis en la economía cubana, con más de la mitad de los ingenios destruidos y los terratenientes arruinados, crisis que comienza a ser superada una vez concluida la guerra, con la abolición de la esclavitud y la aparición del trabajo a destajo, se recuperan los ferrocarriles y la industria azucarera, ampliándose las destilerías de ron.
Concluida la guerra, en 1899, en Santiago de Cuba, fue nombrado Alcalde de la ciudad Emilio Bacardi Moreau, hijo de Don Facundo Bacardi, quien no solo continuo la tradición ronera de la familia, sino que también hizo aportes a esa ciudad en lo cultural, pudiéndose mencionar sus crónicas de Santiago de Cuba y la creación del primer museo de historia natural y arte en esa ciudad, museo que en la actualidad lleva su nombre.
En 1902 se constituye la República de Cuba y durante la primera mitad del siglo XX se mantiene el desarrollo del comercio del ron.
En 1959 se produce el triunfo del proceso revolucionario y en 1960 se nacionalizan las fábricas de ron, pasando a manos de sus verdaderos dueños: los abnegados maestros y trabajadores que en ellas laboran.
La mayoría de los antiguos dueños abandonaron el país, entre ellos las familias Arechabala y Bacardi, este último continuó haciendo uso de su marca en el exterior.
A partir de ese entonces la industria ronera fue reorganizada, se ampliaron sus capacidades, surgieron nuevas marcas de ron que se comercializan en el territorio nacional y de ellas, algunas trascendieron al mercado internacional, como es el caso del ron Caney, primera marca de ron que se exportó después de 1960 y que tuvo amplia aceptación en los mercados europeos y americanos, entre los que se cuentan Rusia, Alemania, Bolivia, Ecuador, México y Colombia, quedando reconocida su presencia y calidad en las Ferias de Plovdid 1966 y Leipzig 1967.
El año 1993 marca pauta en el desarrollo de la industria ronera cubana: se suscribe el Convenio Asociativo entre Corporación Cuba Ron, S.A. y el grupo francés Pernod Ricard, creándose Havana Club Internacional.
El ron HAVANA CLUB en todos sus surtidos y las marcas tradicionales que se exportan, como Santiago de Cuba y Cubay, ostentan el Sello de Garantía de Procedencia instituido por el Gobierno de la República de Cuba desde 1998.
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