Artrosis y osteoporosis. Dos trastornos frecuentes del sistema esquelético, que a menudo se dan a la vez, y que afectan con mayor intensidad a las mujeres.
Ambas son "osis": implican una degeneración, un desgaste, una pérdida de masa. En el caso de la artrosis, de los cartílagos, en la osteoporosis, de los huesos. Se manifiestan a partir de la mediana edad, pero en realidad comienzan a gestarse mucho antes. Entre las posibles causas hay dos muy claras: nutricionales y mecánicas. La buena noticia es que sobre ellas podemos incidir con nuestro estilo de vida.
Cuando el Dr. Henry Picard comenzó a trabajar como médico en un balneario francés en los años 50, lo hizo sin gran entusiasmo ni ideas preconcebidas. Con el tiempo, su deseo prolongar el alivio de los enfermos más allá de la estancia en el balneario le llevó a ensayar con sus pacientes la terapia con oligoelementos que conocía del Dr. Menetrier. Primero desde el punto de vista de la diátesis o terreno del enfermo, después administrando los oligoelementos que intervienen en la formación del cartílago. Las mejorías comenzaron a ser notables, y los pacientes ya no tenían las recaídas tan intensas que sufrían en invierno. Pero el propio Picard se llevó una gran sorpresa el día en que examinando la radiografía de una mujer con artrosis de cadera severa, descubrió una nueva línea que indicaba la presencia de cartílago, allí donde previamente ya no quedaba. La articulación estaba regenerándose. La mujer ya podía caminar.
Traduciendo esto a nivel práctico y llevándolo al terreno de la prevención, si la regeneración de los cartílagos articulares es posible en alguna medida, también debe ser posible prevenir su desgaste, asegurando que la dieta contenga aquellos elementos necesarios para su formación: magnesio, silicio, manganeso, azufre... Vit C. para el colágeno.
Hace años que oímos hablar del déficit de magnesio de la dieta standard occidental (y su efecto promotor de la artrosis), en parte debido a la actual agricultura industrial. Los fertilizantes químicos sólo contienen tres elementos (nitrógeno, fósforo y potasio) En la agricultura tradicional, los minerales y oligoelementos volvían a la tierra gracias al abono orgánico: estiércol y compost. Actualmente esta reposición no se realiza. Tanto las tierras de cultivo como los productos agrícolas son cada vez más deficitarios en todo lo que no sean estos tres elementos. El refinado y procesado de los alimentos y las cocciones inadecuadas empeoran aún más su calidad.
En el caso de la osteoporosis, creemos que tomar mucho calcio es suficiente para prevenirla, pero lo cierto es que poco puede aprovecharse si hay insuficiencia de otros minerales y oligoelementos. Como en el caso de los cartílagos, también son necesarios magnesio, silicio, zinc, cobre, manganeso, fluor, boro, vitaminas C y D. Pero para que los minerales puedan asimilarse no sólo es necesario que los alimentos los contengan. También es necesario que el conjunto de la dieta sea equilibrado.
En el caso del calcio, por ejemplo, tan importante como saber qué es lo que favorece la asimilación de calcio es tener en cuenta qué es lo que aumenta su pérdida: una dieta muy acidificante por el exceso de proteínas o de azúcar y refinados, el tabaco, la cafeína, el cacao, la sal, el azúcar, el alcohol... Por otra parte, tomar un solo mineral en grandes cantidades puede interferir la absorción de los demás.
Quizá la conclusión más interesante es que si un estilo de vida y de alimentación erróneo aumenta el riesgo de padecer estos trastornos, tratar de prevenirlos sólo tomando suplementos sería una forma de poner un parche sin resolver el problema de fondo. Es el conjunto de la dieta y la procedencia, calidad y proporción de los alimentos lo que necesitamos revisar.
Estilo de vida en la Artrosis y Osteoporosis
Aparte de los factores nutricionales, que son importantes, hay también otros que pueden tener una influencia determinante en la prevención y tratamiento de estas patologías (Artrosis y osteoporosis)
Las personas con artrosis suelen ser grandes contraídos. (Casualmente, una de las consecuencias de la deficiencia de magnesio es la excesiva tensión muscular) Esas excesivas contracciones pueden deberse a diversos factores, desde emocionales hasta posturales, pero lo cierto es que un músculo crónicamente contraído puede acabar por afectar a la articulación donde se inserta su tendón, intensificando su desgaste en función del juego de fuerzas que se ejercen sobre la articulación.
A la larga, para mantener el equilibrio, pueden acabar afectándose otras articulaciones, e incluso al conjunto de la estructura/postura. La falta de movilidad articular y los dolores que sufren muchos artrósicos suelen deberse no sólo a su lesión articular, sino también a la excesiva tensión muscular que suele acompañarla.
Una forma muy frecuente de artrosis es de los discos vertebrales. Pero como bien explica Therèse Bertherat en su obra "El cuerpo tiene sus razones", nuestra postura erecta (y la insuficiente musculatura abdominal) suele producir con la edad un acortamiento de la cadena muscular posterior, (la cadena de músculos que recorre la parte posterior del cuerpo desde la nuca hasta los pies) Si no se hace nada por estirarlos, ese "acortamiento" puede acabar haciendo un efecto de "compresión" constante de los cartílagos intervertebrales, y contribuir a acelerar el desgaste en los puntos más sensibles.
Los ejercicios de estiramientos relajan y alargan la musculatura, lo que da mayor holgura, flexibilidad y amplitud de movimientos a las articulaciones. Dado que la función hace al órgano, los ejercicios de flexibilidad ayudan a conservar la funcionalidad de los cartílagos. Uno de los sistemas más clásicos de estiramientos es el yoga, una disciplina inestimable, sobre todo a partir de cierta edad... pero que no puede realizarse sin supervisión profesional si existen lesiones importantes.
¿Qué ejercicio para los huesos?
El tipo de ejercicio que favorece la formación de hueso es diferente. En los primeros viajes del hombre a la luna, uno de los efectos que más sorprendieron a los médicos fue la pérdida de masa ósea que sufrían los astronautas. Las investigaciones dieron como resultado que el motivo de esa pérdida era la falta de gravedad en la que habían vivido en el espacio. Dicho de otro modo, el movimiento unido al esfuerzo por conservar la postura erecta en contra de la gravedad estimulan la formación de hueso. Cuando a esa actividad se añade la sensación de peso, el efecto "constructor" de hueso es mayor.
En este sentido se han llevado a cabo numerosos experimentos con diversos tipos de ejercicios. En un experimento concreto que recoge Michael Colgan, con un grupo de mujeres de mediana edad, tras un año de ejercicio aeróbico la pérdida de hueso había sido de un 4% por término medio. Dos años después de añadir pesas a su programa de ejercicio, no sólo se había revertido la pérdida, sino que habían ganado más masa ósea.
Tomar suficiente sol (sin quemarse) también es importante, ya que el sol estimula la síntesis de la vitamina D, esencial para la formación de hueso.
Fuente: enbuenasmanos.com
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