Las primeras huellas de presencia humana en
Perú datan de hace al menos 20000 años antes de nuestra era, pero han
sido conservados muy pocos vestigios de esta época. A partir de 1250
a.c., varias civilizaciones venidas del norte, los Chavinos, los Chimús,
los Nazcas y los Tiahuanacos se establecieron en la región. La ciudad
de Chanchan, cuyas ruinas son visibles aún hoy, fue construida por los
Chimús hacia el año 1000 a.c.
Los Incas, una tribu guerrera del sur de la sierra, se desplazó poco a poco hacia el norte de la región hasta el valle fértil de Cuzco entre los años 1100 y 1300. Su expansión comenzó en 1438, con Pacahuetec, quien emprendió la conquista de las tierras vecinas.
Hacia el 1500, el Imperio inca se extendía del océano Pacífico hasta los orígenes del río Paraguay y del Amazonas, de la región del actual Quito, Ecuador, hasta el río Maule, en Chile. Este vasto imperio era dirigido por un inca, o emperador, quien era adorado como una divinidad. Rico en yacimientos de oro y plata, el reino de los Incas iba a volverse el blanco de las ambiciones imperiales de los españoles ya instalados en Panamá.
En 1531, el conquistador español Francisco Pizarro desembarcó en Perú con 183 hombres y, utilizando la guerra civil que dividía a los Incas, logró en menos de cinco años hacer de su imperio una posesión española.
En 1535, fundó en las orillas del río Rímac una ciudad a la cual hizo su capital, Ciudad de los Reyes, hoy Lima. Los conflictos de autoridad que opusieron enseguida a los conquistadores españoles entre ellos desembocaron en el asesinato de Pizarro.
En 1542, Carlos Quinto, con el objeto de restablecer el orden, creó el virreinato del Perú, que englobaba todas las posesiones españolas en América del Sur, con excepción de la actual Venezuela. "Nuevas leyes" fueron promulgadas, con el fin de intentar proteger a los indígenas de la violencia de la explotación de los conquistadores. Pero el primer virrey español, Nuñez de Vela, que llegó a Perú en 1544, suscitó una viva hostilidad de parte de los colonos quienes se rebelaron y lo mataron: las "nuevas leyes" no fueron aplicadas jamás.
Fue con la llegada, en 1569, del virrey Francisco de Toledo, que el sistema colonial, que iba a prevalecer durante más de dos siglos, se puso verdaderamente en plaza. Emprendió la integración de la población india, agrupada en comunidades agrícolas, ubicadas bajo la tutela de un particular o del Estado, y favoreció su evangelización.
El período que siguió fue particularmente próspero, los españoles introdujeron en las primeras mesetas andinas nuevos cultivos (trigo, viñas, olivos) y cultivaron la caña de azúcar en las plantaciones costeras, importando esclavos. Sin embargo, la verdadera riqueza del Perú se encontraba en su subsuelo que encerraba cuantiosos metales preciosos, y en particular plata (yacimiento de Potosí), que dio al país un rol preponderante en la producción mundial hasta el siglo XVIII.
En 1780, 60000 amerindios, guiados por José Gabriel Condorcanqui (quien adoptó el nombre de su ancestro, el inca Tupac Amaru), se rebelaron contra la autoridad española. La insurrección fue aplastada en 1781 y Condorcanqui fue ejecutado, al igual que miles de sus camaradas revolucionarios.
En 1814, otra revuelta fue a su vez reprimida; sin embargo, la oposición a la autoridad imperial ganaba toda la América del Sur española.
En septiembre de 1820, José de San Martín, un argentino que había vencido a las fuerzas españolas en Chile, desembarcó con sus tropas en Perú. En julio de 1821, entró en la ciudad de Lima, sublevada.
La independencia peruana fue proclamada el 28 de julio de 1821 y San Martín recibió el título de protector, que abandonó rápidamente en favor de Simón Bolívar. En efecto, el héroe de la revolución venezolana entró en Perú en 1822, y derrotó al ejército español en 1824, durante la batalla de Junín, el 6 de agosto, y en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre, con la ayuda del general Sucre.
Los años siguientes fueron extremadamente caóticos. Una vez que Bolívar partió para la Gran Colombia en 1826, el país pasó bajo el yugo de los hacendados y la dictadura militar. Perú no conoció la paz antes de 1845, cuando Ramón Castilla, un veterano de Ayacucho, se apoderó de la presidencia.
Durante sus dos mandatos (1845-1851 y 1855-1862), emprendió numerosas reformas: abolición de la esclavitud, adopción, en 1860, de una constitución liberal, construcción de vías férreas. Castilla comenzó también a explotar el guano y los ricos yacimientos de nitrato.
En 1864, esta explotación fue el origen del conflicto que desembocó en una guerra entre Perú y España, después de que ésta última se apoderara de las islas Chincha, ricas en guano. Aliado a Ecuador, Bolivia y Chile, Perú salió victorioso y el tratado de 1879, que puso fin a la guera, fue la ocasión de ver por primera vez su soberanía oficialmente reconocida por España.
Entre 1879 y 1883, la guerra del Pacífico opuso Perú a Chile, a propósito del control de la provincia de Tarapaca, rica en nitratos. Vencido y amputado de una parte de su territorio, arruinado por los años de guerra y el disenso interno, Perú intentó entonces reorganizarse.
La reconstrucción fue lenta y se hizo en gran parte con la ayuda de capitales extranjeros, bajo la presidencia de Augusto Leguía y Salcedo. Después de su primer mandato (1908-1912), tomó de nuevo el poder en 1919, gracias a un golpe de estado militar, y ejerció una autoridad casi dictatorial.
En 1924, mientras que él estaba en el poder, los intelectuales peruanos exiliados fundaron la Alianza popular revolucionaria americana (APRA), un movimiento de tendencia marxista, influenciado por la revolución mexicana. La APRA, que exigía reformas fundamentales contra la oligarquía conservadora fue rápidamente prohibida por Leguía, lo que no le impidió llegar a ser un partido extremadamente influyente.
En los años '30, a pesar de la adopción de una Constitución democrática (1933), la APRA fue objeto de una sangrienta represión y las elecciones que le daban la victoria fueron anuladas. La presidencia regresó entonces a Manuel Prado Ugarteche, quien quiso proseguir la modernización del país, pero debió también contar con la poderosa voluntad reformista, iniciada por la APRA.
En 1945, una coalición de partidos liberales y de izquierda, entre ellos la APRA, permitió la elección de José Luis Bustamante Rivero, un reformador, para la presidencia de la República. Los derechos civiles y la libertad de prensa fueron reforzados, y ciertos poderes dictatoriales del presidente fueron abolidos por enmienda constitucional. Debido a la hostilidad de la oligarquía conservadora, Bustamante fue derrocado en 1948 por los militares que pusieron a la APRA fuera de la ley.
El 2 de julio de 1950, Manuel Arturo Odría, el instigador del golpe de estado de 1948, fue elegido presidente y su gobierno reforzó el sistema de defensa del Perú, lanzó un vasto programa de trabajos públicos y favoreció una más estrecha cooperación con Brasil, gracias a una serie de pactos económicos y culturales.
La elección de 1956 marcó el retorno del presidente Prado Ugarteche al poder y la renovación de las reformas liberales. Después de una nueva tentativa de los militares por tomar el poder, la elección de 1963 permitió el retorno de la democracia, con la victoria de Fernando Belaúnde Terry. Este fue, sin embargo, depuesto en octubre de 1968, la Constitución fue suspendida y una junta militar se instaló en el poder, bajo la dirección del general Juan Velasco Alvarado.
Después de una serie de huelgas y manifestaciones organizadas para expresar la insatisfacción popular respecto del presidente Velasco, un nuevo golpe de estado militar derroca al gobierno peruano, el 29 de agosto de 1975. Al día siguiente, el general Francisco Morales Bermúdez, quien había sido Primer Ministro y Ministro de Guerra bajo Velasco, devino presidente.
En 1980, fue organizada una elección presidencial. El vencedor, el antiguo presidente Belaúnde Terry, no llegó a enderezar la situación económica. Por otra parte, los guerrilleros maoistas de Sendero luminoso intensificaron sus acciones. Se estima que esta guerrilla fue responsable de la muerte de al menos 18000 personas, en los años '80.
La victoria, por primera vez en la historia del país, del candidato de la APRA, Alan García Pérez, en la elección presidencial de 1985, si bien constituyó un verdadero acontecimiento, no logró invertir la tendencia, y el declive económico del país prosiguió.
En junio de 1990, Alberto Fujimori, hijo de inmigrantes japoneses, sucedió a García. El nuevo presidente impuso un programa de austeridad a fin de combatir la hiperinflación (1000 p. 100 en 1988-1989). La crisis económica provocó sin embargo una nueva escalada de acciones de parte del Movimiento Tupac Amaru (MRTA) y de Sendero Luminoso, que desplazó su campo de acción hacia Lima y comenzó a poner en la mira a las infraestructuras administrativas.
Invocando al terrorismo y la corrupción en los medios gubernamentales, el presidente suspendió la Constitución, en abril de 1992, y pronunció la disolución del Congreso. En septiembre, el arresto de Abimael Guzmán, el jefe de Sendero Luminoso, permitió al jefe de estado conservar el apoyo de la población.
Nuevas elecciones fueron fijadas entonces para 1995 y Alberto Fujimori fue reelegido, el 9 de abril. Del 18 de diciembre de 1996 al 22 de abril de 1997, hubo una toma de rehenes en la embajada de Japón por un grupo que se proclamaba del Movimiento Tupac Amaru. Los guerrilleros fueron abatidos por los militares.
En política extranjera, un diferendo fronterizo resurgió entre Perú y Ecuador, en enero de 1995, con respecto al control de la cordillera del Cóndor. Esta zona, de una longitud de 78 km, casi deshabitada, pero rica en yacimientos petrolíferos, había sido atribuida al Perú en 1950 después de un arbitraje internacional. Sin embargo, Ecuador, que no había aceptado jamás esta decisión, desencadenó las hostilidades. Los combates prosiguieron hasta mediados de febrero y dejaron unos 200 muertos y heridos de ambas partes. Dos acuerdos de cese del fuego se firmaron finalmente en marzo, bajo el arbitrio de los paises del Protocolo de Río (Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile), previendo la desmilitarización de la zona y la organización de negociaciones pacíficas entre los dos paises.
Los Incas, una tribu guerrera del sur de la sierra, se desplazó poco a poco hacia el norte de la región hasta el valle fértil de Cuzco entre los años 1100 y 1300. Su expansión comenzó en 1438, con Pacahuetec, quien emprendió la conquista de las tierras vecinas.
Hacia el 1500, el Imperio inca se extendía del océano Pacífico hasta los orígenes del río Paraguay y del Amazonas, de la región del actual Quito, Ecuador, hasta el río Maule, en Chile. Este vasto imperio era dirigido por un inca, o emperador, quien era adorado como una divinidad. Rico en yacimientos de oro y plata, el reino de los Incas iba a volverse el blanco de las ambiciones imperiales de los españoles ya instalados en Panamá.
En 1531, el conquistador español Francisco Pizarro desembarcó en Perú con 183 hombres y, utilizando la guerra civil que dividía a los Incas, logró en menos de cinco años hacer de su imperio una posesión española.
En 1535, fundó en las orillas del río Rímac una ciudad a la cual hizo su capital, Ciudad de los Reyes, hoy Lima. Los conflictos de autoridad que opusieron enseguida a los conquistadores españoles entre ellos desembocaron en el asesinato de Pizarro.
En 1542, Carlos Quinto, con el objeto de restablecer el orden, creó el virreinato del Perú, que englobaba todas las posesiones españolas en América del Sur, con excepción de la actual Venezuela. "Nuevas leyes" fueron promulgadas, con el fin de intentar proteger a los indígenas de la violencia de la explotación de los conquistadores. Pero el primer virrey español, Nuñez de Vela, que llegó a Perú en 1544, suscitó una viva hostilidad de parte de los colonos quienes se rebelaron y lo mataron: las "nuevas leyes" no fueron aplicadas jamás.
Fue con la llegada, en 1569, del virrey Francisco de Toledo, que el sistema colonial, que iba a prevalecer durante más de dos siglos, se puso verdaderamente en plaza. Emprendió la integración de la población india, agrupada en comunidades agrícolas, ubicadas bajo la tutela de un particular o del Estado, y favoreció su evangelización.
El período que siguió fue particularmente próspero, los españoles introdujeron en las primeras mesetas andinas nuevos cultivos (trigo, viñas, olivos) y cultivaron la caña de azúcar en las plantaciones costeras, importando esclavos. Sin embargo, la verdadera riqueza del Perú se encontraba en su subsuelo que encerraba cuantiosos metales preciosos, y en particular plata (yacimiento de Potosí), que dio al país un rol preponderante en la producción mundial hasta el siglo XVIII.
En 1780, 60000 amerindios, guiados por José Gabriel Condorcanqui (quien adoptó el nombre de su ancestro, el inca Tupac Amaru), se rebelaron contra la autoridad española. La insurrección fue aplastada en 1781 y Condorcanqui fue ejecutado, al igual que miles de sus camaradas revolucionarios.
En 1814, otra revuelta fue a su vez reprimida; sin embargo, la oposición a la autoridad imperial ganaba toda la América del Sur española.
En septiembre de 1820, José de San Martín, un argentino que había vencido a las fuerzas españolas en Chile, desembarcó con sus tropas en Perú. En julio de 1821, entró en la ciudad de Lima, sublevada.
La independencia peruana fue proclamada el 28 de julio de 1821 y San Martín recibió el título de protector, que abandonó rápidamente en favor de Simón Bolívar. En efecto, el héroe de la revolución venezolana entró en Perú en 1822, y derrotó al ejército español en 1824, durante la batalla de Junín, el 6 de agosto, y en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre, con la ayuda del general Sucre.
Los años siguientes fueron extremadamente caóticos. Una vez que Bolívar partió para la Gran Colombia en 1826, el país pasó bajo el yugo de los hacendados y la dictadura militar. Perú no conoció la paz antes de 1845, cuando Ramón Castilla, un veterano de Ayacucho, se apoderó de la presidencia.
Durante sus dos mandatos (1845-1851 y 1855-1862), emprendió numerosas reformas: abolición de la esclavitud, adopción, en 1860, de una constitución liberal, construcción de vías férreas. Castilla comenzó también a explotar el guano y los ricos yacimientos de nitrato.
En 1864, esta explotación fue el origen del conflicto que desembocó en una guerra entre Perú y España, después de que ésta última se apoderara de las islas Chincha, ricas en guano. Aliado a Ecuador, Bolivia y Chile, Perú salió victorioso y el tratado de 1879, que puso fin a la guera, fue la ocasión de ver por primera vez su soberanía oficialmente reconocida por España.
Entre 1879 y 1883, la guerra del Pacífico opuso Perú a Chile, a propósito del control de la provincia de Tarapaca, rica en nitratos. Vencido y amputado de una parte de su territorio, arruinado por los años de guerra y el disenso interno, Perú intentó entonces reorganizarse.
La reconstrucción fue lenta y se hizo en gran parte con la ayuda de capitales extranjeros, bajo la presidencia de Augusto Leguía y Salcedo. Después de su primer mandato (1908-1912), tomó de nuevo el poder en 1919, gracias a un golpe de estado militar, y ejerció una autoridad casi dictatorial.
En 1924, mientras que él estaba en el poder, los intelectuales peruanos exiliados fundaron la Alianza popular revolucionaria americana (APRA), un movimiento de tendencia marxista, influenciado por la revolución mexicana. La APRA, que exigía reformas fundamentales contra la oligarquía conservadora fue rápidamente prohibida por Leguía, lo que no le impidió llegar a ser un partido extremadamente influyente.
En los años '30, a pesar de la adopción de una Constitución democrática (1933), la APRA fue objeto de una sangrienta represión y las elecciones que le daban la victoria fueron anuladas. La presidencia regresó entonces a Manuel Prado Ugarteche, quien quiso proseguir la modernización del país, pero debió también contar con la poderosa voluntad reformista, iniciada por la APRA.
En 1945, una coalición de partidos liberales y de izquierda, entre ellos la APRA, permitió la elección de José Luis Bustamante Rivero, un reformador, para la presidencia de la República. Los derechos civiles y la libertad de prensa fueron reforzados, y ciertos poderes dictatoriales del presidente fueron abolidos por enmienda constitucional. Debido a la hostilidad de la oligarquía conservadora, Bustamante fue derrocado en 1948 por los militares que pusieron a la APRA fuera de la ley.
El 2 de julio de 1950, Manuel Arturo Odría, el instigador del golpe de estado de 1948, fue elegido presidente y su gobierno reforzó el sistema de defensa del Perú, lanzó un vasto programa de trabajos públicos y favoreció una más estrecha cooperación con Brasil, gracias a una serie de pactos económicos y culturales.
La elección de 1956 marcó el retorno del presidente Prado Ugarteche al poder y la renovación de las reformas liberales. Después de una nueva tentativa de los militares por tomar el poder, la elección de 1963 permitió el retorno de la democracia, con la victoria de Fernando Belaúnde Terry. Este fue, sin embargo, depuesto en octubre de 1968, la Constitución fue suspendida y una junta militar se instaló en el poder, bajo la dirección del general Juan Velasco Alvarado.
Después de una serie de huelgas y manifestaciones organizadas para expresar la insatisfacción popular respecto del presidente Velasco, un nuevo golpe de estado militar derroca al gobierno peruano, el 29 de agosto de 1975. Al día siguiente, el general Francisco Morales Bermúdez, quien había sido Primer Ministro y Ministro de Guerra bajo Velasco, devino presidente.
En 1980, fue organizada una elección presidencial. El vencedor, el antiguo presidente Belaúnde Terry, no llegó a enderezar la situación económica. Por otra parte, los guerrilleros maoistas de Sendero luminoso intensificaron sus acciones. Se estima que esta guerrilla fue responsable de la muerte de al menos 18000 personas, en los años '80.
La victoria, por primera vez en la historia del país, del candidato de la APRA, Alan García Pérez, en la elección presidencial de 1985, si bien constituyó un verdadero acontecimiento, no logró invertir la tendencia, y el declive económico del país prosiguió.
En junio de 1990, Alberto Fujimori, hijo de inmigrantes japoneses, sucedió a García. El nuevo presidente impuso un programa de austeridad a fin de combatir la hiperinflación (1000 p. 100 en 1988-1989). La crisis económica provocó sin embargo una nueva escalada de acciones de parte del Movimiento Tupac Amaru (MRTA) y de Sendero Luminoso, que desplazó su campo de acción hacia Lima y comenzó a poner en la mira a las infraestructuras administrativas.
Invocando al terrorismo y la corrupción en los medios gubernamentales, el presidente suspendió la Constitución, en abril de 1992, y pronunció la disolución del Congreso. En septiembre, el arresto de Abimael Guzmán, el jefe de Sendero Luminoso, permitió al jefe de estado conservar el apoyo de la población.
Nuevas elecciones fueron fijadas entonces para 1995 y Alberto Fujimori fue reelegido, el 9 de abril. Del 18 de diciembre de 1996 al 22 de abril de 1997, hubo una toma de rehenes en la embajada de Japón por un grupo que se proclamaba del Movimiento Tupac Amaru. Los guerrilleros fueron abatidos por los militares.
En política extranjera, un diferendo fronterizo resurgió entre Perú y Ecuador, en enero de 1995, con respecto al control de la cordillera del Cóndor. Esta zona, de una longitud de 78 km, casi deshabitada, pero rica en yacimientos petrolíferos, había sido atribuida al Perú en 1950 después de un arbitraje internacional. Sin embargo, Ecuador, que no había aceptado jamás esta decisión, desencadenó las hostilidades. Los combates prosiguieron hasta mediados de febrero y dejaron unos 200 muertos y heridos de ambas partes. Dos acuerdos de cese del fuego se firmaron finalmente en marzo, bajo el arbitrio de los paises del Protocolo de Río (Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile), previendo la desmilitarización de la zona y la organización de negociaciones pacíficas entre los dos paises.
Fuente: americas-fr.com
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