Ahora, el "freezer" pasa factura: tras meses de precios reprimidos en el marco del congelamiento liderado por Guillermo Moreno, la inflación empieza a cobrar nuevo vigor.
No es una sorpresa, por cierto, porque este tipo de reacciones pendulares forman parte del manual de la política económica intervencionista.
De hecho, la gran mayoría de los analistas habían advertido sobre los peligros que entrañaba "el día despúes" del control de precios, ya que era casi un hecho que se iba a producir una "puesta al día" en aquellos productos que habían sido topeados.
Lejos de los momentos de gloria del congelamiento -cuando se
festejaba que la inflación se había estacionado en un nivel del 1,5%
mensual- septiembre confirmó que los registros de los últimos meses no habían sido un accidente sino que constituían una tendencia firme.
El 2,11% difundido por el Congreso no sólo ubicó al índice anual otra vez por encima del 25% sino que, además se trató de la mayor suba desde septiembre de 1991, un dato no menor si se tiene en cuenta que debería haber sido un mes tranquilo en términos estacionales.
Alimentos más caros
Pero lo más preocupante del caso tal vez sea que el rubro que lidera el alza de precios es el de alimentos que, por sí mismos, llevarían a un aumento de más del 30% en 2013. Es decir, mayor a la inflación anualizada, según datos difundidos por las consultoras privadas.
Toda una contradicción para un discurso oficial que ha puesto "la defensa de la mesa de los argentinos" como un objetivo central de la política económica.
Lo cierto es que en las últimas semanas el sitio web de la Secretaría de Comercio y el de Defensa del Consumidor se convirtieron en un "portal gastronómico", en los que se pudo acceder a una lista de "vegetales recomendables" y a recetas como "sopa de remolachas" y "papas con acelgas", orientados a mostrar sustitutos de productos caros.
"Los rubros que más aumentaron fueron frutas y verduras", indica Luciano Cohan de la consultora Elypsis, una de las que elabora su propio índice inflacionario.
También hubo una aceleración en el encarecimiento de los panificados.
Pese a que Moreno hizo "lo imposible" para que se vendiera un pan a $10
el kilo -y hasta recomendó que se elabore en el hogar- el kilo de este
producto básico ya ronda los $22.
De esta manera, en Argentina, se llegó al extremo de que una guarnición cueste más que un plato principal con carne.
Para Juan Pablo Paladino, economista de la consultora Ecolatina, el índice de septiembre reflejó el llamado efecto "catch up". Es decir, que luego de seis meses en los que el congelamiento fue exitoso, "se sumó la inflación reprimida en los meses anteriores".
De esta manera, para Paladino, "el congelamiento no logró reducir la inflación sino que le corrió la estacionalidad, y por esto lo que no aumentó antes subió después".
En tanto, varios analistas apuntan a que hay otras cuestiones que incidieron en la suba de alimentos, por lo que puede hablarse de un cóctel de factores estacionales y estructurales, que dejaron a la inflación nuevamente por encima del 2 por ciento.
Rodrigo Álvarez de la consultora Analytica, observa que hay casos en los que por problemas de oferta no se llegó a equiparar el aumento en la demanda.
Alvarez afirma además que -más allá del factor estacional- existe otro componente, que tiene que ver con el ‘descongelamiento' y con las medidas forzadas que se habían tomado para bajar los precios de una gran cantidad de alimentos, que hoy son los que vuelven a subir con fuerza.
Cohan, de Elypsis, también destaca los problemas de oferta: "El de
los alimentos frescos es un mercado muy competitivo, en el cual es casi imposible retener stock y los productos se vencen rápidamente".
El argumento de la estacionalidad aparece, para otros, reforzado por el hecho de que el Gobierno "puso más pesos en la calle", por la vía de medidas económicas tales como la actualización del salario mínimo, el alivio en el Impuesto a las Ganancias y la suba de las asignaciones familiares.
"Esta situación implica que hay más plata en el mercado, de la cual una porción incrementa la demanda de alimentos, justo en un contexto en el que la oferta está estancada, lo que produce una mayor presión alcista sobre los precios", argumenta Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres.
Esto lleva a la pregunta de si el repunte inflacionario constituye un fenómeno meramente estacional o si, más bien, es de carácter estructural.
Para Alvarez, no hay que hacerse ilusiones en el sentido de que la presión inflacionaria ceda en el futuro: "Ahora están incidiendo los dos factores, el estacional y el estructural. Pero lo que estamos viendo es que el problema inflacionario nunca desapareció, sigue más presente que nunca".
Vuelve el viejo debate
Además de la cuestión alimentaria, el último índice inflacionario reavivó un viejo debate entre los economistas argentinos: hasta qué punto puede "culparse" a la fuerte emisión de pesos como principal causante de la inflación.
El hecho de que en los últimos meses se haya notado una moderación en
la expansión de dinero ha llevado a algunos a afirmar que puede haber
otros factores que estén siendo subestimados.
Para el economista Matías Tombolini, docente de la UBA, lo que está
ocurriendo es revelador: "Es cierto que la inflación continúa siendo un
problema. Podemos ver como fracasó el congelamiento. Sin embargo, se da por tierra el discurso que culpaba a la emisión, ya que este año es mucho menor".
Desde la consultora Econviews destacan que hubo una desaceleración por parte del Banco Central, ya que se pasó de un ritmo de expansión del 40%, a principios de año, a un 25%. A esto se le suma el efecto del aumento del costo del dinero, ya que las tasas de interés se incrementaron.
Sin embargo, los analistas destacan que este freno del Banco Central en la emisión de pesos, en principio no tiene como objetivo controlar la inflación, sino que se orienta directamente a contener un poco la suba del dólar blue.
Desde Econviews afirman que "las autoridades del Banco Central,
honestamente, piensan que no existe una gran correlación entre la
emisión y la suba de precios".
"Algo que sí han observado es que un exceso de pesos afecta al valor del dólar paralelo y esto, a su vez, incide en la evolución de los productos básicos exportables, como la soja", remarcan.
Esto fue lo que hizo que el Gobierno le haya puesto un tope a "la maquinita" y dado el visto bueno para establecer intereses más altos.
"Se dieron cuenta de que el costo de tener un precio del blue a un nivel más elevado sería aún peor que mantener estos tipos de interés", añaden desde Econviews.
En cuanto al menor ritmo de emisión, Tombolini agrega: "El Ejecutivo pareciera estar recorriendo caminos más ordenados en materia de política económica y fiscal".
Otros analistas creen que en la "nueva" política cambiaria también se
pueden hallar los motivos para el repunte inflacionario, dado que ha ido desapareciendo una de las "anclas" que por mucho tiempo fuera usada para que los precios de los bienes y servicios no se disparen aun más.
"Al aumentar la velocidad de la suba del dólar, es inevitable que se produzca un empuje en el resto de los precios de la economía", señala Spotorno, del Estudio Ferreres.
La hora del sinceramiento
Septiembre confirmó lo que todos sospechaban: que la tregua inflacionaria de la primera mitad del año no era la norma, sino la excepción.
Y que, como demuestra la historia, el final del congelamiento no podía ser otro que un regreso a los niveles altos de aumentos de precios.
Para peor, en el último trimestre del año es cuando aumenta la presión sobre el fisco, por las obligaciones financieras del Gobierno, lo que habitualmente lleva a un incremento en la emisión de pesos.
Para peor, en el último trimestre del año es cuando aumenta la presión sobre el fisco, por las obligaciones financieras del Gobierno, lo que habitualmente lleva a un incremento en la emisión de pesos.
Así describe la situación Economía & Regiones, la consultora de
Rogelio Frigerio: "De aquí a fin de año el Banco Central va a tener que
emitir más para financiar al Tesoro. Cada vez habrá más moneda local y menos dólares en el mercado y el tipo de cambio de cobertura se incrementará".
"Como resultado de esta mayor emisión, la inflación se aceleraría suavemente y, por ende, las expectativas de devaluación e inflación continuarían en alza", agrega.
Lo cierto es que ya no se ven a los militantes de La Cámpora vigilando las remarcaciones de precios con sus pecheras de "Mirar para cuidar". Y casi nadie se acuerda de que existe una tarjeta "Supercard", ideada para combatir la inflación.
El congelamiento dio lo que podía dar. Y ahora se hacen sentir sus costos de efecto retardado. Sin soluciones "mágicas" a la vista, la inflación vuelve a ser la de siempre.
Fuente: iprofesional.com
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