La idea es rendir examen permanentemente, con la ventaja de que aprobar significará evaluaciones más accesibles y una posición más calificada. El sistema de fiscalización diferenciada entró en vigencia el 1 de setiembre y el primer balance muestra cómo está el llamado semáforo para las bodegas y establecimientos fraccionadores inscriptos en el INV.
La analogía con el tránsito tiene que ver con cómo está pensado, puesto que de acuerdo a los antecedentes y a partir de ahora, de su desempeño, las firmas pueden caer en un canal rojo si están comprometidas en materia de infracciones o irregularidades ante cualquier inspección, como también si “hacen bien los deberes” pueden pasar, de acuerdo a un puntaje x, a ubicarse en el canal verde. Esto es, en una situación más ventajosa en cuanto a controles, siempre y cuando mantengan un legajo impecable.
En un principio, todos los operadores arrancaron en “amarillo”, pero los últimos datos del Instituto muestran que 27 ya están en rojo, mientras otras 489 podrán pasar al verde una vez que lo soliciten. De todos modos, parafraseando a los DT de fútbol, nadie tiene el puesto ganado, todo depende del rendimiento de cada jugador.
A diferencia de lo que sucede habitualmente, tener menos puntos acumulados equivale a una mejor posición o la óptima (verde), teniendo en cuenta que la sumatoria es directamente proporcional con las irregularidades detectadas. Es decir, a medida que se detectan infracciones y multas se está más cerca del canal rojo; no tenerlas y además cumplir con prácticas recomendables es lo ideal para ganarse el verde.
¿Con qué puntaje se está un canal o en otro? Debajo de 10 es el ideal, mientras que superar los 25 tal vez implique recibir más visitas de inspectores que otras bodegas. En concreto: canal verde, hasta 10 puntos; canal amarillo, de 10 a 25; canal rojo, más de 25. Para más datos y como ejemplo, si en su bodega detectan diferencias con los análisis de aptitud de origen se le sumarán 3 puntos. En cambio, por certificar BPM (Buenas Prácticas de Manufacturas) restará la misma cantidad.
A propósito, entre las 27 firmas (elaboradoras y fraccionadoras) que por ahora tienen encima la lupa del INV, el mayor número está en la zona Este, seguido por el Gran Mendoza y San Juan.
Pero el sistema de fiscalización diferenciada no se limita a un software que permita actualizar el registro de infracciones y así actualizar el “semáforo” periódicamente (la próxima distribución por canales se conocerá en febrero), sino que se complementa con un entrecruzamiento, tanto interno como con la Afip.
En el caso del manejo operativo del Instituto, para darle más eficacia al nuevo sistema el presidente, Guillermo García, explicó que “hay veinte inspectores de todo el país que “se cruzan” de su Delegación de origen para trabajar en otra. El objetivo es asegurarnos de que habrá transparencia en los resultados”.
García aclara que la magnitud de una infracción no se pondera tanto por el volumen de vino involucrado como por su alcance o dispersión geográfica en el mercado. “Una botella o cien adulteradas que se detecten en una góndola de supermercado representa la misma falta. En cambio, si se encuentran allí y en un par de distribuidoras significarán tantas sanciones como puntos de venta inspeccionados”, ejemplifica.
Por su parte, y acerca de los indicadores de riesgo, Daniel Siragusa, responsable del área de Fiscalización del INV, precisa la existencia de tres categorías: una primera por infracción cometida, otra por tenencia en bodega de productos adulterados y una tercera referida a liberación al consumo, la de mayor incidencia. “A veces se repiten las faltas entre categorías, porque no tiene el mismo riesgo si se detecta en bodega, donde puede corregirse, que en comercio, donde es más grave porque no hay margen para nada”.
Fuente: Los Andes
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