Entre ellas varía algo la construcción, pero sobre todo la procedencia y características de la madera empleada.
-Barrica francesa: La barrica francesa es la que utiliza mayor cantidad de madera de las tres mencionadas. Los poros en la madera de roble francés son más pequeños que los poros en las maderas americanas y húngaras, y por tanto se producirá un menor intercambio de gases. Estas barricas proporcionan unos toques de vainilla. Su capacidad es de unos 250 litros y su precio, nuevas, ronda los 1000 euros.
-La barrica húngara: es decir, fabricada con madera de roble de procedencia húngara ofrece igualmente toques de vainilla. Los poros en esta madera son los más grandes de las tres, y por tanto el intercambio de gases será mayor que en los otros dos casos. Su capacidad es de 250 litros, y su precio ronda los 500 euros.
-La barrica americana: utiliza madera de roble americano en su construcción proporcionando toques de nuez moscada. Los poros en esta madera tienen un tamaño intermedio respecto a la húngara y la francesa, por lo tanto el intercambio de gases se encontrará también en un nivel intermedio. La capacidad es de 250 litros y su precio ronda los 700 euros.
El tamaño del poro en la madera de roble depende en gran medida de la humedad de la zona en la que ha crecido el árbol. A menor humedad, menor diámetro en el poro. Y viceversa. Recordemos que este tamaño de poro tendrá una importancia capital en la capacidad para el intercambio de gases de la madera; cuanto mayor sea el poro, más aire podrá entrar en la barrica. Y cuanto más aire entre en la barrica, más rápido actuarán los taninos de la madera sobre el vino. En ocasiones pueden llegar a actuar demasiado rápido para nuestras necesidades, por lo que la elección adecuada de la barrica es una herramienta de control más.
Teniendo en cuenta los elevados precios de las barricas nuevas, y teniendo en cuenta también que van perdiendo eficacia con cada uso, buena parte de las bodegas productoras de vino han buscado soluciones alternativas para el grueso de su producción de vinos de crianza. La alternativa la encontramos en el uso de “chips” de madera. Se sustituye la tradicional barrica de roble por la crianza del vino en depósitos de aluminio o acero en contacto con “chips” de madera de roble, es decir en contacto con astillas o pequeños trozos de roble. Estos chips proporcionarán al vino las apreciadas cualidades que se conseguirían en una barrica, darán madera al vino si utilizamos la terminología al uso, pero a un precio notablemente menor.
Hasta hace no demasiados años se trataba de una técnica empleada casi como si de un secreto vergonzoso se tratase. Las principales bodegas insistían en que elaboraban sus vinos de crianza en las tradicionales barricas de roble de toda la vida, a pesar de que las largas filas de barricas que podíamos ver en las visitas por sus instalaciones en no pocos casos llevaban ya un tiempo vacías. Cuestión de prestigio. Hoy en día, tras bastantes polémicas, es de sobra conocido el uso de los chips y la crianza en depósito. Es más, más de un profesional en el mundillo de las catas me ha confesado que es bastante complicado, muchas veces casi imposible, notar la diferencia entre un vino criado en una barrica determinada, y otro criado en depósitos con chips de la madera adecuada.
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