Debo confesarlo. Los vinos Luigi Bosca son una de mis etiquetas
preferidas desde siempre. Son vinos delicados, bien elaborados,
versátiles y con personalidad. Agradan siempre, a enófilos y
principiantes. Con una calidad que es constante son garantía de
satisfacción cada vez que descorchamos una de sus botellas. No hace
mucho que los Luigi Bosca forman parte de la oferta de vinos argentinos
disponibles en el mercado quebequense. Y es uno más de la variedad que
componen la gama media-premium, una categoría que a fuerza de marketing y
dedicación de bodegueros y agentes representantes comienza a posicionar
los caldos argentinos en un rango de precio que ya no es el más bajo de
las góndolas. ¡Cuanto me alegro por este espacio ganado!
A
quienes quieran descubrir lo que la Argentina les tiene deparado en
esta gama media-alta de vinos, no hay mejor ejemplo que el Gala 2, un
vino de corte Cabernet Sauvignon-Cabernet Franc-Merlot (el clásico blend
de Burdeos) con atractivo cuerpo y elegancia.
Su extenso añejamiento en barricas de roble francés es lo que le da su
principal característica. En nariz predominan las notas tostadas y
ahumadas aportadas por la madera bien ensambladas con los aromas de
frutos rojos y negros bien maduros como las grosellas, ciruelas, cerezas
y frutillas. Un toque vegetal completa el bouquet, tan seductor, que
nos invita a ir al descubrimiento de sus sabores. Ya en boca, es un vino
envolvente y carnoso, en el que vuelven a aparecer las notas de nariz
con igual intensidad y persistencia. Un vino para acompañar carnes rojas
asadas o bien unas deliciosas pastas rellenas y sus sabrosas salsas.
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