Todos hemos oído, alguna vez, estos mitos que con el tiempo se
vuelven parte de la sabiduría popular. Vamos a hablar de ellos,
justamente, para desmitificarlos a la luz de los conocimientos que hoy
se tienen en el campo de la nutrición:
“Las harinas integrales no engordan”
Esto es falso; las harinas integrales aportan las mismas calorías que las harinas blancas. Lo que difiere es el contenido de fibras, minerales y vitaminas.
La fibra de las harinas integrales arrastra grasas, toxinas y da saciedad
al expandirse en el estómago. Las vitaminas y los minerales incrementan
la calidad del alimento y aportan más nutrientes para el buen
funcionamiento de todo el organismo. Este aporte, si es constante,
mejora el metabolismo celular.
Por lo tanto, es aconsejable reemplazar las harinas blancas por las integrales. Si se quiere disminuir de peso, se deberán dosificar adecuadamente, ya sea para lograr un peso ideal como para cuidar la salud.
“Si quiero adelgazar, no tengo que consumir harinas”
Esto es parcialmente cierto. En un plan para disminuir de peso pueden incluirse harinas, pero contando las porciones. Es altamente beneficioso, por lo dicho en el punto anterior, que sean integrales.
Extractos del libro “La dieta inteligente” (de Grupal Distribuidora), de la licenciada Susana Zurschmitten, nutricionista.
Fuente: entremujeres.com
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