Desde la antigüedad, el ajo fue apreciado como alimento por el sabor característico que le entrega a las comidas y por sus altos beneficios medicinales. A través de la historia se han realizado infinidades de estudios sobre sus propiedades que lo han llevado a la cima de los alimentos con beneficios para la salud. Es necesario recordar que se aconseja su ingesta de manera cruda ya que al cocerlo se pierde más del 90% de su efectividad.
A saber el ajo:
-Estimula las mucosas gastrointestinales provocando un aumento de las secreciones digestivas y de la bilis.
-Aumenta las secreciones bronquiales, se dice que es expectorante, desinfectante y descongestionante.
-Su consumo frecuente provoca vasodilatación (aumento del diámetro de pequeños vasos sanguíneos; arteriolas y capilares) lo que hace que la sangre fluya con mayor facilidad y que disminuya la presión sanguínea.
-Es muy recomendable en caso de parasitosis intestinales.
-Previene la hipertensión y la mala circulación por su acción hipotensora.
A causa de su mala fama su consumo no es muy frecuente. Se debe tener en cuenta que el mal aliento y la transpiración desagradable, entre otras cosas, sólo se produce mientras se expulsan las toxinas del organismo. El olor no es debido al ajo, sino a las mismas toxinas.
Existen varias leyendas que asocian al ajo al mal y a los primeros signos de discriminación.
Un mito turco narra un episodio ocurrido con la salida de Satán del Jardín del Edén, cuentan que luego de hacer el acto de tentación un ajo salió donde puso su pie izquierdo y una cebolla donde colocó el derecho.
También por su afamado olor este alimento sería responsable de uno de los principales actos de discriminación por parte de los romanos hacia los hebreos por el mal aliento debido al alto consumo que hacían del mismo.
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