Por razones laborales de la madre y el padre, muchos nenes y nenas
estudian en escuelas con jornada completa. Pero aún cuando concurran a
colegios privados, el presupuesto familiar muchas veces no alcanza para
cubrir el almuerzo ofrecido por el colegio. Entonces, prepararles las
viandas se convierte en un verdadero desafío , para conjugar
requerimientos y exigencias.
Tanto este caso, como el de los
chicos que son enviados a escuela pública con doble escolaridad
precisamente para que coman en el colegio, dan cuenta de “otro tipo de
necesidades alimentarias –señala a Clarín la doctora Liliana Trifone,
jefa de Nutrición del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez–. A veces, los
hijos comparten sólo una comida diaria con los padres, que son los
educadores y modelos por excelencia. Otras, sólo la merienda y la
cena... cuando hay tiempo, ya que a veces, a la salida de la escuela
deben realizar otras actividades”.
“Si comemos saludable en casa,
lo haremos casi siempre –apunta la especialista–. La vianda es el
reflejo de lo que se cocina y consume habitualmente en el hogar”.
Por
saludable se entiende “lo que contribuye y sirve para mantener el
bienestar y salud de un niño”. Por lo tanto, la alimentación adecuada
para chicos y chicas es la que incorpora los seis grupos alimentarios
–lácteos, carnes, hortalizas y verduras, frutas, cereales y grasas–, en
forma variada y armónica; y como bebida, agua.
En cuanto a los
costos de los alimentos, la doctora Trifone observa que en general
están vinculados a la promoción y los precios de los no saludables,
impuestos por las industrias y el mercado . “Muchas veces, por falta de
información o de conocimiento, las familias dejan de lado aquellos
alimentos de alto valor nutricional, lo que no significa que siempre
tengan alto costo”, señala.
Por lo tanto, las viandas escolares
deben tener en cuenta los siguientes aspectos: combinación y variedad en
los seis grupos alimentarios; condiciones de seguridad alimentaria
(cocción, temperatura, conservación, relación entre preparación y
tiempo de consumo); hábitos y gustos del nene o nena, ya que raramente
coma en la escuela lo que no acepta en casa; la cantidad , ya que la
ingesta en la vianda no es la misma que recibe en su hogar; los horarios
de las comidas, ya que están relacionados con la actividad escolar, y
no tanto con el apetito de los chicos; la influencia de las colaciones y
los diferentes tipos de snacks que pueden ingerir en los recreos.
Finalmente
la especialista pide tener en cuenta que en la escuela los chicos
comen bajo una supervisión general no individualizada –es decir, que no
respeta las necesidades de cada nene o nena–, y que a veces no es tan
eficiente con los más pequeños.
Si se combinan estos criterios, las preparaciones para las viandas pueden ser muy diversas. La doctora Trifone sugiere varias:
Todo tipo de tartas: de verduras (calabaza, choclo, zapallitos), de ricota, de queso, y otras.
Empanadas con diferentes rellenos.
Sandwich con fiambre, carne, pollo, pescado, verduras, y con distintos tipos de panes.
Tortillas en variedad (de papas, verduras, pescados) y, en su reemplazo, bocadillos.
Milanesas de carne vacuna, pollo y pescado, siempre acompañadas por ensaladas variadas.
Cereales, arroz o fideos, mezclados con arvejas, zanahoria, huevo duro, tomate, trocitos de queso u otros ingredientes.
Pan o galletitas para acompañar determinados menúes.
Como postre, dar prioridad a las frutas naturales o en preparaciones
(ensalada de frutas, gelatinas con frutas); postres lácteos caseros o
yogur con frutas o cereales; una porción de bizcochuelo o torta; un
alfajor u otra golosina que le gusta al chico, pero no habitualmente.
Bebida: agua, o jugos naturales, o algún jugo light.
“El
nene comerá su vianda como lo hace en su hogar –recuerda Trifone–.
Pero podemos cambiar, con bajos costos y con mayor trabajo y planificación familiar”.
Fuente: entremujeres.com
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