Además de mantener tu peso corporal, una alimentación equilibrada te
ayuda a tolerar el estrés y tener la energía suficiente para rendir al
máximo en tus actividades.
El primer paso es tomar conciencia e introducir pequeños cambios en el estilo de vida:
1) Almorzá siempre
Por
más apurada que estés, respetá tus tiempos. Date unos minutos para
sentarte, masticar, saborear y disfrutar de un plato liviano, lleno de
energía y nutrientes.
2) Planificá tus comidas
La clave para tener una alimentación balanceada es organizarse y entrar en la "cultura tupper". Al principio de cada semana, comprá y llevá a la oficina:
- Colaciones saludables:
llevá una fruta para cada día, yogur, barritas de cereal o galletitas
bajas en grasa. Tenelas en los cajones, así no te tentás con los dulces y
golosinas de tus compañeros.
- Ensaladas frescas de vegetales:
preparalas con zanahoria, arvejas, hojas verdes, apio o remolacha.
Acompañalas con proteínas: trozos de pollo o pavo frío, atún al natural,
queso sin grasa, tofu o huevo duro. También podés agregarles arroz
integral o legumbres.
- Budines o souflés de verduras: llevalos para reemplazar a las tartas o empanadas compradas, que tienen muchas grasas trans y harinas.
3) Equipá el escritorio
Tené
siempre a mano agua mineral o saborizada, jugos o gaseosas light,
chicles o caramelos sin azúcar. Te ayudarán a calmar la ansiedad y a evitar los picoteos típicos del horario laboral.
4) Reemplazá el café
En su lugar, tratá de tomar infusiones más saludables, como el té de frutas o de hierbas.
5) Y, después del almuerzo… ¡A caminar!
Por
más que tengas que comer en tu escritorio, tratá de caminar por unos
minutos. Ayuda a hacer la digestión, desconectarse de la oficina y
aliviar el estrés.
Por la licenciada María Cecilia Ponce, nutricionista del laboratorio ALCAT.
Fuente: enremujeres.com
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