En la última década, la cadena vitivinícola cuyana realizó grandes
inversiones orientadas al mercado externo. Pero en el último año la
cantidad de pesos recibidos por cada dólar exportado por el sector dejó
de ser suficiente para financiar los costos crecientes, fundamentalmente
salariales.
Según un trabajo realizado por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), el problema está lejos de tratarse de una cuestión coyuntural: lo que está en juego es la existencia misma de cientos de empresas y miles de puestos de trabajo.
La estrategia de supervivencia -obligada- que están emprendiendo los empresarios del sector es "comoditizar se" para reducir costos.
"Estamos hablando -señala el trabajo, de acuerdo con testimonios recogidos en el sector- de un avanzado proceso de destrucción de valor. Es decir: el proceso inverso al ocurrido cuando el tipo de cambio era favorable para desarrollar actividades exportadoras (las cuales, en definitiva, son las proveedoras genuinas de las divisas)."
El progresivo crecimiento de las exportaciones argentinas de vinos a granel en desmedro de los embotellados es un reflejo claro de esa destrucción de valor. Lo preocupante es que los datos registrados en lo que va de 2013 muestran que incluso la exportación de vinos a granel dejó de ser rentable.
"En los últimos tres años el precio de la uva pagado al productor se ha mantenido prácticamente constante (en pesos). Y este año, en el mejor de los casos, se espera que los valores se mantengan en niveles similares a los pagados el año pasado", comentó el asesor vitícola Andrés Méndez Casariego.
Rentabilidad en baja
Con la opción exportadora en una zona de rentabilidad nula o negativa para la mayor parte de los vinos, la única opción es volcar el producto al mercado interno, el cual, además de ser reducido, tiene un competidor temible en la franja de vinos más baratos: la cerveza.
Por tal motivo algunas líneas de vinos comunes fueron discontinuadas y otras están por serlo muy pronto.
El problema es que, si la cosecha 2013 fue muy buena, sobra mercadería para abastecer exclusivamente al mercado local.
Eso fue lo que descubrieron muchos empresarios vitícolas al momento de entregar su producción: las bodegas sólo estaban dispuestas a recibir una proporción de uvas muy inferior a la del año pasado.
El resto debió ser procesado a fa-són en bodegas que en la zona se conocen como "trasladistas" (elaboran vino que luego es comercializado a bodegas que producen vinos embotellados con marca propia).
"El hecho de que este año haya miles de productores con partidas de vino por comercializar hace más inestable e impredecible al mercado, porque se trata de participantes con muchas más urgencias financieras que las que puede llegar a tener una gran bodega o una cooperativa", explicó el empresario vitícola mendocino Juan Viciana.
Viciana dio un ejemplo personal. El año pasado elaboró a fasón vino varietal en una cooperativa con la cual finalmente acordó venderlo a un precio de 3,60 pesos el litro. Este año solicitó un "adelanto de cosecha" a esa cooperativa [se trata de un monto de dinero que las bodegas suelen proveer a los productores para financiar costos de cosecha] y la misma ofreció descontar dicho adelanto del vino por elaborar con ese mismo varietal, pero a un valor de 2,10 pesos el litro, un precio más de un 40 por ciento inferior al del año anterior.
Perjuicios
El vino es un producto emblemático de la imagen de una nación. Por tal motivo, los mercados que se pierden, además del perj uicio propio del negocio, genera daños asociados a otras industrias, como la del turismo o de aquellas que estén intentando colocar otros alimentos o productos elaborados en los mercados abandonados o descuidados.
Los empresarios vitícolas y bodegas más comprometidos son aquellos que en los últimos años realizaron grandes inversiones en uvas y vinos varietales con alto perfil exportador.
Los productores de uva común, que se emplea para elaborar mosto o jugo de uva, están mejor posicionados para enfrentar la crisis al tratarse de una commoditie. La cuestión clave es que la crisis no está originada en una caída de la demanda externa, sino en problemas de competitividad endógenos.
Uva de mesa
El proceso de "comoditización" también abarca a las fincas dedicadas a la producción de uva de mesa. En ese caso, la destrucción de valor es mucho más significativa, según consigna el trabajo realizado por CREA.
Juan Vizcaíno trabaja en una finca sanjuanina dedicada a elaborar uva de mesa. Este año comenzaron a desarmar ese negocio para reconvertir buena parte de la producción a pasa de uva.
"Lo ideal sería volver a la uva de mesa porque esta empresa se creó con un perfil 100% exportador de ese producto. Pero la realidad es que el crecimiento de los costos internos nos obliga a buscar otras alternativas", señaló Vizcaíno.
Un dato clave: para elaborar pasas de uvas se necesita apenas un 25% del personal necesario para producir uva de mesa.
Además, una persona cosecha por lo general 100 kilos de uva de mesa por día, mientras que la recolección de uva con destino a pasa puede superar los 2000 kilos diarios per cápita.
"Los ingresos obtenidos con la pasa de uva, por supuesto, son menores, pero son razonables en función de los costos de producción", explicó el agrónomo.
"De todas maneras, se trata de una estrategia de supervivencia que en algún momento tampoco será viable si los costos internos siguen subiendo de manera progresiva", añadió Vizcaíno.
Fuente: La Nación - Página: 8/Campo - País: Argentina
Según un trabajo realizado por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), el problema está lejos de tratarse de una cuestión coyuntural: lo que está en juego es la existencia misma de cientos de empresas y miles de puestos de trabajo.
La estrategia de supervivencia -obligada- que están emprendiendo los empresarios del sector es "comoditizar se" para reducir costos.
"Estamos hablando -señala el trabajo, de acuerdo con testimonios recogidos en el sector- de un avanzado proceso de destrucción de valor. Es decir: el proceso inverso al ocurrido cuando el tipo de cambio era favorable para desarrollar actividades exportadoras (las cuales, en definitiva, son las proveedoras genuinas de las divisas)."
El progresivo crecimiento de las exportaciones argentinas de vinos a granel en desmedro de los embotellados es un reflejo claro de esa destrucción de valor. Lo preocupante es que los datos registrados en lo que va de 2013 muestran que incluso la exportación de vinos a granel dejó de ser rentable.
"En los últimos tres años el precio de la uva pagado al productor se ha mantenido prácticamente constante (en pesos). Y este año, en el mejor de los casos, se espera que los valores se mantengan en niveles similares a los pagados el año pasado", comentó el asesor vitícola Andrés Méndez Casariego.
Rentabilidad en baja
Con la opción exportadora en una zona de rentabilidad nula o negativa para la mayor parte de los vinos, la única opción es volcar el producto al mercado interno, el cual, además de ser reducido, tiene un competidor temible en la franja de vinos más baratos: la cerveza.
Por tal motivo algunas líneas de vinos comunes fueron discontinuadas y otras están por serlo muy pronto.
El problema es que, si la cosecha 2013 fue muy buena, sobra mercadería para abastecer exclusivamente al mercado local.
Eso fue lo que descubrieron muchos empresarios vitícolas al momento de entregar su producción: las bodegas sólo estaban dispuestas a recibir una proporción de uvas muy inferior a la del año pasado.
El resto debió ser procesado a fa-són en bodegas que en la zona se conocen como "trasladistas" (elaboran vino que luego es comercializado a bodegas que producen vinos embotellados con marca propia).
"El hecho de que este año haya miles de productores con partidas de vino por comercializar hace más inestable e impredecible al mercado, porque se trata de participantes con muchas más urgencias financieras que las que puede llegar a tener una gran bodega o una cooperativa", explicó el empresario vitícola mendocino Juan Viciana.
Viciana dio un ejemplo personal. El año pasado elaboró a fasón vino varietal en una cooperativa con la cual finalmente acordó venderlo a un precio de 3,60 pesos el litro. Este año solicitó un "adelanto de cosecha" a esa cooperativa [se trata de un monto de dinero que las bodegas suelen proveer a los productores para financiar costos de cosecha] y la misma ofreció descontar dicho adelanto del vino por elaborar con ese mismo varietal, pero a un valor de 2,10 pesos el litro, un precio más de un 40 por ciento inferior al del año anterior.
Perjuicios
El vino es un producto emblemático de la imagen de una nación. Por tal motivo, los mercados que se pierden, además del perj uicio propio del negocio, genera daños asociados a otras industrias, como la del turismo o de aquellas que estén intentando colocar otros alimentos o productos elaborados en los mercados abandonados o descuidados.
Los empresarios vitícolas y bodegas más comprometidos son aquellos que en los últimos años realizaron grandes inversiones en uvas y vinos varietales con alto perfil exportador.
Los productores de uva común, que se emplea para elaborar mosto o jugo de uva, están mejor posicionados para enfrentar la crisis al tratarse de una commoditie. La cuestión clave es que la crisis no está originada en una caída de la demanda externa, sino en problemas de competitividad endógenos.
Uva de mesa
El proceso de "comoditización" también abarca a las fincas dedicadas a la producción de uva de mesa. En ese caso, la destrucción de valor es mucho más significativa, según consigna el trabajo realizado por CREA.
Juan Vizcaíno trabaja en una finca sanjuanina dedicada a elaborar uva de mesa. Este año comenzaron a desarmar ese negocio para reconvertir buena parte de la producción a pasa de uva.
"Lo ideal sería volver a la uva de mesa porque esta empresa se creó con un perfil 100% exportador de ese producto. Pero la realidad es que el crecimiento de los costos internos nos obliga a buscar otras alternativas", señaló Vizcaíno.
Un dato clave: para elaborar pasas de uvas se necesita apenas un 25% del personal necesario para producir uva de mesa.
Además, una persona cosecha por lo general 100 kilos de uva de mesa por día, mientras que la recolección de uva con destino a pasa puede superar los 2000 kilos diarios per cápita.
"Los ingresos obtenidos con la pasa de uva, por supuesto, son menores, pero son razonables en función de los costos de producción", explicó el agrónomo.
"De todas maneras, se trata de una estrategia de supervivencia que en algún momento tampoco será viable si los costos internos siguen subiendo de manera progresiva", añadió Vizcaíno.
Fuente: La Nación - Página: 8/Campo - País: Argentina
Fuente foto: Area del Vino
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