martes, 22 de septiembre de 2009

La uva tempranillo


La uva tempranillo es la cepa española por excelencia. Es, a partir de ella, de donde surgen gran parte de los vinos más representativos del panorama vitivinícola español.

Es una uva de considerable implantación en toda la geografía española, en la que se conoce con diferentes nombres. Ull de llebre en Cataluña, Tinta del país en Ribera del Duero, Tinta de Toro en Zamora, Cencibel en la zona castellano-manchega, tinta fino en Madrid, Valdepeñas en el nuevo mundo, etc.

Debe su nombre a que presenta su punto óptimo de maduración, antes que el resto de variedades españolas, acelerando (de igual manera que lo hacen las cepas en zonas frías) su ciclo antes de la llegada del otoño con su correspondiente bajada de temperaturas.

Es, por esta particularidad y alguna más (como la similitud en la evolución de sus vinos) que siempre se sospechó de su parentesco con la pinot noir borgoñona (otra variedad noble, ésta francesa), aunque recientes estudios genéticos tienden a descartar esta hipótesis.

Tempranillo. Vendimia, características y cata

La tempranillo, en su estado óptimo de recolección arroja vinos frescos y secos en boca, diferentes a la mayoría de variedades españolas que tienen la calidez como reseña de referencia. Envejece de manera muy digna manteniendo un armonioso equilibrio entre estructura, color y acidez.

No obstante la tempranillo es una uva peculiar, necesita de unas condiciones climáticas muy específicas para desarrollarse en óptimas condiciones. Necesita abundancia de horas de insolación para desarrollar la materia colorante y garantizar los apropiados niveles de azúcar (los cuales tras la fermentación se verán representados en el grado alcohólico) pero, a su vez, el exceso de sol trae consigo una importante pérdida de acidez, arrojando vinos más impersonales.

Estas peculiares condiciones se desarrollan de forma idónea en la zona norte de España, especialmente en La Ribera del Duero, Toro y en la Rioja (aunque en menor medida). En Ribera el sol que recibe es el adecuado para el desarrollo de la pigmentación de la uva, arrojando tras la fermentación vinos cubiertos, de buena capa), pero por las noches, la temperatura ambiental baja considerablemente, con lo que se minimiza la pérdida de acidez.

En la España más calurosa la tempranillo no despliega de manera tan eficaz sus capacidades, siendo habitual la mezcla en menor o mayor medida con otras uvas para paliar esas carencias que pueda presentar (garnacha, cabernet, etc).

La cata de uva tempranillo, de manera genérica suele arrojar a la vista vinos de marcada intensidad, de generosa capa, excepto los comentados de la Rioja Alta, donde en ocasiones adolece de falta de extracto al ser ésta una zona excesivamente fresca y húmeda. En nariz, son vinos finos destacan los aromas a fruta roja madura y frutos silvestres, a veces acompañados de algún aroma de carácter herbáceo y/o floral, tras la crianza los aromas evolucionan hacia agradables notas especiadas, vainilla, tabaco, chocolate, torrefactos… En boca la tempranillo muestra una entrada amable, sedosa, con discreta acidez, lo que además suaviza la intensidad de la presencia de los taninos en la boca, permitiendo percibirlos con mayor suavidad y finura.

En definitiva, la uva tempranillo es delicada pero con carácter, elegante pero hacendosa, noble pero humilde, equilibrada pero compleja. Vaya, como me recuerda a alguien.

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