LA NACION
Ni la caída de la actividad y el alza del desempleo finalmente admitidos por el Gobierno ni las promesas de dar transparencia a los datos oficiales que manifestó el ministro de Economía, Amado Boudou, alcanzaron para evitar un nuevo índice por demás polémico del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Ayer, el organismo emitió un informe según el cual los niveles de pobreza e indigencia no detienen su caída en la Argentina. Esta situación se da aun cuando, en medio de una crisis de la actividad y de un escenario de inflación, no se produjeron cambios sustanciales en los planes sociales ni hubo medidas que explicaran una mejora del escenario social.
Según el Indec, en el primer semestre de este año la pobreza afectaba al 13,9% de las personas y al 9,4% de los hogares. Un año atrás eran pobres, siguiendo los datos del organismo, el 17,8% de los habitantes del país, mientras que el índice era del 15,3% en el primer semestre de este año.
La tasa de indigencia (porcentaje de personas sin un ingreso suficiente para acceder a la alimentación más básica para vivir) cayó, según el Gobierno, del 5,1 al 4% en la comparación interanual. Y también hubo una baja en relación con los últimos seis meses de 2008, cuando el índice se ubicaba en el 4,4 por ciento.
Los valores de los índices no llegan ni a la mitad de los que estiman los estudios privados. Según la consultora Ecolatina, la pobreza en el primer semestre sería del 31,8% y la indigencia, del 11,7%, lo que equivaldría aproximadamente a 12,5 millones y 4,6 millones de personas que sufren esas situaciones, respectivamente. Las cifras del Indec admiten 7 millones de pobres menos (serían en total unos 5,5 millones) y 3 millones de indigentes menos (habría 1,6 millones de personas en esa situación, según el dato oficial).
La estimación de Ecolatina no difiere demasiado de datos que habían surgido de otros estudios, e incluso es moderada en relación con algunos cálculos no oficiales, como el de la Universidad Católica Argentina (UCA), que -con otros parámetros- la ubica cerca del 40 por ciento.
Para mediados del año pasado, SEL Consultores calculó que el índice de pobreza se ubicaba en el 32,3%. "Ahora la tasa no está por debajo del 32 o 33%", sostuvo el economista Ernesto Kritz, director de SEL. En mayo último, la consultora realizó una encuesta en hogares del área metropolitana y los resultados arrojaron un nivel del 36,8% en los partidos del conurbano y del 13,9% en la ciudad de Buenos Aires. Para el Indec, esos índices son mucho más bajos: del 14 y del 7,3%, en cada caso.
La subestimación de la problemática social -que preocupa, sobre todo, porque los datos deberían servir como base de las políticas por seguir- ya no sorprende demasiado a los economistas. Ocurre que los índices provienen del cruce de dos datos: el ingreso que perciben los hogares, según lo recabado por la Encuesta Permanente de Hogares (a cargo de la cual quedó un funcionario señalado por los técnicos del organismo como muy cercano al polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno), y los valores de dos canastas de productos (una usada para medir la pobreza y otra para la indigencia). Así, las familias que con sus ingresos no cubren el costo de un conjunto de bienes para los integrantes del hogar son consideradas pobres o indigentes.
La cuestionada medición de los precios es un dato fundamental para elaborar los índices sociales. En junio, según el Indec, una familia integrada por un matrimonio joven y dos hijos necesitaba $ 445,46 por mes para comprar los alimentos básicos y no ser indigente, y $ 1007,29 para adquirir los bienes de una canasta más amplia, que define el umbral de la pobreza. Claro que en las mediciones privadas -como la de SEL o la de la fundación FIEL- esas cifras se multiplican por 1,5 o aun más.
Kritz consideró que lo "novedoso" del informe conocido ayer es que el organismo ya no sólo está alejado de la realidad, sino que muestra también una inconsistencia entre sus propios datos. Días atrás se informó una caída del producto bruto interno del 0,8% interanual en el segundo trimestre y un alza del 8 al 8,8% del desempleo.
La polémica por los datos del Indec sobre la pobreza comenzó ya en 2007, cuando comenzaron las acusaciones de manipulación de los índices de inflación. A tal punto llegó la controversia que la difusión de datos de fuentes no oficiales terminó por provocar una desmentida dentro del propio matrimonio Kirchner. Hace poco más de un mes, el ex presidente Néstor Kirchner dijo que la pobreza rondaba "el 22 o el 23 por ciento" [el Indec señalaba un 15,3%]. "No sabe. Ya no está más en el día a día de las cifras", dijo la mandataria.
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