miércoles, 9 de febrero de 2011

Habas, simplemente muy ricas


Cada vez que llega la primavera, nuestras mesas se llenan de aquellos productos que nos fueron vedados por un periodo no menor y que, lamentablemente, tuvimos que reemplazar por algo congelado que sabía a hielo fresco en el mejor de los casos.

Las habas son uno de esos productos que tenemos la suerte de recibir con la llegada de la primavera. Si bien las disfrutamos mayoritariamente en ensaladas o purés, son muchísimas otras las formas de consumirlas, pasando por las tradicionales ensaladas a las típicas españolas confitadas tipo maní chilensis.

Se cree que el origen de las habas está en oriente medio, aunque también hay registro de ellas en la Europa mediterránea. Pero lo que sí es un hecho es que nuestra especie ha disfrutado de ella desde hace varios miles de años.

Dentro de los nutrientes que poseen las habas destacan las vitaminas C, A, E, B1 y B2, y los minerales como el potasio, sodio, fósforo y calcio. El aporte calórico no es menor, ya que nos entrega casi 80 calorías por cada cien gramos de producto fresco y, en el caso de las secas, este total se multiplica hasta llegar a 300.

Su consumo es asociado a algunos beneficios para el cuerpo. Incluso hay quienes les otorgan ciertos poderes afrodisíacos, que aún me cuesta creer, pero tengo el deber de comentarlo, dado que fue parte de la información recolectada a la hora de hacer esta columna.

La técnica de cocción más usada en este producto es hervirlas, siendo muy recomendado el que siempre se haga a partir de agua en ebullición con sal y azúcar para restar el sutil detalle amargo que posee.

La cocción debe ser precisa para evitar la perdida de nutrientes y las características propias de textura, color y sabor, por eso sugiero que al finalizar la cocción, sean sumergidas en agua fría, ojalá con hielo para cortar la cocción.

En los curantos chilotes la cocción se da por la acción del vapor al interior del mismo y su resultado es muy bueno; normalmente se agregan enteras lo que las hace más fáciles de retirar y, en caso de las más tiernas, lo que se puede hacer es comer incluso las vainas acompañando algún poquito de cerdo o marisco.

En vuestros hogares puede replicar la misma operación. Cocinar las vainas más tiernas sólo quebradas en muy poco agua, para luego molerlas, condimentarlas con sal, pimienta, aceite de oliva y una pizquita de queso de cabra, y así obtendrá un puré de habas de alta alcurnia que podrá ser la mejor compañía de un arvejado de cordero, esto, más un vino grueso fuerte y envejecido le harán disfrutar de este plato que requiere considerar una siesta para conjugar el ensueño con el sueño culinario.

Fuente: revistanos.cl

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