- ¿Qué habría que hacer para darle una personalidad concreta al vino argentino?
La personalidad de un vino está dada por el terruño, por el lugar donde se produce el vino, las características naturales del suelo, su microclima, los viñedos y todo esto enmarcado dentro de una enología con poca intervención humana para lograr así un vino que sea sincero y auténtico de una micro-región.
- El Malbec se ha transformado en la bandera del vino nacional por medio de los diferentes terruños. ¿Hay que lograr mayor diversidad en el vino argentino?
La diversidad no se logra introduciendo más variedades de uva, sino valorizando los distintos orígenes y diferentes regiones que hay en Argentina. Un ejemplo de ello, es lo que sucede en el Viejo Mundo donde son pocas las variedades de los terruños y los vinos se venden como denominaciones. Entonces, mi sueño es que Argentina en 20 años pueda vender un Perdriel, un Agrelo o un Vista Flores en vez de solo Malbec.
El Malbec argentino es amigable con un tanino suave con buena estructura, pero también fresco, mineral y vibrante que llama mucho la atención al consumidor. El vino argentino goza de una acidez natural, gracias a la amplitud térmica de sus terruños, que lo vuelve muy interesante para acompañar comidas.
- ¿Cuál sería entonces el camino a seguir en el desarrollo del Malbec?
El concepto varietal es muy peligroso, porque se transforma en un commodity y se planta en todo el mundo por el éxito de Argentina. Deberíamos hacer un esfuerzo para no caer sólo en la estructura del varietal mismo, ya que tarde o temprano se transforma en una mercancía a granel y se cae. Hay que empezar a hablar de regiones, de zonas, de denominaciones, para comenzar a vender la gran naturaleza que posee el país.
Prácticas con personalidad
En esta última visita a Argentina, el asesor italiano volvió a remarcar que hay que tratar de volver a las bases de la producción de vinos, sobre todo, resaltando las cualidades que tienen los vinos orgánicos donde ha llegado a recomendar prácticas tan tradicionales como sorprendentes, tales como el uso de piletas sin epoxi, en contacto vivo con el cemento y en donde los caldos presentan numerosas particularidades.
Sos un fiel defensor de la producción orgánica de vinos, desde el uso de levaduras indígenas hasta las piletas de cemento...
Un consumo orgánico natural te da una calidad de uva mejor. Un cultivo orgánico empuja y acompaña todas las defensas naturales de la planta, utilizando menos productos químicos. Tengo levaduras ideales presentes en la uva (levaduras indígenas) y quiero que entren en la bodega para poder desarrollar un proceso microbiológico que le hace bien al vino. Por supuesto que hay elementos que acompañan ese proceso de manera eficiente: madera, cemento sin epoxi, y demás elementos que permitan tener una bodega con un nivel de "contaminación buena".
Fuente: Area del Vino
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