Al respecto sabemos que si comenzamos con buenos hábitos desde muy pequeños podemos obtener grandes resultados, pero lo que recientemente se sabe es que podemos empezar antes de que el niño nazca, es decir, podemos iniciar la prevención de la obesidad en el útero materno.
Durante el embarazo, una excesiva ganancia de peso, una mala calidad de la alimentación o la presencia de deficiencias nutricionales que determinan que el niño nazca con mucho peso o con bajo peso, son factores que influyen en el desarrollo de obesidad.
Así, no sólo si la mamá aumenta mucho de peso en la gestación está condicionando la salud futura del niño, sino que si come demasiado poco y desarrolla a su hijo en un ambiente de escasez, es probable que el genotipo ahorrador que todos poseemos, actúe con más fuerza cuando el pequeño nazca, incrementando las posibilidades de que ese niño tenga obesidad en un futuro.
Por otro lado, lo que la embarazada come determinará los gustos alimentarios del pequeño en gestación tras el nacimiento, y quizá algo similar sucede si la madre realiza actividad física durante el embarazo.
Todas estas asociaciones nos llevan a pensar que desde que el niño se desarrolla en el útero materno nosotros debemos iniciar acciones para prevenir la obesidad. Así, debe prestarse más atención a la dieta durante el embarazo, a la actividad que se realiza y a la ganancia de peso.
Por supuesto, no sólo el bebé tendrá menos riesgo de desarrollar obesidad si cuidamos nuestros hábitos en el embarazo, sino que la madre resultará grandemente beneficiada y toda la familia comprenderá la importancia de un estilo de vida saludable.
Fuente: vitonica.com
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