jueves, 9 de diciembre de 2010

Sal, grasas y azúcares saltan a la primera línea de las etiquetas de alimentos

Dos años de negociaciones han estado los ministros de Sanidad y Consumo de la UE para llegar, finalmente, a la aprobación de una nueva norma que obligará a la industria alimentaria a detallar en las etiquetas de alimentos y bebidas su contenido de azúcar, sal y grasas de forma clara y legible. El reglamento pretende luchar contra la obesidad dando a los consumidores la información necesaria para que opten por una dieta sana.

Atiende así las demandas de las sociedades científicas, entre ellas la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), pero después de muchas discusiones se queda en un texto algo 'descafeinado', ya que deja exentas a las bebidas alcohólicas y deja margen de maniobra a cada país para que organicen la etiqueta a su antojo, con tal de que cumpla unos requisitos mínimos.

La norma, que ahora se remitirá al Parlamento Europeo para su tramitación y no se espera que entre plenamente en vigor hasta 2013, ha contado con el apoyo de todos los países, excepto Italia. "Se trata de un paso muy importante después de todas las discusiones que hemos mantenido desde 2008", reconoce a ELMUNDO.es Roberto Sabrido, presidente de la AESAN.

En concreto, la norma obliga a detallar en el envase el contenido de energía, grasas, grasas saturadas, carbohidratos -con referencia específica a los azúcares-, proteínas y sal por 100 ml o 100 g, aunque también puede indicarse como porcentaje de la cantidad diaria recomendada.

Estos datos deberán ser legibles, con un tamaño de letra de 1,2 milímetros por lo menos -una propuesta española-, aunque se contemplan excepciones para los envases pequeños. Asimismo, se podrá añadir información adicional voluntaria sobre cuestiones como nivel de colesterol o fibra. También deben aparecer en la etiqueta las sustancias alérgenas (como cacahuetes, leche, mostaza o pescado), algo que hasta ahora sólo se aplicaba a los alimentos preenvasados.

Aspectos que quedan fuera

Sin embargo no se ha optado por una etiqueta homogénea para todos los estados miembros, sino que se deja libertad a cada uno para que decidan cómo poner la información. Un aspecto que no convence a Sabrido que piensa que "hubiera sido mejor llegar a una etiqueta conjunta y un sistema armonizado que evitaría confusión en el consumidor".

Tampoco se aplicará la legislación al vino, la cerveza, los licores y las bebidas alcohólicas aromatizadas. Se atienden así las exigencias de países como España, Francia, Italia, Alemania, Portugal, Grecia, Bulgaria, Austria, Chipre y Rumanía, que desde el inicio de las negociaciones solicitaron que el vino quedara fuera de la norma. No obstante, la Comisión presentará un informe en el plazo de cinco años que evaluará si incluye o no el vino. También quedan exentos los alimentos no envasados, salvo que el Estado miembro en cuestión decida lo contrario.

El nuevo reglamento introduce la obligación de indicar en la etiqueta el origen de la carne distinta del vacuno, para la que ya exigía este requisito, un punto sobre el que España y otro países -Alemania, Dinamarca, Suecia y Holanda- también hicieron constar su desacuerdo debido a que no se ha realizado una evaluación de impacto previa para determinar los efectos económicos y el efecto de la medida en el mercado interior.

"El etiquetado obligatorio nos parece discriminatorio, ya que no se utilizan los mismos criterios que para el resto de productos para los que sí se realizó una evaluación de impacto", señala Roberto Sabrido. En tres años, Bruselas deberá presentar un informe que evaluará la posibilidad de obligar también a indicar el lugar de origen en otros productos (leche, leche utilizada como ingrediente, carne utilizada como ingrediente, alimentos no transformados o productos hechos con un solo ingrediente.

Fuente: elmundo.es

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