En Argentina cerca de la mitad de la población es hipertensa y lo desconoce. Las claves para detectar y tratar la enfermedad.
La hipertensión arterial se manifiesta como una enfermedad cuyos tres grandes problemas radican en:
1) Su detección.
2) Su correcto tratamiento.
3) La adherencia del paciente al tratamiento.
Su detección
La
creencia extendida entre las personas es que la hipertensión arterial
se manifiesta a través de dolores de cabeza, de nuca, mareos u otros
síntomas similares; sin embargo, la realidad es que se trata de una
patología que no presenta síntomas. Por tal motivo, muchas personas que
no exhiben ningún tipo de indicio de padecer la enfermedad no pueden
creer o no se les ocurre pensar que son hipertensos.
Dada esta
característica, la única alternativa para estar al tanto de esto es por
medio de la medición periódica de la presión arterial, incluso a edades
tempranas de la vida. Una cuestión fundamental a considerar es que los
hijos de padres hipertensos con frecuencia padecen también la
enfermedad, y muchos de ellos transcurren años de su vida sin un
diagnóstico establecido por no realizar una medición anual de la presión
arterial a partir de los tres años.
En nuestro país la mitad de
las personas con hipertensión desconocen padecer la enfermedad; es por
ello que se requieren más y mejores campañas de detección de la misma.
Su correcto tratamiento
En
la actulidad existen instrumentos capaces de lograr un adecuado y
efectivo control de la presión arterial en personas que sufren de
hipertensión.
Para algunos pacientes, una dieta sana, la
realización de ejercicio, la mantención de un peso saludable y la
reducción en el consumo de sal pueden ser suficientes, sin embargo, la
gran mayoría requerirá medicación complementaria. De hecho, es habitual
que se necesite la combinación de dos o más medicamentos, cuya
prescripción estará en manos de la evaluación médica del profesional.
La adherencia del paciente a su tratamiento a largo plazo
En
la mayoría de los casos la hipertensión arterial no se cura sino que se
continúa con un tratamiento de medicamentos a lo largo de los años.
Este aspecto es el principal problema que se presenta pues más de la
mitad de los pacientes abandona el tratamiento.
En relación a esta
problemática y buscando disminuirla, uno de los métodos que más interés
ha despertado en los últimos años y que se ha establecido en guías
nacionales e internacionales médicas es la medición domiciliaria de la
presión. Los beneficios de esta modalidad de control es que proporciona
información al paciente y al médico sobre la evolución de la enfermedad,
favorece una adecuada indicación de las dosis de medicación a emplear y
su forma de distribuirla durante el día, y simultáneamente mejora la
adherencia al tratamiento por parte del paciente, que de esta manera es
partícipe activo del mismo, en contraposición a ser un sujeto pasivo que
no se involucra.
En la actualidad se utilizan, generalmente,
equipos automáticos cuyo manejo es sencillo y permite evitar muchos
errores técnicos que se cometían con el método tradicional. Las
recomendaciones son que las mediciones las realice el paciente, sentado y
con el brazo apoyado sobre una mesa; se indica colocar el manguito en
el brazo "no hábil", de ese modo la mano más diestra queda libre para
manejar el equipo. Se realizan tres mediciones consecutivas, con
intervalos de un minuto entre cada una de ellas, y se registra el
promedio de las dos últimas. Las mediciones deben realizarse por la
mañana antes de la medicación y por la tarde, durante una semana. Una
semana de control por mes es lo recomendado, ya que se debe evitar una
dependencia excesiva a la medición de la presión arterial, que en
algunos pacientes se puede transformar en una verdadera "presuromanía"
(obsesionarse con la medición de la presión).
La información que
se obtenga de este control del paciente será muy valorada por el médico
y, al mismo tiempo, el paciente se sentirá satisfecho con su
participación e involucramiento en el registro y seguimiento de su
presión arterial.
Asimismo, existe la técnica de la Medición
Ambulatoria de Presión Arterial (MAPA), cuyo empleo se realizará cuando
el médico lo considere necesario. Se trata de un equipo que el paciente
tiene colocado por 24 horas y que efectúa mediciones periódicas de la
presión arterial durante sus actividades habituales, incluso el sueño
nocturno. La ventaja de esta metodología radica en la capacidad de
medición durante la rutina cotidiana del paciente y que permite evaluar
el comportamiento nocturno de la presión, información esencial al
momento de evaluar el riesgo cardiovascular y, particularmente, el
cerebrovascular. La limitación, por otra parte, es el mayor costo y la
menor disponibilidad de equipos.
"Nuestra experiencia en el
ICBA es que logramos el control adecuado en el 80% de los pacientes"
afirma el Dr. Alberto Villamil, Jefe de la Sección de Hipertensión
Arterial del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, ICBA.
Dentro
de este contexto, las actuales guías nacionales e internacionales han
direccionado su atención en mejorar la salud poblacional, incorporando y
estimulando el uso de técnicas de bajo costo y de amplia
disponibilidad, para así lograr que la mayor cantidad de pacientes
alcancen la normalización de la presión arterial. En correspondencia con
este panorama, "en la Sección de Hipertensión Arterial del ICBA se
realiza un entrenamiento con los pacientes para que efectúen un
auto-monitoreo y también se dispone de equipos que permiten la medición
ambulatoria las 24 horas" dice el Dr. Villamil.
Fuente:
Dr. Alberto S. Villamil, Médico cardiólogo especialista en hipertensión
arterial, Jefe de la Sección de Hipertensión Arterial del Servicio de
Epidemiología y Prevención Cardiovascular, ICBA
Foto: Thinkstock Photos
Fuente: entremujeres.com
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