Los arquitectos Eliana Bórmida y Mario Yanzón fueron distinguidos por cuarto año consecutivo con la Medalla de Oro que otorga la Great Wine Capital. En esta ocasión reciben el premio por el diseño de la Bodega Diamandes, de Tunuyán, en la categoría "Arquitectura, parques y jardines".
Las medallas de oro en su estudio son tan familiares como los planos, lápices y maquetas. El exigente mundo de la arquitectura del vino, que incluye tanto al prestigioso World Architecture Festival como a la tradicional Bienal de Venecia, los aplaude con frecuencia.
Por ello, Eliana Bórmida y Mario Yanzón están habituados a ganar premios internacionales, pero no por eso ocultan su alegría cuando su talento como arquitectos es reconocido una y otra vez a nivel mundial.
Por cuarto año consecutivo han sido distinguidos con la Medalla de Oro que otorga la Great Wine Capital, red global que nuclea a las ocho regiones vitivinícolas que producen el mejor vino del mundo.
En esta edición fueron premiados en la categoría “Arquitectura, parques y jardines” del concurso Best of Wine Tourism 2011 que organiza la mencionada red y la obra premiada es la Bodega Diamandes, del Clos de los 7, en cuyo proyecto los arquitectos mendocinos trabajaron dos años a los cuales se les sumaron dos más de ejecución de la misma.
El año pasado, la distinción internacional para Bórmida y Yanzón fue por la bodega Quinta do Seixo, en Portugal, también en la categoría “Arquitectura, parques y jardines”. En 2008 fueron galardonados por Killka, Espacio Salentein, en la categoría “Arte y cultura” y en 2007 la elegida fue la bodega Fournier en la categoría “Restaurantes del turismo del vino”.
La bodega Diamandes, de Alfred Boniee y familia, está ubicada en Vista Flores, Tunuyán; tiene una superficie de 12.500 m2 y su capacidad es de 1.200.000 litros. Eliana Bórmida y Mario Yanzón fueron los creadores de esta hermosa bodega y el proyecto pasó del plano a integrarse con el paisaje gracias al trabajo de su equipo, al que no quieren dejar de mencionar: Gustavo Albera, Agustín Palmada, Mauricio Cremaschi, Silvana Sevilla, Alejandro Cohen, Laia Reynalds, Ana Paula Schmidt, Elena Palmieri, todos ellos arquitectos; el ingeniero Juan Camps, el paisajista Eduardo Vera, el artesano Daniel Rodríguez, el enólogo Facundo Pereira y la empresa constructora Santiago Monteverdi.
“Hay una primera instancia silenciosa, personal, de creación que es la gestación del proyecto; luego hay una fase tecnológica, de gran actividad en la que se trabaja para que el proyecto sea real. Esto no es posible sin el equipo que guiamos. Es muy importante que esto se diga porque somos un equipo”, señala Eliana Bórmida.
“Además, hay una parte arquitectónica y otra enológica”, agrega Mario Yanzón. “Entonces combinamos lo que es la tecnología enológica con la arquitectura y eso es lo que debemos ensamblar con mucho cuidado sin perder de vista nuestra visión de la arquitectura”, apostilla.
“Para nosotros lo más importante en saber cuál es la visión que tenemos de un proyecto. Mendoza está adquiriendo una dimensión muy importante en lo vitivinícola y el lo agroindustrial a nivel internacional. Para posicionarse en los mercados globales es un muy importante tener una presencia física con un paisaje del vino, con una arquitectura del vino que permitan crear una imagen mediática y posible de visitar personalmente”, explica Bórmida.
La arquitecta desarrolla la de idea de que “la gente que llega a Mendoza, tanto la relacionada con el vino, compradores, distribuidores, críticos, periodistas, como la que no, sólo con visitar un paisaje vitivinícola y las bodegas tienen que quedar persuadidos de que Mendoza es la tierra del mejor vino. Tiene que ser irrefutable la calidad y la seriedad con la que aquí se hacen las cosas. Las cosas tienen que hablar por su sola presencia. Superior a cualquier discurso, a cualquier marketing, la imagen de la bodega es la verdad de los hechos”.
“Nosotros vivimos al pie de los Andes y la fuerte presencia de la cordillera, del sol, del desierto. Por eso es importante que en nuestras bodegas, y en especial la Bodega Diamandes es una de las que mejor lo muestra, sean bodegas andinas. Es decir, tratamos de que la bodega se integre al carácter monumental del paisaje junto a la cordillera y la vid”, señalan los arquitectos.
La Bodega Diamande en todo su esplendor.
La bodega premiada es de diseño lineal: la uva entra por un extremo y sale por otro en una línea de niveles escalonados ya que se utilizó la gravedad, uno de los mejores sistemas de elaboración de vinos según los expertos, ya que trata mejor a la uva y al vino. Este desarrollo lineal está planteado en dos grandes naves, una de ingreso, donde se encuentran los tanques de acero inoxidable de fermentación y conservación; en la otra nave se encuentran los depósitos y el fraccionamiento. En el centro se localizan tres niveles de cavas subterráneas. Ambas naves están conectadas por una plaza circular acompañada por dos edificios cóncavos que alojan las oficinas administrativas y la recepción del turismo. Ambos edificios se conectan con los subsuelos los cuales pueden ser visitados.
“Uno de los mayores desafíos del estudio fue el diseño y la construcción de un diamante que emerge de esa suerte de pozo monumental. Este diamante debía estar en el centro del edificio a pedido del cliente, ya que es el ícono de la bodega. Y lo creamos con tensores, líneas muy brillantes de acero inoxidable y barras creamos ese diamante transparente que parece flotar con la cordillera al fondo sin obstruir la visión de la belleza de la montaña”, explica Eliana Bórmida.
Mario Yanzón agrega que “ese tipo de estructura es muy moderna, hay pocas en el mundo, se llaman tensovigas, son formas autoestables que funcionan con tensión y compresión. El trabajo final se lo debemos a Daniel Rodríguez y a su taller metalúrgico que fue quien construyó el diamante”.
Los arquitectos manifiestan una gran satisfacción personal por este nuevo premio desde distintos puntos de vista. “Esto es fruto del trabajo; hay talento, pero también hay mucha voluntad, tenacidad y compromiso en las distintas etapas del proyecto. También es tener la certeza de que nuestra visión y nuestro concepto del paisaje y de la arquitectura del vino están realmente acompañando a Mendoza a posicionarse en mapa del vino mundial”, subrayan Bórmida y Yanzón con amplias sonrisas.
Fuente: mdzol.com
Las medallas de oro en su estudio son tan familiares como los planos, lápices y maquetas. El exigente mundo de la arquitectura del vino, que incluye tanto al prestigioso World Architecture Festival como a la tradicional Bienal de Venecia, los aplaude con frecuencia.
Por ello, Eliana Bórmida y Mario Yanzón están habituados a ganar premios internacionales, pero no por eso ocultan su alegría cuando su talento como arquitectos es reconocido una y otra vez a nivel mundial.
Por cuarto año consecutivo han sido distinguidos con la Medalla de Oro que otorga la Great Wine Capital, red global que nuclea a las ocho regiones vitivinícolas que producen el mejor vino del mundo.
En esta edición fueron premiados en la categoría “Arquitectura, parques y jardines” del concurso Best of Wine Tourism 2011 que organiza la mencionada red y la obra premiada es la Bodega Diamandes, del Clos de los 7, en cuyo proyecto los arquitectos mendocinos trabajaron dos años a los cuales se les sumaron dos más de ejecución de la misma.
El año pasado, la distinción internacional para Bórmida y Yanzón fue por la bodega Quinta do Seixo, en Portugal, también en la categoría “Arquitectura, parques y jardines”. En 2008 fueron galardonados por Killka, Espacio Salentein, en la categoría “Arte y cultura” y en 2007 la elegida fue la bodega Fournier en la categoría “Restaurantes del turismo del vino”.
La bodega Diamandes, de Alfred Boniee y familia, está ubicada en Vista Flores, Tunuyán; tiene una superficie de 12.500 m2 y su capacidad es de 1.200.000 litros. Eliana Bórmida y Mario Yanzón fueron los creadores de esta hermosa bodega y el proyecto pasó del plano a integrarse con el paisaje gracias al trabajo de su equipo, al que no quieren dejar de mencionar: Gustavo Albera, Agustín Palmada, Mauricio Cremaschi, Silvana Sevilla, Alejandro Cohen, Laia Reynalds, Ana Paula Schmidt, Elena Palmieri, todos ellos arquitectos; el ingeniero Juan Camps, el paisajista Eduardo Vera, el artesano Daniel Rodríguez, el enólogo Facundo Pereira y la empresa constructora Santiago Monteverdi.
“Hay una primera instancia silenciosa, personal, de creación que es la gestación del proyecto; luego hay una fase tecnológica, de gran actividad en la que se trabaja para que el proyecto sea real. Esto no es posible sin el equipo que guiamos. Es muy importante que esto se diga porque somos un equipo”, señala Eliana Bórmida.
“Además, hay una parte arquitectónica y otra enológica”, agrega Mario Yanzón. “Entonces combinamos lo que es la tecnología enológica con la arquitectura y eso es lo que debemos ensamblar con mucho cuidado sin perder de vista nuestra visión de la arquitectura”, apostilla.
“Para nosotros lo más importante en saber cuál es la visión que tenemos de un proyecto. Mendoza está adquiriendo una dimensión muy importante en lo vitivinícola y el lo agroindustrial a nivel internacional. Para posicionarse en los mercados globales es un muy importante tener una presencia física con un paisaje del vino, con una arquitectura del vino que permitan crear una imagen mediática y posible de visitar personalmente”, explica Bórmida.
La arquitecta desarrolla la de idea de que “la gente que llega a Mendoza, tanto la relacionada con el vino, compradores, distribuidores, críticos, periodistas, como la que no, sólo con visitar un paisaje vitivinícola y las bodegas tienen que quedar persuadidos de que Mendoza es la tierra del mejor vino. Tiene que ser irrefutable la calidad y la seriedad con la que aquí se hacen las cosas. Las cosas tienen que hablar por su sola presencia. Superior a cualquier discurso, a cualquier marketing, la imagen de la bodega es la verdad de los hechos”.
“Nosotros vivimos al pie de los Andes y la fuerte presencia de la cordillera, del sol, del desierto. Por eso es importante que en nuestras bodegas, y en especial la Bodega Diamandes es una de las que mejor lo muestra, sean bodegas andinas. Es decir, tratamos de que la bodega se integre al carácter monumental del paisaje junto a la cordillera y la vid”, señalan los arquitectos.
La Bodega Diamande en todo su esplendor.
La bodega premiada es de diseño lineal: la uva entra por un extremo y sale por otro en una línea de niveles escalonados ya que se utilizó la gravedad, uno de los mejores sistemas de elaboración de vinos según los expertos, ya que trata mejor a la uva y al vino. Este desarrollo lineal está planteado en dos grandes naves, una de ingreso, donde se encuentran los tanques de acero inoxidable de fermentación y conservación; en la otra nave se encuentran los depósitos y el fraccionamiento. En el centro se localizan tres niveles de cavas subterráneas. Ambas naves están conectadas por una plaza circular acompañada por dos edificios cóncavos que alojan las oficinas administrativas y la recepción del turismo. Ambos edificios se conectan con los subsuelos los cuales pueden ser visitados.
“Uno de los mayores desafíos del estudio fue el diseño y la construcción de un diamante que emerge de esa suerte de pozo monumental. Este diamante debía estar en el centro del edificio a pedido del cliente, ya que es el ícono de la bodega. Y lo creamos con tensores, líneas muy brillantes de acero inoxidable y barras creamos ese diamante transparente que parece flotar con la cordillera al fondo sin obstruir la visión de la belleza de la montaña”, explica Eliana Bórmida.
Mario Yanzón agrega que “ese tipo de estructura es muy moderna, hay pocas en el mundo, se llaman tensovigas, son formas autoestables que funcionan con tensión y compresión. El trabajo final se lo debemos a Daniel Rodríguez y a su taller metalúrgico que fue quien construyó el diamante”.
Los arquitectos manifiestan una gran satisfacción personal por este nuevo premio desde distintos puntos de vista. “Esto es fruto del trabajo; hay talento, pero también hay mucha voluntad, tenacidad y compromiso en las distintas etapas del proyecto. También es tener la certeza de que nuestra visión y nuestro concepto del paisaje y de la arquitectura del vino están realmente acompañando a Mendoza a posicionarse en mapa del vino mundial”, subrayan Bórmida y Yanzón con amplias sonrisas.
Fuente: mdzol.com
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