La
osteoporosis y la osteopenia, esos fantasmas que empiezan a acechar a
las mujeres a partir de los 40, pueden combatirse desde varios frentes.
Ponete en marcha ahora.
Por Dr Carlos González Botana
En los huesos existe un mecanismo de permanente construcción y destrucción o remoción que provee equilibrio, manteniendo la estructura normal del esqueleto. De la construcción y/o conservación de la estructura ósea normal se ocupan un conjunto de células que se denominan "osteoblastos", y de la destrucción se ocupan otras células, que se llaman "osteoclastos". Todos estos elementos se mantienen en perfecto equilibrio para conservar el hueso en condiciones de normalidad. Los osteoblastos son los encargados de la construcción de una malla de tejido proteico sobre la que se deposita el calcio en forma de una sal de dureza tan marcada que se la suele llamar "apatita ósea". De estos dos mecanismos (la malla de estructura proteica y la aposición de calcio) dependen la calidad, la fortaleza y la normalidad del esqueleto.
En los huesos existe un mecanismo de permanente construcción y destrucción o remoción que provee equilibrio, manteniendo la estructura normal del esqueleto. De la construcción y/o conservación de la estructura ósea normal se ocupan un conjunto de células que se denominan "osteoblastos", y de la destrucción se ocupan otras células, que se llaman "osteoclastos". Todos estos elementos se mantienen en perfecto equilibrio para conservar el hueso en condiciones de normalidad. Los osteoblastos son los encargados de la construcción de una malla de tejido proteico sobre la que se deposita el calcio en forma de una sal de dureza tan marcada que se la suele llamar "apatita ósea". De estos dos mecanismos (la malla de estructura proteica y la aposición de calcio) dependen la calidad, la fortaleza y la normalidad del esqueleto.
A su vez, la estructura proteica depende –como todo el
metabolismo proteico– de la calidad de la alimentación del individuo, y
en el caso particular del hueso, de la actividad de ciertas hormonas que
actúan directa o indirectamente sobre la construcción de la malla o
matriz ósea.
Estas hormonas son principalmente las hormonas
sexuales: la testosterona en el hombre y los estrógenos en la mujer,
siendo estos últimos los que contribuyen directamente en el
mantenimiento del metabolismo óseo femenino, que debe su inestabilidad,
en gran medida, a la variabilidad de la secreción estrogénica durante
las distintas etapas de la vida. Esto es particularmente visible en la
osteoporosis, que suele producirse a partir de la menopausia o en sus
vecindades y que predomina en el sexo femenino porque la actividad
estrogénica cae más bruscamente en la mujer que la androgénica en el
hombre, y por eso la matriz ósea o malla de proteína se hace más rala,
es decir, el calcio tiene menos estructura sobre la cual depositarse.
Pero el desarrollo de la matriz ósea y la construcción del hueso no
dependen sólo de las hormonas.
Todos conocemos señoras que llegan a edades avanzadas
sin el flagelo de la osteoporosis, y esto se debe a que el hueso
estimula también su crecimiento y densidad por efecto de la función
muscular, cuya tracción sobre el esqueleto genera un aumento de la
densidad de la estructura ósea como respuesta a una mayor exigencia
funcional sobre el mismo. El depósito de calcio depende también de
factores como su absorción a nivel del intestino (regulada por la
vitamina D3). Las glándulas paratiroides influyen también directamente
en la formación del hueso normal regulando la absorción y excreción de
calcio y fósforo.
Su déficit disminuye la disponibilidad de calcio y su
exceso produce una alteración y destrucción del hueso, constituyendo la
osteopatía fibroquística, una consecuencia del hiperparatiroidismo. El
hipertiroidismo influye también sobre la estructura ósea por el efecto
destructivo de las hormonas tiroideas sobre el metabolismo de las
proteínas, por lo tanto los hipertiroideos tenderán a presentar
alteraciones en el sentido de la osteoporosis u osteopenia. La
insuficiencia renal crónica altera la composición de la vitamina D3 y
por ello modificará la absorción de calcio, contribuyendo al desarrollo
de la osteoporosis.
En las personas que por razones de salud ven disminuida
su motilidad, se observa con frecuencia el deterioro de la armazón
ósea, por lo cual se aconseja, aun en los que están postrados, una
actividad física asistida por el kinesiólogo. Las mujeres sanas deberán
mantener un aporte adecuado de proteínas (¡ojo con las dietas veganas!) y
efectuar una actividad física reglada y frecuente, aunque ella esté
representada solamente por la marcha, que debe ser activa, no aquella de
mirar vidrieras.
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