El sobrepeso en la pubertad o en los teenagers puede hablarnos de muchas
cosas. Es importante, como padres, aprender a escuchar y buscar ayuda
para poder ayudar
Desde una mirada psicológica el período de la pubertad y la
adolescencia es observado con mucha atención ya que se trata de etapas
de muchos cambios y, por lo tanto, de mucha vulnerabilidad.
Nos
sorprendemos al ver jovencitas que, con carita de niñas, ya muestran
cuerpos desarrollados que parecieran no coincidir con su edad. Es
importante no olvidar que el desarrollo psíquico no se produce
paralelamente al desarrollo biológico. Es decir, que aunque veamos niñas
con cuerpos de mujer, su psiquismo, su madurez psicológica, todavía
puede ser la de una niña.
Esto ocurre también con los
varones. Vivenciar e incorporar los cambios que se van produciendo en
el cuerpo no son tareas automáticas. Esta adaptación implica complejos
procesos psíquicos y emocionales que van significando para ese/esa joven
quién es, cómo es, quién quiere ser y qué siente a través de un proceso
permanente de vinculación con otros/as.
El sobrepeso
en el/la adolescente puede responder a varias causas. Las costumbres
alimentarias familiares (la tan arraigada y heredada creencia que comer
de más es sano), la ansiedad y angustia (afectos que suelen
desencadenarse permanentemente en la adolescencia), que pueden
empujarlos/as a comer en exceso, etc.
El crecimiento
de los hijos puede ser generador de ansiedad en los padres. Algunas
veces alimentar en exceso a los/as hijos/as podría ser un acto
desesperado e inconsciente para que no crezcan y sean "bebotes/as" por
siempre. Por otro lado, de manera simbólica, "embucharse" con comida
tapa, frena, lo que empuja por ser expresado (emociones, sentimientos,
broncas, angustias).
Escuchamos decir: "me lo tragué.
Sentí bronca y me la tragué". En otros caos, comer en exceso puede ser
un intento inconsciente por "llenar" un vacío. El vacío que se está
produciendo es el vacío frente a lo nuevo que se desconoce y a lo
conocido que se está perdiendo.
El cuerpo infantil va
dando lugar a un cuerpo adulto, maduro, con otras formas y
características. La presencia de un cuerpo sexualizado se hace más
visible. Muchas veces la obesidad en el/la adolescente intenta "cubrir"
esas formas que están apareciendo y que a veces avergüenzan y perturban.
El exceso de peso cubre las formas, las tapa. Las
curvas sensuales se redondean en exceso, el crecimiento de las mamas se
confunde con la adiposidad, la carita se redondea y parecen niños/ñas,
los ciclos menstruales se hacen más espaciados, las jóvenes pueden dejar
de menstruar, se frena el desarrollo pero no sólo desde lo físico, sino
también desde lo emocional, como un intento desesperado de no crecer.
Esa
capa de grasita sirve, imaginariamente, de barrera, de escudo frente al
mundo exterior, lleno de sobresaltos, novedades, demandas, estímulos,
agresiones, etc. La obesidad intenta postergar el crecimiento
conteniendo los impulsos internos, los miedos, ansiedades y la
sexualidad que empujan por expresarse. Pero este intento resulta
fallido. Lo que tapamos por un lado, sale por otro. El y la adolescente
con obesidad, huyen de un fantasma y se encuentran con otro: el de la
discriminación.
No es cierto que exista el/a
"gordito/a feliz con su obesidad". Además de las dificultades que
encontrará para realizar sus actividades diarias como hacer ejercicio
físico en la escuela muy probablemente será objeto de burlas de parte
de sus pares. A la hora de ir a comprar ropa, importante para cualquier
joven que quiera estar a la moda y vestirse para identificarse con sus
pares, no encontrará talles y sufrirá nuevamente de discriminación. Cabe
aclarar que la ropa fabricada para teenagers utiliza talles más bien
para niños/as que para adolescentes.
Esto refleja a una
sociedad consumista que sobrevalora lo joven y desprecia lo viejo, una
cultura que manda no crecer, "for ever jung".
La
obesidad no debe ser abordada a la ligera. Detrás de la obesidad hay una
persona que sufre, que teme crecer y que intenta protegerse de los
peligros que siente desde el mundo exterior y desde su mundo interno,
emocional.
Es muy importante que el/la adolescente se
sienta acompañados en todo este proceso por sus padres y seres queridos.
Las rebeldías del adolescente, que son tan difíciles de manejar, son
necesarias para que se independice de sus padres, crezca y construya su
propia identidad, basándose en todo lo que recibió en su infancia. Los
padres no deben asustarse por estos cambios a veces tan ruidosos. Los
adultos deben estar atentos y acompañar a sus hijos con la presencia, el
amor, la atención, la contención y la escucha y no acercarse a ellos
sólo para controlarlos y exigirlos.
Lic. Andrea Gómez, psicóloga, especialista en sexualidad
Fuente: entremujeres.com
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