La familia Squassini está de parabienes. Propietaria de la bodega Dante Robino, acaba de obtener una Medalla de Oro en el Concurso Mundial de Bruselas con su vino premium Gran Dante 2007 . Rafael Squassini, director comercial de la bodega, cuenta cómo hay que hacer para tener éxito y cuál es la justa medida de estos logros.
Tengo entendido que no es la primera vez que obtienen un premio de esta naturaleza.
Así es. La primera fue cuando se hizo acá, en 2007, donde ganamos una Gran Medalla con el Gran Dante 2006 . Ahora repetimos con el 2007; en realidad es el resultado de la experiencia, porque si tenés vocación de ir mejorando, te vas dando cuenta cómo hay que hacerlo. Y para mí, un buen vino es la consecuencia de una cadena de aciertos. Porque hay muchos momentos críticos en los que si no hacés lo correcto no tenés un buen vino. Hoy lo único que garantiza que tu empresa perdure en el tiempo es tener buenos productos y marcas sanas, es decir que representen la calidad del vino que se tiene dentro de la botella.
En un contexto en el que la rentabilidad se reduce, ¿tener productos de alta gama hace la diferencia en el extranjero?
Para nosotros, el alta gama es algo muy importante, por lo cual venimos invirtiendo mucho tiempo y dinero en una nueva ala en la bodega para el desarrollo de estos vinos (barricas, tanques y cavas climatizadas), junto con capacitación y mejora de nuestros recursos humanos. Pero lo primero que trabajamos fueron nuestros viñedos; ese es un trabajo que empezamos hace 10 años y que sólo se ve con el tiempo, como los premios que estamos ganando y el hecho de que exportemos nuestros vinos a 44 países de forma ininterrumpida.
¿Cómo viven en la familia el premio?
Nos ponemos muy contentos. Es un momento importante, pero es una herramienta más de una construcción general. Seguramente el premio ayuda, pero es un medio y no un fin. Creo que es una forma de reconocimiento, pero no la única. Porque en definitiva, el mayor premio uno lo tiene en los consumidores, quienes eligen o no la marca cada día. Debo confesar que ese día estuve mirando para ver cómo habíamos salido. En realidad, me parece que es un aviso de si estás haciendo las cosas bien.
Vos decías que hay mercados donde se les presta más atención a los premios. ¿Cómo ves al mercado argentino, la gente le presta atención?
No, solamente en el mundo gourmet, que es el 1% del mercado argentino. En el mercado general, todavía no se presta atención. Creo que los premios suman para el consumidor, pero estamos muy lejos de ser EEUU, donde un premio acelera la penetración de un vino en el mercado, porque los formadores de opinión mueven la tendencia. En la Argentina en cambio, los estudios de mercado muestran que los atributos a los que les prestan atención los consumidores son nombre del vino, tradición, lugar de origen y tipo de cepa.
Creo que la Argentina, a partir del momento en que salió a vender sus vinos en el exterior, necesitó de los premios y empezó a trabajar con esto. Así fue cómo las bodegas lo incorporaron de alguna manera en el mercado argentino y se empezó a generar esta cultura. De a poco, algunos restaurantes y vinerías boutique están empezando a mostrar estos premios.
¿Qué expectativas tienen para los próximos años?
Estamos cumpliendo 90 años. Todo lo que hacemos es en función de los próximos 90 años. Venimos creciendo en cobertura y facturación, lo que nos pone muy contentos, pero la familia cree que este es un negocio que se tiene que pensar a muy largo plazo.
Tengo entendido que no es la primera vez que obtienen un premio de esta naturaleza.
Así es. La primera fue cuando se hizo acá, en 2007, donde ganamos una Gran Medalla con el Gran Dante 2006 . Ahora repetimos con el 2007; en realidad es el resultado de la experiencia, porque si tenés vocación de ir mejorando, te vas dando cuenta cómo hay que hacerlo. Y para mí, un buen vino es la consecuencia de una cadena de aciertos. Porque hay muchos momentos críticos en los que si no hacés lo correcto no tenés un buen vino. Hoy lo único que garantiza que tu empresa perdure en el tiempo es tener buenos productos y marcas sanas, es decir que representen la calidad del vino que se tiene dentro de la botella.
En un contexto en el que la rentabilidad se reduce, ¿tener productos de alta gama hace la diferencia en el extranjero?
Para nosotros, el alta gama es algo muy importante, por lo cual venimos invirtiendo mucho tiempo y dinero en una nueva ala en la bodega para el desarrollo de estos vinos (barricas, tanques y cavas climatizadas), junto con capacitación y mejora de nuestros recursos humanos. Pero lo primero que trabajamos fueron nuestros viñedos; ese es un trabajo que empezamos hace 10 años y que sólo se ve con el tiempo, como los premios que estamos ganando y el hecho de que exportemos nuestros vinos a 44 países de forma ininterrumpida.
¿Cómo viven en la familia el premio?
Nos ponemos muy contentos. Es un momento importante, pero es una herramienta más de una construcción general. Seguramente el premio ayuda, pero es un medio y no un fin. Creo que es una forma de reconocimiento, pero no la única. Porque en definitiva, el mayor premio uno lo tiene en los consumidores, quienes eligen o no la marca cada día. Debo confesar que ese día estuve mirando para ver cómo habíamos salido. En realidad, me parece que es un aviso de si estás haciendo las cosas bien.
Vos decías que hay mercados donde se les presta más atención a los premios. ¿Cómo ves al mercado argentino, la gente le presta atención?
No, solamente en el mundo gourmet, que es el 1% del mercado argentino. En el mercado general, todavía no se presta atención. Creo que los premios suman para el consumidor, pero estamos muy lejos de ser EEUU, donde un premio acelera la penetración de un vino en el mercado, porque los formadores de opinión mueven la tendencia. En la Argentina en cambio, los estudios de mercado muestran que los atributos a los que les prestan atención los consumidores son nombre del vino, tradición, lugar de origen y tipo de cepa.
Creo que la Argentina, a partir del momento en que salió a vender sus vinos en el exterior, necesitó de los premios y empezó a trabajar con esto. Así fue cómo las bodegas lo incorporaron de alguna manera en el mercado argentino y se empezó a generar esta cultura. De a poco, algunos restaurantes y vinerías boutique están empezando a mostrar estos premios.
¿Qué expectativas tienen para los próximos años?
Estamos cumpliendo 90 años. Todo lo que hacemos es en función de los próximos 90 años. Venimos creciendo en cobertura y facturación, lo que nos pone muy contentos, pero la familia cree que este es un negocio que se tiene que pensar a muy largo plazo.
Fuente: lanacion.com
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