miércoles, 5 de mayo de 2010

Las claves de la fertilización postcosecha

La fertilización de un viñedo puede ser determinante para la producción de la siguiente temporada. ¿Qué aplicar? ¿En qué momento? ¿Cuánto? Éstas son algunas de las incógnitas que se plantean los productores vitivinícolas de Mendoza.

Con la merma de las últimas dos cosechas de uvas, surgen nuevamente los interrogantes, sobre la necesidad de hacer fertilizaciones postcosecha que ayuden a mejorar el rendimiento de las plantas durante la próxima campaña.

Hay diferentes factores a tener en cuenta a la hora de realizar una fertilización postcosecha en un viñedo. Primero, debe determinarse si es necesaria o no. Para esto se toma un muestreo del tejido de las hojas de la planta. Su estado indicará si es necesaria la aplicación de nitrógeno, fósforo o algún otro nutriente como potasio.

Según explica la ingeniera Rosana Vallone, investigadora de la EEA INTA Mendoza y profesora adjunta de la cátedra de Edafología, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, se recomienda efectuar la fertilización con nitrógeno en dos partes. La primera, va desde la brotación hasta el poscuaje e incluye el 40% del proceso. La segunda se realiza recién finalizada la cosecha y abarca el 60% restante.

La condición de la planta y sus necesidades quedarán a la luz con los resultados del estudio previo. En general, en el suelo mendocino, escasean los elementos: Nitrógeno (N) y Fósforo (P). Esto se debe a la condición árida de la zona. Las muestras para conocer el estado del suelo deben ser tomadas durante la floración en noviembre.

Nitrógeno

El nitrógeno influye en el crecimiento vegetativo y reproductivo. El elemento llega primariamente a las hojas de la planta y luego busca los órganos de reserva. La gran ventaja de comenzar con la fertilización en la época de brotación, es la influencia del nitrógeno sobre el crecimiento de la planta. Tal es así, que el 60% de los nutrientes que la planta necesita durante las primeras 5 semanas, lo toma de esa aplicación de nitrógeno. Tanto en el postcuaje como en la postcosecha, este elemento tarda unos 15 días en ingresar a la planta. Los momentos de mayor absorción son los días previos a la floración y los de cosecha y caída de hojas. En esta última etapa, la planta logra el crecimiento activo de sus raíces.

Vallone indica que un error común en la fertilización postcosecha es la aplicación en exceso del elemento faltante. "En el caso del nitrógeno, el sobrante del elemento provocará un desequilibrio con los otros nutrientes. Como consecuencia, la planta se debilitará y su crecimiento se verá limitado", explica.

En cuanto a las cantidades correctas de aplicación, Vallone, revela que la dosis debería medirse según la relación entre el vigor de las plantas y su rendimiento. Una vez tomada la decisión de fertilizar, la cantidad a aplicar depende de la severidad de la deficiencia, características del suelo, tipo de riego y rendimiento. Tanto el exceso como la insuficiencia en la cantidad de nitrógeno, pueden ser determinante en el crecimiento y producción del viñedo. Los altos volúmenes de producción están ligados a la pérdida de calidad de la uva. De la misma forma, la falta de minerales afecta directamente a la calidad del fruto. Normalmente, en un viñedo de Mendoza se aplican entre 50 y 100 kilos por hectárea.

Riego

El buen manejo del riego durante la fertilización postcosecha, es fundamental para evitar lavados y denitrificación. Para lograrlo, es necesario un estudio previo para conocer el estado hídrico del suelo. Igual de importante es conocer las características de la plantación. Los resultados de ambos estudios permitirán diseñar y planificar un riego adecuado, el cual es fundamental para obtener los resultados esperados.

Fósforo

El caso fósforo también debe ser aplicado inmediatamente finalizada la cosecha. Éste ayudará al desarrollo de las raíces finas que crecen durante la época, siempre que se utilice en tiempo y cantidad suficiente.

Este elemento, equilibra los niveles de nitrógeno y determina buen color en las uvas tintas. Según explica la investigadora de la EEA INTA Mendoza, "casi en el 100% de los casos, el fósforo puede ser aplicado en las plantaciones de viñedos de la zona Cuyo. Es importante que sea provisto en el momento justo. Si esto se hace antes de tiempo, el elemento queda en el suelo y no es absorbido por la vid.

En cuanto a la cantidad correcta de suministro de fósforo, depende de las necesidades de la planta. Sin embargo, en suelo mendocino la aplicación promedio es de 75 kilos por hectárea.

Otros nutrientes

La condición arenosa del suelo de Mendoza lo hace rico en Potasio. Por este motivo, la aplicación de este elemento suele hacerse solo en conjunción con fósforo y nitrógeno. Esta utilización conjunta de los 3 elementos permite trabajar con viñedos de alto potencial de rendimiento.

Fertilización durante plagas

Otro factor a tener en cuanto a la hora de fertilizar un viñedo, es la presencia de plagas que puedan perjudicar el proceso. Tal es el caso de la Filoxera, que se aloja en la raíz de la planta de la vid, alimentándose de ella. Cuando la raíz está muy dañada, no absorbe los nutrientes suficientes y la fertilización será poco provechosa. En estos casos, previamente, debe efectuarse un proceso de curación. Otro problema muy común es el daño provocado por la caída de granizo. En este caso deberá analizarse la condición del tronco de la planta con el nivel de reserva será factible la recuperación. Si hay ataque de plaga o caída de granizo, la fertilización logrará darle un equilibrio nutritivo a la planta que le permitirá recupera su fuerza.

Vallone sostiene que es fundamental la fertilización postcosecha desde la primera temporada que se pueda. En los primeros 5 años el viñedo es aún demasiado joven. Sin embargo, una vez realizada por primera vez, es recomendable hacerla nuevamente 2 o 3 temporadas consecutivas más.

Fuente: Area del Vino

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