jueves, 19 de febrero de 2009

El Datil, una dulce condena


Fruto emblema de los países magrebíes, y extremadamente dulce por su alto contenido de azúcar, el dátil vitaliza e invita a soñar con espíritu étnico.

Hace algunos meses, el Consejo Supremo de Antigüedaes Egipcias anunció el hallazgo de 8 cestas llenas de dátiles, de más de 3.000 años de antigüedad, en la tumba de Tutankamón. Un equipo de arqueólogos del país de las pirámides, realizó el descubrimiento en la sala del Tesoro de la tumba de Tutankamón, en el Valle de los Reyes.
Consumidos principalmente en el sur de Egipto, los frutos hallados eran una ofrenda al mítico faraón. Alimento básico en la dieta de los países del Magreb, el dátil se obtiene de la palmera datilera (Phoenix dactylifera) y es una de las frutas secas con mayor nivel nutritivo y energético, motivo por el cual es apropiado para quienes practican deportes o tienen un gran desgaste energético.
Ricos en azúcares y minerales, y pobres en grasas, son además una excelente fuente de fibra soluble. Su valor nutritivo se potencia cuando es disecado y además de ser un reconstituyente físico, se lo considera un buen aliado para las exigencias intelectuales. No obstante, se deben ingerir con moderación ya que son hipercalóricos.
En cuanto a la elección del fruto, se aconseja adquirir los dátiles naturales, sin agregado de azúcares, de color uniforme y aspecto firme. Se deben conservar en un recipiente hermético, al resguardo del aire y del sol, en lugares frescos y secos, donde duran meses. Hasta antes de la Guerra del Golfo, los mayores productores a nivel mundial eran Irán e Iraq. Actualmente, Túnez lleva la delantera de la producción de dátiles, seguidos por Colombia y California.

Los más antiguos del mundo
Los dátiles fueron, por miles de años, el medio de vida de millones de personas en el Asia Occidental, África del Norte, Oriental y Meridional. Pese a que difieren en sabor, tamaño, forma, color y textura, nadie se atreve a discutir que los mejores frutos del desierto se encuentran en el oasis El Jerid, Túnez, en el límite del Sahara.
Las condiciones climáticas del lugar, que permiten la exquisita combinación de un sol tropical seco en las copas de la palmera datilera, junto con la frescura y la pureza de las aguas de las que beben sus raíces, producen un fruto de calidad suprema. La plantación de palmeras datileras en Túnez totaliza 3 millones, principalmente concentrada en torno a los oasis de Tozeur, Kebili y Tamerza. Allí se destaca la variedad Deglet Nour.
Fuente: Cuisine & Vins

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