Somos lo que comemos, lo decía el 'maestro' de la buena alimentación
Francisco Grande Covián. Pero él también comentaba a menudo acerca del
arraigo de la cocina materna en nuestros hábitos nutricionales y en la
memoria durante toda nuestra vida. Algo que queda bien plasmado en el
personaje de Anton Ego de la película animada 'Ratatouille'. Pero más
remoto todavía que los recuerdos de la niñez, está ese periodo sin
memorias conscientes por nuestra parte, en el que todavía estábamos
dentro de nuestra madre y cuya importancia ya adivinábamos, pero cuyo
detalle en términos de impacto sobre la salud durante todas las etapas de la vida sólo hemos empezamos a comprender en los últimos años.
El embarazo es un período crítico en el que existe una íntima y
directa relación biológica entre el hijo y la madre y que define el
desarrollo inicial del bebé. Esta fase es esencial también para preparar
al bebé para un crecimiento y supervivencia óptimos fuera del útero.
Por lo tanto, un buen ambiente físico y psicológico materno, incluyendo
una buena nutrición, son factores clave que influyen tanto en la salud
inmediata del recién nacido como en sus etapas posteriores de la vida.
Durante ese periodo, la madre procura hacer todo lo que está en su mano para proporcionar al bebé que está creciendo la mejor alimentación posible. Tradicionalmente,
esto se conseguía siguiendo los consejos de su propia madre y quizá
dejándose llevar por los 'antojos' (aunque esto ultimo siempre ha
quedado más en tela de juicio).
Hoy en día, la madre se encuentra con numerosos mensajes de todo tipo
y hay que reconocer que resulta difícil navegar por este mar picado de
información nutricional. Las conclusiones de las investigaciones que se
están llevando a cabo sobre este respecto parecen conducirnos siempre a
la misma conclusión que ya hemos mencionado repetidamente en éste y
otros foros: la virtud está en el medio y la mejor herramienta es el
sentido común.
A este respecto, un estudio reciente examina el efecto que niveles
altos de vitamina D pueden tener sobre los primeros años de vida del
recién nacido. Sabemos que la vitamina D está de moda. Primero,
considerada como esencial para la salud ósea;
ahora se ha erigido como panacea para todas las enfermedades de la
sociedad moderna. La epidemiología nos dice que la población es
deficiente en vitamina D y por lo tanto debemos aumentar sus niveles aunque sea a base de suplementos.
Por otra parte está el, quizá falso, sentido de seguridad de que es
difícil llegar a niveles tóxicos. Sin embargo, la experiencia nos ha
demostrado repetidamente que cuando a un sistema biológico se le saca de
su equilibrio, en algún lugar u otro algo se 'rompe'.
Por lo tanto, no debemos contentarnos con demostrar que algo no es
tóxico sino que debemos asegurarnos de que su uso responde a nuestro
mejor interés saludable. Esto queda demostrado en relación a la vitamina
D y el embarazo en un estudio recientemente publicado por
investigadores alemanes en la revista 'Allergy'. Estos investigadores
examinaron si los niveles de vitamina D en la madre podrían estar
relacionados con el aumento de alergias a los alimentos que se ha venido observando en los países industrializados en las últimas décadas.
Poner en tela de juicio a un nutriente del prestigio y popularidad de
la vitamina D parece descabellado, pero su posible implicación en las
alergias ya se venía sospechando desde el siglo pasado. Con el objetivo
de profundizar e intentar aclarar más este asunto tan relevante, los
investigadores midieron los niveles de vitamina D en la sangre de 622 madres
durante su embarazo y en los cordones umbilicales de sus 629 bebes.
Estos últimos fueron seguidos durante dos años para recopilar
información acerca de su salud y sus alergias.
Los resultados fueron evidentes, la aparición de alergias
alimentarias (por ejemplo a la leche, al huevo, a la harina de trigo, a
los cacahuetes, a la soja...) era significativamente mayor entre
aquellos niños cuyas madres tenían niveles más altos de vitamina D
durante el embarazo que aquellos cuyas madres los tenían más bajos.
Los investigadores profundizaron más sobre los mecanismos biológicos y
encontraron una alteración del sistema inmunitario, específicamente en
las células T. estas células previenen que el sistema inmunitario se
'dispare' de forma inapropiada en presencia de ciertos estímulos, es
decir, protegen contras las alergias. Consistente con
lo observado en este estudio, cuanto más alto era el nivel de vitamina D
de las madres y de los niños, menos células T estaban presentes,
aumentando así el riesgo de alergias.
Estos resultados sugieren precaución a la hora de utilizar
suplementos de vitamina D durante el embarazo. Naturalmente que estos
son los resultados de un único estudio y necesitan la confirmación en
otras poblaciones con diferentes estilos de vida y ámbitos geográficos,
pero esta señal de atención refuerza la recomendación de una dieta
variada y por lo tanto equilibrada para obtener la mayoría de los
nutrientes esenciales para la madre y para el desarrollo del bebé
durante el embarazo. Estando por lo tanto el uso de suplementos
reservado para aquellos nutrientes esenciales en los que la evidencia
científica está bien establecida y siempre que sea posible con el
consejo del profesional de la salud.
Con respecto a la vitamina D, las fuentes alimentarias más ricas incluyen: la leche (que suele estar además fortificada), los quesos, los huevos y los pescados grasos
(que además contribuyen con los omega-3 tan importantes para el
desarrollo cerebral). No olvidemos tampoco la importancia que tiene para
la síntesis de la vitamina D la exposición sensata al sol, de ahí la
relevancia del paseo, de la actividad física (moderada en el caso de las
embarazadas) para facilitar unos niveles adecuados de vitamina D, pero
sobre todo para mantener una buena salud y vitalidad a lo largo de cada
una de las etapas de la vida.
José Mª Ordovás (*) es director del
laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research
Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), profesor de Nutrición
y Genética, director científico del Instituto Madrileño de Estudios
Avanzados en Alimentación (IMDEA) e investigador colaborador senior en
el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Madrid).
Fuente: elmundo.es
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