Ya hemos dicho que los padres influyen en la actividad física de los niños,
pues en etapa infantil, la vida de los peques depende en gran medida de
los adultos. Pero a pesar de que podemos determinar una mayor actividad
cuando son muy pequeños, si el padre se mueve los hijos tendrán menos riesgo de ser sedentarios cuando crezcan, es decir, el beneficio no sólo es inmediato, sino que perdura aun cuando los peques llegan a la adolescencia.
Según arroja un estudio de la Universidad de la Rioja, un adolescente tiene cuatro veces más probabilidades de ser sedentario
si sus padres nunca han participado en actividades fisio- deportivas en
su tiempo libre. Y no hablamos de ser padres y deportistas
simultáneamente, sino de llevarlos a un parque cuando son peques, jugar
con una pelota o una comba, o bien, andar al aire libre junto a los más
pequeños de la familia.
Los adolescentes evaluados tenían entre 12 y 16 años y mostraron que si los padres
utilizan su tiempo de ocio para involucrarse en actividades físicas o
deportivas, ellos también tienen más probabilidades de hacerlo.
En muchos casos los adolescentes percibieron que sus padres se preocupan más por los resultados académicos y restan importancia al tiempo dedicado a la actividad,
algo a tener en cuenta porque somos los adultos de la familia los que
debemos colocar en un lugar relevante la realización de ejercicio, no
sólo por la salud actual y futura, sino por su función social, sobre
nuestro autoestima y también, sobre el rendimiento intelectual.
En definitiva, si desde muy pequeños los padres comparten su tiempo
de ocio con los hijos practicando algún deporte, jugando activamente,
corriendo, pedaleando o andando, cuando los peques crezcan tendrán menos
riesgo de ser sedentarios.
Fuente: vitonica.com
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