martes, 3 de febrero de 2009

Alejandro Vigil - Enologo de Catena Zapata


Alejandro Vigil es dueño de un talento único. Enólogo en jefe de Catena Zapata, trabaja con 70 etiquetas distintas de diferentes estilos y precios.

2003 es el año en el que se hace cargo de las líneas top de la bodega Catena Zapata y, desde hace dos años, se convirtió en enólogo jefe, teniendo bajo su responsabilidad todas las líneas de vinos, desde los extraordinariamente mejorados Álamos hasta los increíbles Nicolás Catena Zapata y Malbec Argentino (98+ y 98 puntos Parker, respectivamente).
Hoy, maneja alrededor de setenta etiquetas distintas, de diferentes estilos y franjas de precios. Compartir tiempo con él es un aprendizaje y, al mismo tiempo, estar ante una persona con una sensibilidad especial, que ama lo que hace y trabaja 24 horas buscando esa excelencia y armonía para todos sus emprendimientos. Muy seguro del camino que tomó hace ya un tiempo, entrega una primera declaración de principios: La industria del vino está plagada de gente que habla del arte y la magia en la elaboración de vinos. Si bien existe y es necesaria la participación de los conceptos místicos sobre la bebida, creo que la creatividad basada en el conocimiento y la voluntad del trabajo en grupo resultan fundamentales para mantener y crecer en los mercados con calidad y excelente relación precio- calidad.
La filosofía es lograr vinos que tengan la mayor armonía y balance entre los distintos perfiles aromáticos y sabores, pero siempre se basa en la uva que tengamos, como siempre la materia prima. El viñedo y el conocimiento de cada sector, lugar y en lo posible planta a planta es el plus para logar buenos vinos. Entendiendo los buenos vinos como aquel que tiene un balance perfecto, con la concentración adecuada para no perder elegancia. Lo fundamental es que, cuando abras una botella sea fantástica hoy, no entiendo eso del potencial. Cuando dicen este vino va a estar buenísimo dentro de x años, es una cosa extraña y desde el punto de vista consumidor no lo compro más, el vino tiene que estar bueno hoy y dentro de 10 años.

Manejo un concepto de variabilidad a la hora de elaborar vino. ¿Podrías explicar esta definición?Nace de la idea de que podés tener un blend de varietales o distintos tipos de vinificación; es decir, diferentes lotes para un mismo varietal, no necesariamente la mezcla de varietales. Poder tener la mayor variabilidad posible en todo, te permite tener diferentes momentos de cosecha, perfiles aromáticos, una paleta mucho mayor y jugar en el momento de armar el blend final.
Para todas las líneas de vinos, incluso para los Single Vineyards que tienen 5 cosechas distintas y 7 tipos de vinificación en cada una de las cosechas, esto me permite tener una paleta enorme y trabajar en un balance de aromas y sabores en el blend final. Con la variabilidad voy a obtener distintos resultados, el tema pasa por hacer que, en el final, cada característica o descriptor no sobresalga sobre los demás. Ese es el concepto.

A PRINCIPIOS DE 2003, ALEJANDRO VIGIL SE HIZO CARGO DE LAS LÍNEAS TOP DE LA BODEGA CATENA ZAPATA. DESDE HACE DOS AÑOS, SE CONVIRTIÓ EN ENÓLOGO JEFE, TENIENDO BAJO SU RESPONSABILIDAD TODAS LAS LÍNEAS DE VINOS.

Y, ¿cómo manejás la variabilidad año tras año? ¿Es más fácil o difícil que seguir los cánones tradicionales de elaboración?De esta manera, lográs ser más consistente cada año, porque podés fallar en cualquiera de las diferentes etapas, pero no vas a fallar en todas. En cambio, cuando te jugás a una cosa sola, un momento de cosecha, un tipo de aroma... Por ejemplo, si el único tipo de barril que usás viene verde, se te pueden complicar cualquiera de los momentos de la vinificación y ahí se arruina todo. Manejando la variabilidad, lográs mayor consistencia.

El trabajo en equipo en la bodega es muy importante. Hay un grupo de jóvenes enólogos muy comprometidos con lo que hacen. El mismo concepto que utilizo para hacer un blend lo aplico con mi equipo de trabajo. Mientras tengas más gente con diversidad de opinión, vas a poder tener algo mucho más compacto y balanceado, más armónico. El trabajo funciona, siempre y cuando todos pensemos distinto. De otra forma, no podemos funcionar, tendríamos un pensamiento lineal y la idea es tener una cosa mucho más completa y poder unir todas esas diferencias de opiniones.

Cada uno tiene su lugar y sus opiniones cuentan.De hecho, creo que cada uno de nosotros tiene un poco del otro en función de esto que estamos hablando. Porque vas enriqueciéndote todos los días. Para mí, el tema del trabajo en equipo es fundamental y es la única forma en que podemos crecer, tanto en lo intelectual como en el vino.

¿Cuántas personas conforman el equipo de enólogos e ingenieros agrónomos?
En total somos 17, una buena diversidad. Todos muy jóvenes.
¿Cómo te organizás para trabajar todas las franjas de vino de la bodega?
Lo más importante es entender los distintos niveles de equilibrio en cada franja. Siempre hay un balance, si bien vos vas a tener diferentes concentraciones para cada vino. La idea, en todos los vinos de la bodega, es la armonía. Creo que el otro gran cambio importante que se ha producido en los últimos años, en varias bodegas, es que cada vez probamos uvas de mejor calidad.

Catena Zapata es una bodega exitosa en diferentes partes del mundo. ¿Cómo dejás a los distintos paladares contentos?
No es lo mismo un paladar de un señor de Dinamarca que un señor de los Estados Unidos. Por eso, hacemos bastantes líneas de vinos para diferentes tipos de consumidores.

Y dentro de esas diferentes líneas, ¿la que más cuesta es Álamos?
Y sí. Álamos representa el 70% de mi trabajo, la línea que más tiempo ocupa en mis pensamientos. Sin dudas, es el que más me cuesta de todos los vinos.

¿Tu próximo gran desafío es elaborar un Gran Cabernet?
Hoy, el desafío que tenemos en la Argentina es romper el paradigma Malbec y encontrar un estilo para nuestro Cabernet. ¡Ahí está el gran desafío! Para llegar a eso, hay que montar una investigación importante durante varios años. Si bien creo que tenemos grandes Cabernet, tenemos que pensar un poco más a nivel global, ver dónde estamos parados mundialmente y trabajar a partir de ahí.

¿Cuán importantes son los puntajes que obtiene la bodega?
Para la empresa, es muy importante porque te permite aparecer en el escenario mundial de los vinos. Hoy, la única vara que mide donde estás parado es eso.

¿Probás vinos de otras bodegas?
Todo el tiempo. Hacemos tres degustaciones semanales: una de vinos nacionales, otra de vinos internacionales y una tercera de vinos propios. Siempre a ciegas.

¿Qué te gusta?
Me gusta muchísimo Alto Cedro. Karim Mussi, su enólogo, está trabajando muy bien en La Consulta. También aprecio el Alfa Crux. Me gustan mucho los vinos de Marcelo Pelleriti, sobre todo el Lindaflor. El Mendel Unus 2006 de Roberto de la Mota me parece muy bueno. Y me agradan el Altamira de Cipresso y Cobos 2003. Son todos bien diferentes, con estilos muy particulares y atractivos para mi paladar.

¿Qué variedad tiene potencial de crecimiento para elaborar grandes vinos?Tenemos mucho potencial para hacer grandes Syrah, pero no tengo la certeza de tener un marco comercial como para salir adelante. Sí pienso que la Bonarda, en un futuro, puede tener su nicho y su lugar en el mercado. Hay mucho para hacer con esta variedad, una oportunidad única de hacer cosas interesantes, distintas y exóticas.

A nivel país, ¿cómo nos ves en el mundo?
Hemos crecido muchísimo, sobre todo hemos mejorado nuestra relación precio-calidad. Hoy, las bodegas argentinas apuestan por la calidad, los productos son muy potentes y podemos hacer una diferencia. De todos modos, creo que hay mucho por hacer. Debemos seguir investigando y trabajando, fundamentalmente, en las gamas de entre lo U$S 20 y U$S 50 como marca país, siempre potenciándonos a través del Malbec. Creo que vamos muy bien a nivel país.
¿Qué te gusta hacer cuando no trabajás?
¡Me gusta tomar vino con amigos! Y estar con mi hijo de un mes y medio. Trato de pasar el mayor tiempo que puedo con él.
El gran Top Argentino
Que en la Argentina existen grandes vinos no es ninguna novedad. Cada vez hay mejores vinos. Pero existe una categoría que está más allá de la excelencia. Son los vinos que responden a la denominación de grandes vinos del mundo. Aquellos que se pueden incluir, en una degustación comparativa de los 50 mejores del mundo, y van a estar a la altura de las circunstancias. En la Argentina tenemos 4 o 5 vinos que pueden competir en las ligas mayores. Nicolás Catena Zapata es uno de ellos.
Después de un rato se descorchó el Nicolás Catena Zapata 2005 y pasó eso que pasa cuando un gran vino aparece: acaparó la conversación, todos estaban enamorados de lo que estaban probando. Un vino potente y elegante, como bien dice Alejandro. Rico para tomar ahora o en diez años, pero que ahora es un gran vino, con una plenitud de boca asombrosa, un equilibrio perfecto, taninos redondos, una paleta aromática bien diversa que va desde la fruta fresca a las especias, pasando por notas de madera bien integradas, acidez justa, medio de boca explosivo y un final interminable. Un vino donde nada sobra y todo está en su justa medida. El precio es $ 420 en la bodega (lamentablemente no se vende para mercado interno).
Fuente: Cuisine & Vins

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