Era una prohibición pasajera, de dos semanas, pero ya lleva siete meses y los chinos no dan ningún indicio que las cosas vayan a cambiar con el aceite de soja.
Por cierto, ellos reemplazaron un negocio que para Argentina representa US$ 2.000 millones; con compras a Brasil y a Estados Unidos. Y aunque la Pampa Húmeda no perdió su reinado como el principal exportador de aceite de soja del mundo, las aceiteras pegadas a Rosario trabajan hoy al 69% de su capacidad.
Como los operadores saben, además, que ese aceite no se puede colocar en China, lo pagan 70 dólares más barato, en vez de US$ 1.000 por tonelada, US$ 930.
El último abril, cuando Beijing comunicó su decisión, dijo que la raíz del problema era la calidad del aceite argentino. Enseguida saltó que era una excusa superficial y que se trataba de una represalia comercial frente a las trabas a las importaciones con las que el Gobierno protege a distintos sectores industriales.
Los chinos mostraron una gran hospitalidad cuando recibieron el último junio a Cristina Kirchner y a su comitiva. Sin embargo, no hubo promesas ni soluciones.
Encima, comenzaron a adquirir más poroto de soja para procesarlo ellos mismos. Se llevan unos 3 millones, que equivalen a un mes de molienda.
Para evitar mayores complicaciones, el Gobierno elevó del 5 al 7% la proporción de biocombustible que se elabora en base a soja y maíz y que debe mezclarse con el combustible tradicional en el surtidor.
"Es una medida en la dirección correcta, aunque son apenas 200.000 toneladas de soja adicionales", señaló a Clarín Alberto Rodríguez, de CIARA la cámara de la industria aceitera.
En ese sector, que imaginó un paraíso, al compás del crecimiento de la soja, hoy reina el pesimismo. En los últimos 15 años invirtieron US$ 3.000 millones para crear el mayor polo aceitero del mundo.
Las fábricas de Molinos y Aceitera General Deheza pueden procesar 18.000 toneladas diarias y lideran por varios cuerpos el ranking global.
La taba se les dio vuelta. En CIARA no solo le echan la culpa al alza de los costos frente a un dólar que desde julio de 2007 subió 27% frente a tarifas portuarias (141%) y salarios (258%).
A eso se añade que por el castigo chino al aceite de soja una buena parte de las plantas está sin utilizar. Otra complicación es que también se les prohibió importar poroto de soja desde Paraguay para poder procesarlo en la Argentina. Todo sucede cuando se logrará en esta campaña la cosecha de soja más alta de la historia.
Fuente: clarin.com
Por cierto, ellos reemplazaron un negocio que para Argentina representa US$ 2.000 millones; con compras a Brasil y a Estados Unidos. Y aunque la Pampa Húmeda no perdió su reinado como el principal exportador de aceite de soja del mundo, las aceiteras pegadas a Rosario trabajan hoy al 69% de su capacidad.
Como los operadores saben, además, que ese aceite no se puede colocar en China, lo pagan 70 dólares más barato, en vez de US$ 1.000 por tonelada, US$ 930.
El último abril, cuando Beijing comunicó su decisión, dijo que la raíz del problema era la calidad del aceite argentino. Enseguida saltó que era una excusa superficial y que se trataba de una represalia comercial frente a las trabas a las importaciones con las que el Gobierno protege a distintos sectores industriales.
Los chinos mostraron una gran hospitalidad cuando recibieron el último junio a Cristina Kirchner y a su comitiva. Sin embargo, no hubo promesas ni soluciones.
Encima, comenzaron a adquirir más poroto de soja para procesarlo ellos mismos. Se llevan unos 3 millones, que equivalen a un mes de molienda.
Para evitar mayores complicaciones, el Gobierno elevó del 5 al 7% la proporción de biocombustible que se elabora en base a soja y maíz y que debe mezclarse con el combustible tradicional en el surtidor.
"Es una medida en la dirección correcta, aunque son apenas 200.000 toneladas de soja adicionales", señaló a Clarín Alberto Rodríguez, de CIARA la cámara de la industria aceitera.
En ese sector, que imaginó un paraíso, al compás del crecimiento de la soja, hoy reina el pesimismo. En los últimos 15 años invirtieron US$ 3.000 millones para crear el mayor polo aceitero del mundo.
Las fábricas de Molinos y Aceitera General Deheza pueden procesar 18.000 toneladas diarias y lideran por varios cuerpos el ranking global.
La taba se les dio vuelta. En CIARA no solo le echan la culpa al alza de los costos frente a un dólar que desde julio de 2007 subió 27% frente a tarifas portuarias (141%) y salarios (258%).
A eso se añade que por el castigo chino al aceite de soja una buena parte de las plantas está sin utilizar. Otra complicación es que también se les prohibió importar poroto de soja desde Paraguay para poder procesarlo en la Argentina. Todo sucede cuando se logrará en esta campaña la cosecha de soja más alta de la historia.
Fuente: clarin.com
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