Cuando se habla de Rosell Boher, automáticamente se asocia este nombre con espumantes de alta gama con sello argentino.
Y, si bien los vinos tranquilos son una pata fundamental en el negocio de esta bodega, muchos consumidores todavía no están del todo familiarizados con sus líneas, como sucede con Viñas de Narváez, uno de los grandes caballitos de batalla de la compañía.
"Nos sucede que la marca está muy asociada a los espumantes. Y muchos recién están descubriendo que algunas etiquetas pertenecen a nuestra bodega. Por eso, en el marco de nuestro décimo aniversario, decidimos poner más énfasis en este aspecto del negocio y creamos el concepto Rosell Boher Wines, para que funcione como una marca paraguas y sostén de la marca", explicó Pablo Torres García, presidente de la compañía, en el marco de una presentación organizada para la prensa especializada y de la que participó Vinos & Bodegas.
Este trabajo de reposicionamiento se está dando en dos niveles: por un lado, con un restyling completo de su línea Viñas de Narváez, que ahora pasó a tener etiquetas con otra calidad de papel, con un diseño más limpio y moderno, donde ahora resalta el clásico escudo de Rosell Boher.
Por otra parte, están ampliando el portfolio de la línea Casa Boher, con la incorporación de un Sauvignon Blanc y un Malbec.
Todo esto forma parte de un plan de inversiones de $3,5 millones que los llevó, además, a ampliar la capacidad de producción, sin renunciar al espíritu boutique asociado a la bodega.
Cabe destacar que en la actualidad Rosell Boher Wines está elaborando unas 230.000 botellas por cosecha, mientras que diez años atrás producían apenas 30.000 unidades.
La degustación, realizada en las oficinas que la bodega posee en el centro de la Ciudad, se inició con el Casa Boher Sauvignon Blanc 2011, que tiene un precio sugerido de $72.
Se trata de un blanco bastante generoso en nariz, pero sumamente equilibrado: no es de los "maracuyosos" ni de aquellos donde la ruda cobra demasiado protagonismo. Esta etiqueta se mueve por el andarivel del medio, dado que hay notas de frutas tropicales pero que compiten de igual a igual con las notas herbáceas.
El detalle que cabe mencionar es que este vino tuvo un paso de tres meses por barricas de roble de primer uso. Este pequeño aporte basta para que se perciban aromas a vainilla.
En boca exhibe un paso más bien untuoso, con buena acidez y algo de nervio. Todo esto le confiere un perfil fresco pero sin estridencias. Hacia el final, y antes de extinguirse por completo, libera un rico touch tostado.
Este Sauvignon Blanc está elaborado con uvas obtenidas a partir de clones de viñedos sudafricanos, que se trajeron al país a principios de los noventa.
"Necesitábamos un vino así para completar la línea. Los mismos hoteles donde estamos presentes nos solicitaban un Sauvignon Blanc diferente y creo que cumplimos con las expectativas", aseguró Torres García.
La degustación prosiguió con el Viñas de Narváez Reserva 2009.
Esta añada, que reemplaza a la 2006, es un blend elaborado con 40% de Cabernet Sauvignon, 30% Malbec y 30% Merlot provenientes del Valle de Uco.
Es un vino que recién está saliendo al mercado y que realmente va a dar que hablar, dado que sintetiza con holgura el significado del concepto "best value", es decir, cuando un vino otorga un nivel de satisfacción mayor al esperado en relación a su precio.
En nariz exhibe un buen despliegue de frutas rojas maduras, con su clásico pimiento verde en dosis agradables. En un segundo plano se potencian notas ahumados con pinceladas de vainilla, heredados por su paso de seis meses por barrica de roble francés de segundo uso -el 50% del vino-. En boca exhibe una muy buena estructura y una columna vertebral inconfundible aportada por el Cab.
Los taninos, algo dulzones, se perciben sedosos y hacen de este vino un ejemplar agradable y de paso elegante, pero sin resignar su perfil moderno. Todo en su lugar como para alumbrar un vino redondo y que sorprende por los $54 que sugiere la bodega.
Hacia el final, se pudo degustar otra de las novedades: Casa Boher Malbec 2010, elaborado con uvas procedentes de sus fincas del Valle de Uco.
Nariz elegante y sofisticada, donde gana protagonismo la fruta roja madura con un toque leve de cuero. Es perfumado pero no se regodea en excesos, dado que en bodega se optó por trabajar sin sangría ni sobreconcentración. Paralelamente, la madera está bien integrada y no se despega.
En boca exhibe un buen cuerpo, con un andar bastante jugoso de la mano de taninos bien trabajados que envuelven el paladar. A medida que avanza se potencia la carga aromática, dominada por un nítido chocolate amargo y más de esa fruta del comienzo. Final a toda orquesta, con larga persistencia. Ideal para los que buscan seguir investigando en el mundillo del Malbec y a un precio conveniente.
Tal como quedó de manifiesto, el nuevo concepto de Rosell Boher Wines mantiene el espíritu inicial de la bodega. Es decir, el de elaborar vinos de alta gama, con una relación calidad/precio inobjetable y con un concepto "world friendly": ejemplares elegantes pero modernos, pensados antes que nada para el consumidor y no tanto para ganar la gran medalla en los concursos internacionales.
Por Juan Diego Wasilevsky
Editor - Vinos & Bodegas
(c) iProfesional.com
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Fuente: iprofesional.com
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