Investigadores del Conicet destacaron la importancia de dormir bien y
explicaron patologías, hábitos e higiene relacionados con el descanso saludable. Cómo el ritmo de vida afecta al reloj biológico.
“Actualmente dormimos, en promedio, dos horas menos que hace 50 años“,
dijo Daniel Vigo, médico e investigador asistente del Conicet en el
Departamento de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias
Médicas de la UCA, quien se dedica al estudio del sistema nervioso en
relación con los ritmos de alternancia entre sueño y vigilia.
De acuerdo con el investigador, dormimos un tercio de nuestras vidas. La función esencial de este descanso es tanto física como mental,
ya que durante esas horas se efectúan distintas tareas de reparación
del organismo y consolidamos habilidades psicomotrices aprendidas
durante el día.
Existe un mecanismo de regulación del sueño que nos
permite estar alerta durante las horas de luz, con alta frecuencia
cardíaca y actividad cerebral, y que se ocupa de aumentar los niveles de
melatonina y bajar las ritmos circadianos durante la noche.
El sueño está compuesto de dos etapas que se van alternando durante la noche: REM,
o de movimientos oculares rápidos, con actividad cerebral similar al
estado de vigilia y en el que los sueños son de mayor intensidad; y no-REM,
donde ocurre el llamado sueño profundo y las representaciones oníricas
son de tipo episódico y están vinculadas con los hechos del día previo.
El sueño profundo es la contraparte de la etapa de alto consumo
energético de la vigilia y por ello es de extrema importancia para un
sueño reparador.
“Biológicamente nuestro cuerpo no está preparado para la sociedad 24 horas en la que vivimos desde el siglo pasado”,
señaló Vigo. La luz solar es uno de los principales factores que rige
la alternancia entre sueño y vigilia: cuando la vida diurna se extiende a
horas de la noche, el reloj biológico comienza a sufrir alteraciones,
un fenómeno conocido como cronodisrupción o “jet lag social”.
Daniel Cardinali, médico e investigador superior (R) del Conicet y
director del mismo departamento, expuso las consecuencias de la cronodisrupción
en nuestra vida cotidiana: falta de atención, depresión, disminución de
la memoria y la creatividad e incremento de los niveles de cortisol, la
hormona del estrés.
Por otro lado, Vigo mostró que los efectos de los esquemas rotativos de trabajo afectan el equilibrio entre sueño y vigilia
y pueden impactar en la salud. “Los conductores de micros de larga
distancia duermen el equivalente a cinco horas y media en una cama, y
recuperan parte del sueño arriba del micro, aunque este es de mala
calidad. El 30% presenta riesgo de desarrollar apneas, es decir
interrupciones o pausas en la respiración mientras duermen”, afirmó.
Según los investigadores, los dos trastornos del sueño de mayor incidencia son el insomnio y el síndrome de apneas obstructivas del sueño.
En muchos casos pueden asociarse con síntomas de depresión o
hipertensión, pero también con otras enfermedades como la diabetes o la
enfermedad de Alzheimer. Por esto destacaron la importancia de consultar
a un médico frente a alguna de estas afecciones.
“Nuestro interés es llevar la medicina del sueño a
la realidad cotidiana de la gente y enfatizar que dormir no es perder el
tiempo, sino que es de importancia crucial para nuestra salud física y
mental”, concluyó Cardinali.
Fuente: vitonica.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario