Apasionados emprendedores de la uva juegan sus fichas en el suelo esteño que presenta ventajas comparativas para el desarrollo de la actividad, según sommeliers.
Punta del Este ofrece elementos naturales increíbles: playas, islas,
sierras, cerros de enorme belleza. Luego también tiene naturaleza
modificada por el hombre: bosques artificiales, barro hecho ladrillo y
luego construido en forma de edificio, jardines con plantas
domesticadas. Ahora va por un vino propio.
Desde hace media década aproximadamente una serie de apasionados
emprendedores de la uva se embarcaron en proyectos que exploran las
posibilidades de un aspecto todavía virgen de la región que puede llegar
a transformarse en el mediano plazo en una marca esencial del mapa
esteño: la producción de vinos finos.
“La prueba está en que ya son varias las empresas que han plantado
viñedos y comenzado a elaborar vinos. Una de ellas es Alto de La
Ballena, que viene dando que hablar con la calidad de sus vino”, opina
el sommelier Daniel Arraspide.
El Este puede constituirse en una nueva región vitivinícola. Esta no
es la primera vez que se habla del tema en el departamento. Hace más de
100 años el empresario Francisco Piria ya explotó el cultivo de la vid
en la región.
Bouza es otro ejemplo de que esa zona del país es muy buena para
cultivar. Ellos plantaron varias hectáreas cerca de Pan de Azúcar, en el
kilómetro 99 de la rutra 10, y están apostando a cepas blancas como
Riesling, Viognier, y tintas como Pinot Noir.
Las características de suelo son buenas, pero el elemento que ejerce
mayor influencia sobre ese terroir es la influencia marítima y oceánica
del Atlántico. Las brisas constantes y la amplitud térmica —la
diferencia entre las temperaturas del día y la noche— hacen que la uva
madure de manera más sana y de forma más gradual. Bouza tiene allí un
establecimiento de 45 hectáreas, con 5 plantadas con vid.
Bodega Garzón es otro caso que dará que hablar cuando sus vinos se
comiencen a conocer. Según el sommelier Gastón Figún, responsable de la
vinoteca de Punta del Este Vinos del Mundo, el tannat de Garzón “quiere
hacer algo distintivo, con un toque de complejidad, similar a lo que
logró el Malbec en Argentina en la última década”.
El proyecto arrancó en abril de 2007 cuando el empresario argentino
Alejandro Bulgheroni le pidió al reconocido winemarker Alberto Antonini,
que visitara su propiedad cercana al pueblo Garzón. Ese fue el inicio
de una colaboración que ha dado los primeros resultados de calidad en
cepas como Tannat en los tintos y alvariño en los blancos, en un
establecimiento de 150 hectáreas. La bodega tiene como objetivo además
el desarrollo integral de la región de Garzón, con producción propia de
aceite de oliva y otros productos gourmet.
Los chicos también existen
Pero esta búsqueda de desarrollo de un vino con características originales del departamento se da también a nivel más artesanal y casero. De a poco, y de la mano de varios emprendedores extranjeros, ha surgido una serie de pequeños productores con características similares en la zona serrana del Maldonado rural.
Uno de ellos, bautizado como Clos de la Sierra, lo lleva adelante el
francés Patrice Ricart, quien llegó a Uruguay en 2007 y comenzó a
construir su viña y su casa en la zona de Abra de Perdomo, unos
kilómetros al suroeste de la ciudad de San Carlos.
Allí Ricart tiene plantadas cepas de merlot, cabernet franc y
alvariño, en 5 hectáreas de extensión. “Este es un viñedo muy nuevo y
este año no queremos hacer producción. Arrancamos todas las uvas de los
pies para que estos se fortalezcan y puedan dar una buena producción el
año que viene”, explica Ricart. Este año sacarán apenas dos o tres
barricas, para testear calidad y terminar de verificar características
del suelo de Abra de Perdomo, un sitio de alto potencial mineral.
Otro ejemplo de estas viñas mini boutique aún no tiene un nombre
formal, pero se encuentra cinco kilómetros antes de Pueblo Edén, en el
establecimiento Cerro Negro. El dueño es brasileño pero el enólogo es el
uruguayo Juan Pablo Fitipaldo.
Se trata de un viñedo de siete hectáreas donde se produce
Chardonnay, Pinot noir, Tannat, Merlot y Marselán. “Es un suelo muy
pedregoso, de gran calidad vitivinícola. Acá en Maldonado tenemos
ventajas comparativas que nos diferencian de otras regiones, como
Canelones. Por ejemplo, la calidad del drenaje del suelo es altísima y
eso ayuda a combatir el eventual exceso de agua que traen las lluvias de
febrero y que tanto daño le hacen a la uva”, explica Fitipaldo. En
Cerro Negro plantaron las vides hace dos años y esperan tener la primera
partida embotellada para 2013.
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