Por qué existimos? ¿Cuál es la finalidad del Universo?¿Qué es lo verdaderamente importante en la vida? Y una pregunta metafísica todavía más difícil de responder: ¿Cuánto dejar de propina?
La economía tradicional nunca tuvo buenas herramientas para entender el fenómeno de las propinas. Para una persona que maximiza sus ingresos y paga sólo lo estrictamente necesario, dejar propina no tiene sentido: sencillamente, no estamos obligados a hacerlo.
"Desde el punto de vista económico, es un comportamiento excepcional", cuenta a Clarín Michael Lynn, la mayor autoridad mundial en estudios sobre propinas. Lynn es profesor de Comportamiento del Consumidor en la Universidad de Cornell, y tiene títulos de grado en Economía y Psicología.
"Tal vez uno deja dinero porque quiere que en el futuro vuelvan a tratarlo bien, pero lo cierto es que se dan gratificaciones aun en aquellos lugares en los que uno está de viaje y sabe que no va a volver", continúa Lynn, en una entrevista por correo electrónico.
El profesor lleva ya doce años investigando el fenómeno de las propinas, con miles de cenas analizadas en restoranes. Sólo en EE.UU., se calcula que cada año se mueven entre 30.000 y 40.000 millones de dólares en gratificaciones voluntarias, un 70% de ellas en restoranes.
En naciones caribeñas y asiáticas, donde el turismo es la principal actividad económica, las propinas en moneda fuerte suelen ser -al igual que las remesas que envían los emigrantes a países ricos- una porción importante del PBI."Una buena política en este tema, para empresas de hotelería y gastronomía, fortalece el compromiso de los empleados con su trabajo, disminuye la rotación de personal y afianza la relación con los clientes", dice Lynn.
¿Qué consejos da el economista y psicólogo para maximizar los ingresos por propinas?
¿Amarrete, yo?: Aunque parezca increíble, la calidad del servicio no incide tanto en el monto de la gratificación. La gente deja más propina de lo habitual cuando le cae bien quien lo sirve y cuando hay vecinos de mesa mirando, que lo pueden considerar "amarrete".
"Buscamos, en definitiva, aprobación social de quienes nos sirven y de los comensales que nos rodean".
Repita conmigo: Por eso, continúa Lynn, más que concentrarse en gestos de "etiqueta gastronómica" (servir por la derecha, ese tipo de cosas), los mozos y mozas debería concentrarse en estrategias de empatía más básicas. Sonreir, repetir el pedido e inclinarse para tomarlo suman en este sentido.
Derecho a roce: Lynn comprobó, con experimentos, que las propinas pueden subir hasta un 30% con un caramelo en la adición (o, mejor aún, con cuatro o cinco); y también "rozando en forma casi imperceptible el brazo del cliente". Esto último debe hacerse con extrema sutileza, advierte el académico, para evitar demandas de acoso sexual.
Fuente: clarin.com
Muy!! interesante
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