Comer poco nos pone fastidiosos
y malhumorados. Hacer dietas estrictas y combinar equivocadamente los alimentos provoca que tengamos hambre
durante todo el día y que la ansiedad se incremente hasta llegar a un punto en
que se torna insoportable y... terminamos rompiendo la dieta.
En una entrevista con
Infobae, el doctor Máximo Ravenna -especialista en obesidad y trastornos alimentarios-
expresó que los hábitos alimentarios, la
calidad de la comida, su exceso o su escasez influyen en el humor y en el exceso de peso."Todo
depende de lo que se come, la cantidad y
calidad de los alimentos, la frecuencia de la ingesta... todo está relacionado
con estructuras de equilibrio, satisfacción,
placer, estabilidad y serenidad.", indicó.
"Si uno está "picoteando"
porque está atrapado en un vínculo adictivo con la comida, su
trasmisión hacia los otros será de inquietud permanente. Supongamos, una mujer
que una mañana se propone hacer dieta pero llegan las seis de la tarde
y la rompe. Se frustra, se pone de mal
humor. Al otro día, se vuelve a levantar con la autoestima alta para retomarla pero vuelve a romperla. Junto
con el sobrepeso, eso genera un estado ambiental malo. Los ojos externos están asomando
en forma crítica, observando lo que le
pasa, que no resuelve el problema. Los ojos internos se sienten perseguidos por
la propia inoperancia. Eso, obviamente, cambia el humor", indicó el
especialista.
Ravenna sostuvo que el mal humor y la gordura pueden generar un
estado de euforia que se asemeje al buen ánimo pero que, en realidad, resulta ser una manía, un mecanismo de
negación en donde ya nada importa. "Hay
que tener cuidado con aquellas personas que viven sonriendo porque hay que ver
en qué estado están realmente. Se dijo siempre que una persona que consume mucha carne es más agresiva; que una persona vegetariana es
más tranquila y que la que come moderadamente tiene una actitud más serena, sabia
y equilibrada", afirmó.
"La sensación ambiental de quien come vorazmente, o como
decimos nosotros, de manera desenfrenada, "tragando" y no hablando en la mesa,
no es una buena imagen. Esa persona sabe que la están observando o que a nadie le
gusta lo que está haciendo porque, cuando terminó de comer, se da cuenta que lo
hizo en pocos minutos, que se quedó con el plato vacío y eso le da ganas de volver
a repetir", sostuvo Ravenna.
"Muchas veces una persona que hace dieta está agresiva y eso
puede pasar porque no le está dando resultados, o porque el régimen de
comidas le hace sentir hambre, ya que le sacaron los alimentos de índice
glicémico o porque come alimentos "gatillo" que la ponen ansiosa y con ganas de
seguir comiendo. Entonces esa persona está irritable haciendo dieta, estaba irritable estando
gorda y vive irritable porque hace mal
la dieta. Cuando uno empieza a hacer un buen régimen de
comidas las ganas de comer se van, ya que esto proporciona un nivel alto de
saciedad, a pesar de que la dieta sea hipocalórica. Así, es probable que veamos
cómo se modifica tanto el humor ambiental como el humor interno", finalizó Ravenna.
Fuente: infobae.com
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