lunes, 16 de febrero de 2009

Antes del final

Los franceses suelen servir quesos antes del postre. Maridados con vinos tintos, untuosos e intensos, son infaltables en la mesa bleu, blanc, rouge.

Las latitudes del mundo ofrecen una multiplicidad de características emblemáticas, prácticas concretas y variaciones culturales que les dan la identidad y las hacen reconocibles frente a las demás regiones del planeta. Cada país guarda su propio reservorio de maneras de comer, que se articula con ceremonias gastronómicas puntuales, tradiciones ancestrales y costumbres emergentes que se adaptan a los nuevos tiempos. Basta con visitar la mesa de cualquier país para tener una aproximación a la vida de sus comensales. La comida habla mucho de la una sociedad y da cuenta de la pervivencia y la novedad. Las rutas gastronómicas mundiales sorprenden y cautivan. Europa ostenta un mosaico culinario muy colorido y variado en sabores, aromas y percepciones.

Francia se destaca como un punto de concentración de delicias gourmet, buenos vinos y un modo especial de vivir el disfrute de los manjares. Pero un hecho que distingue la mesa de ese país, es la inclusión de quesos en la comida y la importancia que se le otorga a este producto lácteo.

Después del segundo plato, los galos tienen la costumbre de deleitarse con una buena ración de untuosos manjares. Antes del postre, suelen servir un plato con variedad de quesos, donde se puede elegir entre los frescos, los curados, intensos, entre otros. Y el maridaje impone acompañarlos con una copa de vino tinto, para realzar aún más su sabor, y un pan de calidad única.


Un cuchillo especial de forma curva hacia arriba con dos dientes puntiagudos para poder pinchar y servir el trozo elegido sin tocarlo con los dedos, es infaltable para servirse el queso. La norma para cortar los quesos curados indica que es de mal gusto cortarlo abandonando la corteza. En el caso de manchego, se corta longitudinalmente hasta la mitad y se cambia el sentido y se empieza a cortar transversalmente para obtener trozos con una sola cara de corteza hasta el final. Así, a nadie le toca toda la corteza de la base sino que va repartida con cada comensal.

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