Muchas veces identificamos a los vinos con características que los
limitan a un determinado tipo de consumidores. Por ejemplo, es muy común
escuchar decir que los vinos rosados son femeninos o que un tinto hecho
de cabernet sauvignon es un vino masculino. Quizás estas dos
definiciones sean las más estereotipadas, y yo me pregunto, ¿cuan
ciertas son hoy?. Afortunadamente el universo de variedades, cepas,
cepajes, uvas, tipos y cortes es demasiado amplio y seguramente
ahondando en ellas, daremos con nuestras preferencias.
Es posible que con este post (artículo) despierte la polémica, pero yo
sí creo que podemos hablar de género en los vinos si a cepas y uvas nos
remitimos, aunque no considero que existan vinos para mujeres o para
hombres exclusivamente. Somos una gran comunidad de amantes, enófilos,
consumidores y apasionados que componemos una gran diversidad. Y en la
diversidad, dicen, está el gusto.
Hay vinos que por su tipo de elaboración son más delicados, y a ellos
sutilmente podemos llamarlos “femeninos”. Puede ser el caso de un vino
rosado fresco donde predominan las notas florales, de un Chardonnay
cremoso y untuoso elaborado para la guarda, de un Pinot Noir joven de
una zona de producción quizás más cálida como algún valle australiano,
de un espumante ligero de baja graduación alcohólica, un Cremant de
Alsacia o hasta un mismísimo Champagne si de burbujas se trata. También
pondría en esta categoría un Beaujolais Nouveau (típico vino francés
realizado con la uva Gamay), un vino blanco dulce natural o botrytizado y
hasta un Chianti ligero como exponente italiano.
Entre los vinos con rasgos “masculinos” incluiría aquellos que son
corpulentos, rústicos, intensos o demasiado particulares. Sin dudas
encontraremos a los varietales Cabernet Sauvignon proveniente de
cualquier región vinícola del mundo, o los hechos con el cepaje Tannat y
de allí los mejores exponentes vienen de Uruguay y el sur de Francia.
También pondría en esta categoría al tradicional corte Bordeaux (Merlot,
Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc), a un Syrah del nuevo mundo, a un
único Torrontes de Cafayate, un Sauvignon Blanc de cualquier
nacionalidad (una de las cepas en lo personal que encuentro con marcado
carácter) o un vino fortificado como el Porto.
La
lista puede ser extensa… tan extensa como variedad y tipos de vinos
existen. Los invito a divertirse poniéndole un “género” a los rasgos que
encuentren en vino, imaginemos a que categoría imaginaria
correspondería como una manera adicional de ir en búsqueda de su
esencia. Es un agradable ejercicio para conocerlo mejor, pero al mismo
tiempo es una forma de identificar un poco más nuestros gusto, nuestro
tipo de vino preferido. ¿Que les parece la propuesta?
Foto/Fuente: rosas-yummy-yums.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario